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Draghi asegura que todos los miembros del BCE están de acuerdo en preparar nuevos estímulos

AGENCIAS

Los miembros del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) han expresado su apoyo 'unánime' a la adopción de nuevas medidas no convencionales en caso de que fuera necesario para afrontar los riesgos para la economía de la zona euro derivados de un periodo excesivamente prolongado de baja inflación. 'El BCE es unánime en aplicar más estímulos si fuera necesario', anunció el presidente de la institución, Mario Draghi, durante la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de la entidad, que mantuvo los tipos de interés en el mínimo histórico del 0,05%.

Después de las informaciones aparecidas en la prensa con respecto a la profunda división existente en el seno del Consejo del BCE, y sobre el descontento de algunos miembros con su forma de actuar, como el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, Draghi quiso dejar claro que no existen bloques enfrentados y subrayó en varias ocasiones durante su intervención que las decisiones se habían adoptado de forma unánime. 'No hay dos bloques, no hay una división entre norte y sur, como tampoco coaliciones', afirmó el presidente del BCE, quien no dudó en desvelar que la cena de anoche con sus colegas de Consejo había sido especialmente fructífera. 'Los desacuerdos son algo perfectamente normal', defendió el banquero italiano. 'Es algo que sucede en todas partes, en EEUU, en Reino Unido... pero las decisiones son unánimes', añadió.

En este sentido, el banquero italiano apuntó que el Consejo de Gobierno ha encomendado a los técnicos de la institución 'preparar nuevas medidas' con vistas a su aplicación en caso de que fuera necesario. Después de que la Reserva Federal de Estados Unidos pusiera fin a su programa de compra de bonos y que el Banco de Japón aumentara su ritmo de creación de dinero, los mercados intentan adivinar ahora cuánto le falta al BCE para lanzar medidas más agresivas, tales como la impresión de dinero como alivio cuantitativo (conocido QE, por sus siglas en inglés) para comprar grandes cantidades de bonos gubernamentales o de deuda de empresas.

Sobre la opción de lanzar un programa de flexibilización cuantitativa (QE), Draghi recordó que los efectos de este tipo de medidas son diferentes en función de las condiciones iniciales. 'Si no es financiación monetaria, entra dentro de nuestro mandato y mientras estemos dentro de nuestro mandato estamos seguros', añadió el banquero italiano. No obstante, el máximo responsable de la política monetaria de la zona euro expresó su confianza en que las medidas ya anunciadas sean suficientes, aunque admitió que las perspectivas podrían empeorar y hacer necesaria una respuesta.

La entidad monetaria comenzó en octubre el tercer programa de compra de bonos garantizados, en España conocidos como cédulas. 'También empezaremos pronto a comprar bonos de titulización de activos', dijo Draghi. El BCE acometió en septiembre la primera de las operaciones de refinanciación a cuatro años, a un tipo de interés fijo del 0,15% , y condicionadas a que los bancos presten a las empresas y hogares, operaciones que se van a llevar a cabo hasta junio de 2016. Las compras de bonos privados, que durarán al menos dos años, junto con las de inyección de liquidez a cuatro años condicionadas, 'tendrán un impacto considerable en nuestro balance, que se espera que se mueva hacia el nivel que tenía a comienzos de 2012', cuando era un billón de euros superior al actual.

El BCE ha acordado mantener los tipos de interés en mínimos históricos mientras pone en marcha nuevos estímulos para evitar la deflación y el estancamiento de la economía. La decisión de mantener los tipos sin cambios era ampliamente esperada después de que el BCE los redujera hasta niveles récord a comienzos de septiembre y el presidente del BCE, Mario Draghi, dijera tras la decisión: 'Ahora estamos en el límite inferior'.

De ese modo, el tipo de interés de referencia sigue en el 0,05%. Asimismo, la entidad mantuvo los tipos de los depósitos en el -0,20%, lo que significa que los bancos tienen que pagar dinero al BCE si quieren aparcar fondos en el banco central, y el tipo de los préstamos de emergencia (o marginal) en el 0,30%.

El BCE ha publicado este jueves las cartas que se intercambiaron el anterior presidente de la entidad, Jean Claude Trichet, y el por entonces ministro irlandés de Finanzas, Brian Lenihan, en las semanas previas al rescate de Irlanda, que finalmente solicitaría ayuda internacional el 21 de noviembre de 2010. Con la publicación de la serie de cuatro cartas, el BCE pretende dar cumplimiento a una petición previa del Defensor del Pueblo de la UE, a las que acompaña de distinta documentación sobre el caso irlandés con el finde clarificar la posición de la entidad y abordar las incorrecciones al respecto. 'Como las cartas y toda la documentación tratan de mostrar, no fue la carta la que empujó a Irlanda al rescate, como a veces se afirma, sino la dimensión de la crisis doméstica la que hizo necesario que Irlanda solicitara un plan de ajuste de la UE y el FMI', apunta el banco central.

Esta carta a la que hace especial referencia el BCE es la enviada por Trichet al ministro irlandés de Finanzas el 19 de noviembre de 2010 y que había sido filtrada al periódico irlandés Irish Times, que la ha publicado este jueves. En la misiva, el entonces presidente del BCE informa a Lenihan de que Irlanda sólo podría continuar accediendo a los fondos de emergencia del BCE si el Gobierno irlandés se comprometía por escrito a pedir un rescate, así como a adoptar las medidas y reformas necesarias que se plantearan de acuerdo con el FMI, el BCE y la Comisión Europea. Asimismo, el BCE exigía también el compromiso de llevar a cabo la reestructuración del sector bancario irlandés, que sería financiada con el capital recibido por el Gobierno de Irlanda, garante de la devolución del dinero recibido a través de la línea de emergencia del BCE. Apenas dos días después, una carta enviada a Trichet por el entonces ministro de Finanzas de Irlanda confirmaba la decisión del Gobierno irlandés de solicitar ayuda financiera externa y la voluntad de Dublin de 'hacer todo lo necesario por su parte para proteger la economía y a los ciudadanos irlandeses'.

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