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El 'Grexit', el último órdago europeo a Grecia

Aunque la eurozona parece preparada para soportar un eventual abandono del euro por parte de Grecia y amenaza con esa posibilidad, los analistas aseguran que en ese escenario "todos perderían" y que nadie realmente lo desea.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, deposita flores ante el monumento al conde Ioannis Kapodistrias, diplomático del Imperio ruso, durante su visita a Moscú este fin de semana. / VALENTIN YEGORSHIN (EFE)

JORGE OTERO

"Esperamos lo mejor, pero hay prepararse para lo peor". Esta frase pronunciada el viernes por el ministro de Finanzas de Reino Unido, George Osborne, retrata perfectamente el estado de ánimo de la Unión Europa con respecto a la falta de acuerdo con Grecia sobre el pago de la deuda: incertidumbre, desasosiego, mucha preocupación pero también, y eso no presagia nada bueno, un cierta resignación de algunos países del norte de Europa con una situación que ha colocado a Grecia al borde del Grexit, el palabro que los europeos se inventaron hace unos años para referirse a la salida de Grecia del euro. 

Las negociaciones entre Grecia y sus acreedores, las llamadas instituciones —en realidad, la troika de siempre: FMI, BCE y Comisión Europea—, han entrado en un punto muerto a escasos días de que el país deba afrontar un vencimiento de 1.600 millones de euros que debe devolver al FMI. Grecia, cuya liquidez está casi a cero, ya ha dicho que no pagará ese vencimiento a menos que reciba nuevos fondos de sus acreedores. Eso podría desencadenar una serie de acontecimientos que parecen llevar en una sola dirección: la puerta de salida. 

"La hipótesis con la que trabajamos es que Grecia no va a salir, porque en ese caso todos, Grecia y la UE, perderían", dice un analista de AFI

Es cierto que se lleva mucho tiempo hablando de la posibilidad de que Grecia se vaya de la moneda única, pero nunca antes como en esta semana que está a punto de terminar ese escenario fue tan real. Las posiciones están tan enquistadas —la troika pide a Grecia más reformas, entre ellas otro recorte de las pensiones, a lo que el Gobierno de Alexis Tsipras se niega— que ni la amenaza del Grexit parece capaz de reconducir la situación.

Tsipras insiste en que no retocará el ya muy baqueteado sistema de pensiones griego y a los socios europeos ya se les ha agotado la paciencia, o al menos eso dejan entrever en cada declaración que han hecho responsables políticos y económicos europeos en la última semana.

En Alemania y en los países del norte de Europa se habla con bastante despreocupación e indiferencia del adiós de Grecia a la moneda única, pero en Atenas ocurre lo mismo. Si la canciller alemana, Angela Merkel, lanza un órdago a los griegos al decir que la Unión Europea está preparada para una eventual salida de Grecia del sistema de la moneda única, Tsipras le responde que si cae Grecia, caerá toda la eurozona. 

Sin embargo, aún queda una última bala para evitar el desastre: este próximo lunes hay una reunión extraordinaria del Eurogrupo y luego otra de los jefes de Estado de la UE para abordar el problema. La mera convocatoria de estas dos reuniones denota que las dos partes al menos sí están de acuerdo en una cosa: nadie quiere a Grecia fuera del euro pese a las numerosas declaraciones en sentido contrario

A decir verdad, la mayoría de los analistas tampoco contemplan esa posibilidad, al menos hasta el lunes. Si ese día no hay al menos un principio de acuerdo, entonces cualquier cosa será posible. Pero hay que esperar. 

"La hipótesis con la que trabajamos es que Grecia no va a salir, porque en ese caso todos, Grecia y la UE, perderían. Es muy posible que el lunes haya un acuerdo de última hora, aunque es verdad que cada día que pasa el riesgo de que Grecia abandone el sistema del euro es mayor", señala Víctor Echevarría, miembro de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

Otro analista, Felipe López-Gálvez, de Self Bank, reconoce que aunque el acuerdo "cada vez parece más difícil", los mercados aún confían en que las partes implicadas lleguen a algún entendimiento.

Para Echevarría lo peor del adiós de Grecia a la Eurozona sería el hecho de que crearía un mal precedente, el de la incertidumbre y la desconfianza: "En la siguiente recesión o situación de aversión al riesgo de los mercados, los inversores podrían pensar que si una vez cayó Grecia a la siguiente puede caer otro país. Eso es muy negativo". 

