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Dentix, un nuevo eslabón de la quiebra en cadena de las clínicas dentales

El futuro de más de 3.000 profesionales está pendiente del concurso de acreedores presentado por una firma que llegó a factura casi 500 millones al año.

Una mujer paseas enfrente de una clínica Dentix en Pamplona. E.P./Eduardo Sanz
Una mujer paseas enfrente de una clínica Dentix en Pamplona. E.P./Eduardo Sanz

VICENTE CLAVERO

Funnydent cerró inesperadamente en 2016, dejando en la estacada a miles de clientes. Vitaldent fue puesta bajo administración judicial el mismo año, tras la detención de su propietario por estafa. iDental suspendió actividades en 2018, incapaz de hacer frente a su deuda. Y ahora le ha tocado el turno a Dentix, que acaba de presentar concurso voluntario de acreedores ante un juzgado de Madrid.

El paraíso de las cadenas de clínicas dentales, que fue en su día España, se ha convertido a la postre en la tumba de muchas de ellas. La fórmula que introdujeron encontró terreno propicio en un país donde el sistema público ofrece una escasa cobertura odontológica y las tarifas de los profesionales independientes son muy altas.

Pero la oferta de precios moderados y grandes facilidades de pago ha terminado haciendo aguas.

Para que la fórmula funcionase era necesario que un volumen importante de clientes pasara cada día por las clínicas. Y eso hizo que se financiara los tratamientos prácticamente a cualquiera y que la calidad de la atención prestada se resintiera. Momentos hubo en que la mitad de las reclamaciones ante los colegios oficiales de dentistas por supuesta mala praxis tenían por objeto esas cadenas.

A todo ello se unió algunas veces la ambición de sus propietarios, que se embarcaron en una expansión no siempre bien meditada a base de acrecentar sus deudas, o se dedicaron con ahínco a engordar su patrimonio, incluso desviando dinero a paraísos fiscales después de esquilmar las cuentas de sus empresas.

La última cadena en hundirse ha sido Dentix, obra del odontólogo Ángel Lorenzo Muriel, que en 2001 abrió su primera clínica en el madrileño barrio de Pueblo Nuevo y en menos de una década llegó a tener bajo su control más de 300. No sólo en España, sino también en países como Colombia, México, Chile, Italia y Reino Unido, y todas en propiedad, es decir, sin recurrir a franquicias.

Su popularidad se apoyó en una fuerte campaña publicitaria, que hablaba de una nueva forma de hacer odontología (el Método Dentix) y que incluyó la utilización de la imagen de personajes famosos, como los futbolistas Iker Casillas y Andrés Iniesta, el actor Eduardo Noriega o la presentadora de televisión Cristina Pedroche. Una práctica, por cierto, que luego prohibió el Tribunal Supremo alegando que no era admisible en el caso de los productos y servicios sanitarios.

Dentix facturó 480 millones en 2018, último ejercicio del que se han facilitado datos. Como en tantas otras cadenas dentales, su negocio se sostenía gracias a la concesión de créditos a sus clientes, que luego eran cedidos a bancos e inversores con el correspondiente descuento, a cambio de dinero fresco. Pero esa fuente de financiación se empezó a complicar en 2019, ante el preocupante volumen que había adquirido la deuda y el creciente número de impagos.

A principios de 2020, Lorenzo Muriel creyó haber encontrado una solución a sus problemas. El principal acreedor de Dentix, KKR, accedió a convertir en acciones un crédito de 160 millones de euros pendiente desde 2016 y a suscribir una ampliación de capital de 40 millones, que daría oxígeno a la cadena. Sin embargo, en febrero de este año, el fondo estadounidense se echó atrás alegando que la información que se le había proporcionado era errónea e incompleta.

Unos días antes de la declaración del estado de alarma, el 13 de marzo, Dentix presentó preconcurso de acreedores a fin de ganar tiempo, y denunció a KKR por incumplimiento de contrato. Según la demanda, la ruptura de febrero había tenido un "impacto devastador en todo el negocio del grupo y, en particular, en la tesorería y necesidades de caja". Y eso que lo peor aún estaba por llegar.

La crisis sanitaria, con su consiguiente efecto sobre la actividad de las clínicas, dio la puntilla a Dentix. Prácticamente la totalidad de sus 3.200 trabajadores en España fueron incluidos en un expediente de regulación de empleo (ERTE) por fuerza mayor, cuya extensión se redujo en junio al 50% de la plantilla. Que la cadena elevara el preconcurso de acreedores a concurso era sólo cuestión de tiempo.

Así ocurrió el 5 de octubre, después de infructuosas negociaciones con los acreedores, entre los que figuran algunas de las principales entidades financieras de España. Dentix arrastra un pasivo del orden de 240 millones de euros, incluida su deuda con los proveedores, que en los últimos meses habían tenido dificultades para cobrar, igual que los profesionales de las clínicas.

Antes de presentar el concurso de acreedores, Lorenzo Muriel había mantenido conversaciones con los fondos Sherpa Capital y Advent Internacional, propietario este último de Vitaldent. Su exigencia de que la banca realizase una importante quita de la deuda de Dentix no fue atendida, cosa que imposibilitó el acuerdo.

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