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Ruido de sables en la patronal La sucesión de Rosell desata ya las hostilidades dentro de CEOE

El presidente está en su segundo y último mandato, y han empezado los codazos entre los dirigentes que más suenan para sustituirle.

El presidente de CEOE, Joan Rosell, con el de Cepyme, Antonio Garamendi, en la sala de prensa del Palacio de la Moncloa, tras la última reunión del diálogo social. EFE

A falta de más de año y medio para las elecciones a la Presidencia de CEOE, que deben celebrarse a finales de 2018, las aguas han empezado a agitarse en el seno de la patronal, si es que alguna vez estuvieron realmente calmadas.

Dos destacados dirigentes empresariales, cuyos nombres suenan desde hace tiempo como candidatos a sustituir a Joan Rosell al frente de la patronal, se han enzarzado en una agria disputa que ya está en los medios de comunicación.

Se trata de los presidentes de Cepyme, Antonio Garamendi, y de la catalana Fomento del Trabajo Nacional, Joaquim Gay de Montellà. El primero de ellos le disputó el puesto a Rosell en una de las elecciones más enconadas de la historia de CEOE, las de diciembre de 2014, y se quedó a sólo 33 votos de conseguirlo. Gay de Montellà, en cambio, hizo campaña a favor de su adversario, con quien mantiene una estrecha relación de confianza y amistad.

El presidente de Foment de Treball, Joaquim Gay de Montellà. EFE

El presidente de Foment de Treball, Joaquim Gay de Montellà. EFE

Desde entonces, la relación entre ambos no ha sido buena, lo que ha dado lugar a algunos encontronazos en los órganos directivos de Cepyme, donde Fomento está representada. El último y más grave ha ocurrido tras aprobarse una asignación anual de 120.000 euros para Garamendi, como compensación por su dedicación al cargo. Gay de Montellà está en abierto desacuerdo con ello y así lo ha comunicado a las máximas instancias de CEOE.

Se da la circunstancia de que el anterior presidente de Cepyme, Jesús Terciado, tuvo que presentar su dimisión cuando se hizo público que había facturado a la organización, a través de dos empresas suyas, unos honorarios no previstos estatutariamente. El predecesor de éste, Jesús Bárcenas, también cargó diversos gastos, razón por la cual ambos fueron procesados y el fiscal ha pedido para ellos cuatro años de cárcel por apropiación indebida de 1,2 millones de euros.

A raíz de aquello, Cepyme decidió abrir la puerta a que el cargo de presidente fuera remunerado, cosa inusual dentro de la patronal española, aunque sí se contempla el pago de dietas a quienes ejercen funciones representativas. Garamendi pudo haber activado la posibilidad de ponerse un sueldo cuando fue elegido en noviembre de 2014, pero no lo ha hecho hasta ahora, alegando que ser presidente requiere dedicación completa y le obliga a tener casa en Madrid.

El Comité Ejecutivo ha atendido sus razones prácticamente por unanimidad, si bien algunas voces le han afeado que, al plantear su pretensión, mentara la soga en casa del ahorcado. Ninguno de los discrepantes, sin embargo, ha ido tan lejos como Gay de Montellà, cuya denuncia no favorece las expectativas de Garamendi de repetir como aspirante en las próximas elecciones a la Presidencia de CEOE.

Éste no ha anunciado oficialmente si piensa probar suerte de nuevo, porque aún falta más de año y medio para que se celebren; pero en su entorno, al menos hasta ahora, dan por seguro que lo intentará, teniendo en cuenta que la vez anterior se quedó muy cerca de lograrlo y que ha ganado experiencia y una importante proyección pública desde que rige los destinos de Cepyme.

Ádemás, su gran rival, Rosell, no puede presentarse a la reelección, pues está en su segundo y último mandato. Lo cual constituye una oportunidad de prosperar dentro de CEOE para otros pesos pesados, como el propio Gay de Montellà y el presidente de la también poderosa CEIM, Juan Pablo Lázaro, sucesor Arturo Fernández, que se retiró rodeado de escándalos, entre ellos el de las tarjetas black.

Todo apunta a que la batalla ya se ha abierto.

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