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Las tres carreras del 'alcaldable' Sebastián

Miguel Sebastián volvió ayer a las aulas. A las de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense. Es, según confiesa el propio Sebastián, su puerto de destino. De momento, las puertas

Juanma Romero

1. Su carrera docente

2. Su carrera en el mundo de la Administración y de la empresa

3. El salto a la política  

 

 > Primero, académico

 Fue en 1974 cuando Miguel Sebastián Gascón (Madrid, 13 de mayo de 1957), octavo de diez hermanos, ingresó en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid. Años difíciles. Eran los estertores de la dictadura del general Franco. Las cargas policiales se sucedían; también las huelgas. Después de licenciarse, ya pasado el periodo de máxima ebullición política, se dio cuenta de que no había aprendido 'nada', según sus propias palabras. Necesitaba saber más. Y por eso marchó a Estados Unidos, a la Universidad de Minnesota, donde se doctoró en 1985. Su tesis, y la idea sobre la que trabajaría en los años siguientes, versó sobre el tipo único del IRPF. 

Más tarde consiguió su plaza de profesor titular de Fundamentos del Análisis Económico en la Complutense. Le enganchó la docencia. Y nunca quiso abandonarla, salvo cuando se vio obligado a hacerlo al ser lanzado a La Moncloa.

 

> Después, al tajo

Pero las clases le dejaron respirar en el mundo profesional. Primero, en el Ministerio de Economía y Hacienda, a las órdenes del socialista Carlos Solchaga. Y luego, en 1990, en el Servicio de Estudios del Banco de España, donde dirigió equipos de investigación y vivió en carne propia las devaluaciones de la peseta, en plena crisis económica (1992-1993). Esos años coincidieron también con la descomposición del bloque comunista. Él mismo fue a Bulgaria a impartir clases de capitalismo. 'Otros tuvieron más suerte y se fueron a Cuba', apostilló Sebastián en su primer día de vuelta a las aulas, el 2 de octubre de 2007. 

En 1995 Carlos Arenillas —hoy vicepresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)— le fichó para Intermoney, compañía bursátil en la que también trabajaría el actual secretario de Estado de Economía, David Vegara. 

Sebastián saltó de Intermoney al Banco Bilbao Vizcaya (BBV), a su Servicio de Estudios, y desde ese mirador vivió la conversión de la entidad española en un gran banco internacional, consumada la fusión con Argentaria. En 2002 le tocó bregar, desde BBVA Argentina, con el corralito. 'Vivimos una experiencia única', ha confesado Sebastián, 'la Policía iba a los cajeros y se llevaba el dinero. Y es que a los economistas, cuando las cosas van bien, no nos hacen ni caso, pero cuando se tuercen, ya sí que somos demandados'. 

 

> A la caza de la política

 Desde el BBVA Sebastián lanzó informes críticos con la gestión del entonces vicepresidente económico del Gobierno, Rodrigo Rato. Las tiranteces pronto terminaron por estallar y Francisco González, presidente del banco, prescindió de él en cuanto comprobó el alineamiento de su director del Servicio de Estudios con las tesis de la nueva generación de socialistas, encabezada por José Luis Rodríguez Zapatero. 

El secretario general de los socialistas no le desaprovechó. Lo incorporó a su Comité de Estrategia y le encargó coordinar el programa económico del partido para las elecciones generales de 2004. Una posición privilegiada que le ubicaría, tras la victoria del 14 de marzo, como el ministro de Economía in pectore.

Pero Pedro Solbes fue el elegido. Era el hombre tranquilo, el que había conseguido salvar las cuentas del Estado en la última etapa de Felipe González y el economista del PSOE de mayor prestigio tras su paso por la Comisión Europea. Zapatero se llevó entonces a Sebastián a La Moncloa, a dirigir la Oficina Económica, lo que algunos interpretaron como el ministerio bis, desde donde se dirigían las operaciones empresariales (la tormenta de la OPA de Endesa, la supuesta ofensiva contra Francisco González, el acorralamiento al presidente de la CNMV, Manuel Conthe...). 

Sebastián esperaba su momento. Llegó. El 25 de octubre de 2006. Tras la espantada de José Bono, el PSOE necesitaba un candidato potente para disputar la alcaldía de Madrid a Alberto Ruiz-Gallardón. El propio asesor del presidente se postuló. Zapatero cedió. 'Es la persona idónea para traer a Madrid lo que necesita: orden, imaginación, calidad de vida y cercanía con los ciudadanos', subrayó el secretario general del PSOE aquel 25 de octubre en la sede de Ferraz. 'Estamos en tiempos nuevos y Sebastián es un político nuevo que resume las cualidades de lo que desea Madrid: eficacia, modernidad y prestigio. Pero me duele separarme de él'.

A partir de entonces, comenzaba el tiempo de descuento. Apenas siete meses para, primero, darse a conocer ante los ciudadanos y, después, armar una campaña coherente y eficaz contra el todopoderoso Gallardón. Y decidió atacar al alcalde, en la recta final de la campaña, con un puñal afilado: la foto de Montserrat Corulla, presunta testaferro del cerebro de la operación Malaya, Juan Antonio Roca. Mostró la imagen en el debate de campaña en Televisión Española, y atribuyó al regidor conexiones con la gran trama urbanística marbellí. Pero no pudo demostrarlo. 

Las elecciones revelaron lo que ya se temía: el huracán Gallardón funcionó. 34 concejales y 55,65% de los votos para el Partido Popular y 18 ediles y 30,94% de los sufragios para el PSOE. El patinazo de Madrid aceleró la salida de Sebastián. El 31 de mayo, el alcaldable socialista anunciaba su retirada de la política. No retiraría el acta de concejal. Volvería a las clases. A su Universidad Complutense. Y eso hizo el 2 de octubre de 2007. 

El Partido Socialista de Madrid encararía una renovación profunda. Tras ser administrado de forma interina por una gestora presidida por Cristina Narbona —Rafael Simancas, secretario general del PSM, dimitió el  4 de junio—, Tomás Gómez se alzaría, en julio, con el liderazgo de la formación. David Lucas sería nombrado después, en septiembre, portavoz del Grupo Municipal Socialista. Será él quien afronte desde entonces la oposición al alcalde Gallardón. 

 

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