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¿Se llega a fin de mes trabajando en Inditex?

La huelga de Bershka en Pontevedra desvela las discrepancias entre trabajadores y empresa sobre las condiciones laborales en las firmas de Amancio Ortega

El personal de Bershka en la provincia de Pontevedra durante el segundo día de huelga indefinida. / @galizaCIG

JUAN OLIVER

La pregunta que enuncia el titular de esta información respondida en sentido negativo fue una de las consignas que emplearon las trabajadoras de Bershka en Pontevedra para apuntalar la proyección pública de la huelga que mantuvieron a finales de octubre y principios de noviembre reclamando que se equipararan sus condiciones laborales a las del resto de sus compañeras de Galicia.

Inditex es una de las mayores compañías textiles de Occidente, referencia de la industria gallega y paradigma de cómo su fundador y accionista mayoritario, Amancio Ortega, convirtió en apenas 30 años una pequeña compañía familiar en una de las mayores fortunas del planeta. Pero algunos de sus trabajadores en España se quejan de que sus condiciones no responden ni de lejos a la imagen que ofrece la compañía en materia de responsabilidad social corporativa. ¿Explota Inditex a sus empleados? ¿Los mantiene en condiciones precarias? ¿Se llega a fin de mes trabajando para un tipo que se codea año tras año en Forbes con Bill Gates, Warren Buffet y Marck Zuckerberg?

“Hay una gran diferencia entre tener comité empresa y no tenerlo. Todas las mejoras que hemos conseguido se han logrado gracias a la presión sindical”, asegura Roberto Pérez, delegado en el departamento de almacenes en la central de Inditex en el polígono de Arteixo, un municipio limítrofe con A Coruña donde la firma tiene su sede, quien acudió el pasado 3 de noviembre a la manifestación en apoyo de sus compañeras de Bershka convocada frente a las oficinas centrales de Inditex por el sindicato Confederación Intersindical Galega (CIG). Según Pérez, esa unidad de acción ha sido hasta ahora la única herramienta útil frente a la política de la dirección de mantener condiciones diferentes: “Se niegan a establecer sistemas homogéneos de salarios para todas las marcas y departamentos”, afirma Pérez. 

Las trabajadoras se quejaban de que un 90% de la plantilla está contratada a tiempo parcial, lo que para la inmensa mayoría convierte en un sueño contar con la nómina de unos 930 euros brutos

“Puede haber más de un 50% de diferencia entre los talleres y los almacenes”, asegura Dolores Martínez, trabajadora en los primeros, quien abunda en que el mayor problema está en las desigualdades entre los contratados directamente por Inditex y quienes están empleados indirectamente en empresas subsidiarias que trabajan en exclusiva para esa empresa.

“Ahí las condiciones son tercermundistas: se incumplen horarios y convenios, hay excesos de jornada continuados, no se respetan los permisos por maternidad, apenas hay posibilidades de conciliación de la vida familiar y laboral... El nivel de precarización es muy grave”. Según los trabajadores, sólo en Galicia hay más de 1.400 trabajadores en esas condiciones, es decir más del doble de los que trabajan directamente para Inditex. 

En cuanto a la situación en las tiendas, la huelga de las dependientas de Bershka puso de manifiesto esas sombras laborales. Las trabajadoras se quejaban de que un 90% de la plantilla está contratada a tiempo parcial, lo que para la inmensa mayoría convierte en un sueño contar con la nómina de unos 930 euros brutos al mes que corresponde a una empleada de la marca a tiempo completo.

Además, denunciaban que no podían librar ni un sábado al mes, que no podían disfrutar de vacaciones en los meses de verano y que sus condiciones de trabajo eran incompatibles con cualquier posibilidad de conciliar su actividad laboral con su condición de madres: horarios partidos, obligación de quedarse a trabajar tras el cierre de las tiendas, horas extras sobrevenidas a última hora... 

Las trabajadoras de Bershka en Pontevedra durante la huelga indefinida. / @galizaCIG

Las trabajadoras de Bershka en Pontevedra durante la huelga indefinida. / @galizaCIG

Una dependienta de Bershka lo expresaba de este modo: “La estrategia de la dirección de Recursos Humanos de la empresa es mantener condiciones diferentes según las provincias, y de ahí no se mueven. Durante la huelga nos dijeron que no podían equipararnos al resto de compañeras porque sería un mal precedente para otras marcas de Inditex. Y también que no podían aplicarnos la subida que pedíamos en el 2017 porque les desencajaría el presupuesto”. 

En una de las reuniones que mantuvieron empresa y delegados sindicales, la diferencia entre lo que reclamaban los trabajadores y lo que estaba dispuesta a ofrecer la empresa no superaba los diez euros para una jornada a tiempo completo, y proporcional a esa cantidad en una a tiempo parcial. Pero la dirección se negó a seguir avanzando. Multiplicado por la plantilla y por los tres años en los que se aplicaría la subida, el incremento no superaba los 16.000 euros en total. Bershka tuvo en el 2016 un volumen de negocio de 2.012 millones, así que esa cifra representaba un 0,0008% de la facturación global de la firma. 

Por su parte, Inditex desmiente los argumentos anteriores. En su Memoria de 2016, publicada a finales de la pasada primavera, la compañía recuerda que cuenta con más de 160.000 trabajadores en un centenar de países de los cinco continentes, que el 80% son fijos y que casi tres de cada cuatro son mujeres. Sostiene que la empresa trabaja para ofrecer a sus empleados trabajo “estable y de calidad”, y que mantiene “el compromiso de garantizar entornos laborales seguros y saludables donde la igualdad de oportunidades, la conciliación laboral y el empoderamiento de la mujer sean una realidad”.

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