Por contra, Echevarría opina que el riesgo de contagio al resto de los países de la Eurozona sería limitado. En ese sentido da la razón a Merkel. "Los mecanismos que tiene ahora la Eurozona, las medidas del BCE, como la expansión cuantitativa —un mecanismo de compras masivas de deuda público de los países europeos—, la propia creación del MEDE —el Mecanismo Europeo de Estabilidad que articuló el segundo rescate del país—... ahí hay elementos que pueden servir de cortafuegos"

Tampoco España se vería muy afectada, según Echevarría: "Apenas tenemos vínculos comerciales y financieros con Grecia, porque la mayor parte de su deuda está en manos de las instituciones públicas —troika— y de acreedores domésticos", dice Echevarría. 

"En la Comisión de Economía de la Eurocámara tenemos cálculos que indican que muchos miles de millones de euros de los griegos han sido transferidos a Suiza desde el inicio de la crisis en 2010", denuncia Ernest Urtasun, eurodiputado de ICV

Cuestión aparte es que pasará con la deuda pública griega, que suma unos 317.000 millones de euros y equivale al 175% del PIB del país. El 60% de esa deuda pertenece a países europeos y unos 141.000 millones corresponden al Fondo Europeo de Rescate (predecesor del actual Mecanismo Europeo de Estabilidad y que articuló el segundo salvamento) en el que España ha aportado de forma directa unos 6.600 y ha avalado otros 17.000, en números redondos.

¿Pagará Grecia todo lo que debe en caso de quiebra y abandono del euro? Muchos analistas lo dudan y apuestan por una reestructuración, pero no necesariamente una quita. "No creo que haya quita, lo más probable es que haya una reestructuración cambiando el calendario de pagos, que parece más sensato. Varufakis propuso el jueves utilizar el nuevo dinero del MEDE para recomprar  los bonos griegos en manos ahora del BCE y tener una senda de vencimientos más cómoda."

Lo peor, para los griegos

Pague o no pague, tenga más facilidades o no, la peor parte, sin duda, se la llevarían los griegos. Su salida del euro causaría, en un primer termino, turbulencias en los mercados financieros, tanto del país como de la zona euro, explica López-Gálvez. Pero luego todo empeoraría para Grecia: se aceleraría la retirada de depósitos obligando a Atenas a imponer controles ante una fuga de capitales que, como advierte Ernest Urtasun, eurodiputado de ICV en Bruselas, "se está acelerando y que acabará en corralito si el BCE corta el grifo de la línea de crédito de emergencia a los bancos griegos".

Urtasun hace, además, un apunte ético que no conviene pasar por alto: "En la Comisión de Economía de la Eurocámara tenemos cálculos que indican que muchos miles de millones de euros de los griegos han sido transferidos a Suiza desde el inicio de la crisis en 2010".  Y es que mientras los griegos ricos esconden sus fortunas en Suiza, la inmensa mayoría de la población griega se vería abocada a vivir en una realidad deprimente en caso de decir adiós al euro.

Así lo detalla Víctor Echevarría: "El Banco de Grecia ya no podría financiar en euros a sus bancos mediante el ELA— el dinero que el BCE da al Banco de Grecia para que financie el sistema bancario del país—. Entonces los griegos tendrían que poner en circulación una nueva moneda y sería de esperar una reestructuración agresiva del Gobierno frente a sus acreedores. Esas medidas vendrían acompañadas de una devaluación de la moneda, tasas de inflación elevadas y una acusada caída del PIB". 

Sin embargo, a largo plazo la situación podría mejorar para los griegos. "Poder tener el control de su política de tipos de cambio de y su moneda, le podría beneficia porque así podría aplicar una moneda monetaria expansiva cuando lo necesitara y una contractiva cuando no", afirma Echevarría.

"El problema para Grecia", añade este analista, "sería el de la credibilidad. Dependiendo de si la confianza que inspirara su política, a largo plazo la situación del país podría mejorar". Pero todo eso es, por ahora, pura especulación: lo que importa es el cortísimo plazo, este lunes, donde todo, en un sentido u otro, puede decidirse.

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