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Cine Sebastian Mesie: "El mundo que hemos construido es extremadamente feo y brutal"

Estacto de la película 'Great Freedom'.
Estacto de la película 'Great Freedom'. Vértigo Films

El cineasta austriaco consigue en 'Great Freedom', belleza desde la crueldad y la represión, y recuerda una de las vergüenzas de Alemania, la ley contra los homosexuales que no desapareció hasta 1994. Gran Premio del Jurado en Un Certain Regard de Cannes, Mejor Película y Actor en Sarajevo y Sevilla.

Una de las vergüenzas de la historia reciente de Alemania, muy poco conocida, pero con consecuencias siniestras, estaba condensada en el artículo 175 de su Código Penal. Se condenaban con pena de cárcel las relaciones homosexuales entre hombres. Así, muchos alemanes fueron liberados de los campos de concentración sólo para ser trasladados directamente a prisión, donde debían terminar de cumplir sus condenas de acuerdo con este artículo. Hasta 1973 no desapareció esta pena de cárcel y hasta 1994 no se invalidó el párrafo 175.

El cineasta austriaco Sebastian Meise imaginó cómo sería la vida de esos hombres liberados por los aliados y encerrados de nuevo. Una vida trágica que le animó a encontrarse con algunos de los supervivientes y a investigar más profundamente, y que le llevó a conocer los denodados esfuerzos que el Estado invirtió en perseguir a estas personas y el maltrato que les hacían sufrir en prisión. Sobre ello construyó Great Freedom, la historia de Hans, encarcelado una y otra vez por homosexual y que solo consigue una relación estable con su compañero de celda, Viktor, un asesino confeso.

"Mi película narra la historia de un destino trágico en una era en la que el amor es tratado como un crimen", dice el cineasta que se alzó con el Premio del Jurado en Un Certain Regard en Cannes, y los premios a Mejor Película y Mejor Actor (Franz Rogowski) en Sarajevo y Sevilla. La película, que retrata la crueldad de las relaciones en la cárcel, la fealdad y la desesperanza, consigue, sin embargo, transmitir el amor y la belleza que encierra el ser humano.

Aunque una película carcelaria, ¿no es en realidad más una historia de cómo personas de universos completamente opuestos pueden quererse?

Absolutamente, eso es. Todo el aspecto histórico, el lugar, son solo bases para la historia. La prisión solo es el universo, el sitio donde sucede, y ello es porque puedes encontrar cárceles en Brasil en 1920 o en Australia en 2015… en cualquier época, donde siempre se ve el mismo sistema. Es intercambiable. Por eso, como estas son situaciones que puedes encontrar en todo el mundo, la idea de contarla en prisión me pareció buena. Las celdas, los guardias, los presos… son más o menos intercambiables, son universales.

El artículo 175 del Código Penal alemán ha existido hasta hace poquísimo, ¿cuál es hoy su herencia?

Es una locura realmente que haya estado vigente tanto tiempo. Respecto a la herencia hoy, solo puedo hablar por Austria y Alemania, pero en estos países la homofobia está muy integrada en la sociedad todavía hoy. Ha habido cambios, claro, pero claramente insuficientes. Hace poco leí un artículo en el que contaban que un niño de ocho años en el colegio había sufrido acoso y había muerto por ello. La libertad es una cosa muy frágil.

¿Cree que va a mejorar esta situación en Europa, se acabará con la homofobia?

Veo la tendencia y es realmente mala. No, más bien creo que va a ir a peor. Mira Hungría, Polonia… y nadie hace nada. Por supuesto hay muchos otros problemas, la libertad de prensa, el maltrato…, pero es que todo es lo mismo, el sistema ataca a la libertad y los derechos de la gente se pisotean. Es una cuestión política, por supuesto, y un problema creado por los políticos de derecha. Y la homofobia es solo una parte del problema.

Esta no es una película sobre la sexualidad, ¿es una película sobre la prohibición de amar?

Exacto. Mucha gente piensa en los homosexuales y los relaciona solo con sexo, creen que los gais solo buscan sexo. Y no. Y esta película no es sobre eso, desde luego, no es una película sobre la homosexualidad, es sobre la prohibición de amar, que es lo mismo que prohibir vivir. Antes de 1974 fueron miles las personas condenadas por ello. El personaje de Hans representa los muchos destinos de las personas que aterrizaron repetidamente en la cárcel sin tener culpa alguna, cuyos medios de vida y relaciones fueron destruidos, y cuyas historias desaparecieron en los archivos de la burocracia.

En un ambiente terrible, usted consigue encontrar la belleza. ¿Ha sido difícil conseguir ese equilibrio?

Era el gran reto de la película, llegar a conseguir ese equilibrio. Las películas de cárceles son duras, hay fealdad, brutalidad, pero muchas veces encierran historias muy bellas, aquí los personajes están luchando por su libertad. Es el contraste lo que hace esta historia interesante. Me gusta el contraste en las historias, me parece una gran metáfora de la vida en general, porque el mundo que hemos construido es extremadamente feo y brutal. Es un mundo terrible, pero la gente intenta encontrar belleza.

Pero usted se ha ido al límite, con el personaje de Hans frente al de Viktor, un asesino, homófobo, violento… ¿no era demasiado riesgo?

Bueno, tuvimos encuentros con personas como él, las estudiamos e intentamos entenderlas y así descubrimos al personaje. Viktor es un tipo que intentó sin éxito encontrar un lugar en la sociedad, que está solo, sin amor… Creo que todo el mundo es brutal, pero también que todos tenemos mucha ternura al mismo tiempo, todos somos brutales y tiernos. Esa es la fragilidad del ser humano. Y creo que el actor representa esto perfectamente. Es frágil, pero intenta que no se le note, que es muy hombre.

El trato en las cárceles, como usted lo retrata, la homofobia… son un legado del nazismo, ¿aún quedan restos de ello?

Muchos. El legado nazi se nota cada vez más, la situación es muy mala. Está volviendo muy fuerte el movimiento neonazi. Los límites fluctúan entre la extrema derecha y la derecha y el neonazismo. Y se están moviendo mucho las cosas en esos grupos. Y los límites ahora son difíciles de separar, es algo muy fuerte.

¿Cree que el crecimiento de ese movimiento pone en peligro en la cultura?

Sí, puede ser, porque hay cada vez más gente reaccionaria en nuestras sociedades y esa agente no quieren artistas, creadores, intelectuales que se arriesguen.

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