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El asombro del mundo

El primer libro tras la sentencia verá la luz la próxima semana

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Fue casi su estreno como anfitrión. El nuevo embajador francés, con su perfecto español, su reconocido charme, ese tono bonne mine ganado en sus anteriores destinos en países meridionales y que
contrasta con su impoluta melena blanca, prácticamente acaba de aterrizar en Madrid.

Lo hace magníficamente y la ocasión es, además, muy especial. Dos grandes jueces que han dedicado su vida a la lucha contra el terrorismo reciben un premio emblemático en un momento también emblemático, el Prix Dialogue, Carlos Dívar, presidente ahora de la Audiencia Nacional, pero en la que lleva prestando servicio casi desde su fundación, y Jean Louis Bruguière, vicepresidente de la Sección Antiterrorista del Tribunal de Grande Instance de Paris.

Este último muy volcado en los últimos tiempos en el terrorismo yihadista al que el propio Dívar calificó como 'un problema grave y un desafío que tienen España, Francia, Europa y el mundo' y al que hay que hacer frente 'con el Derecho en la mano'. Mientras los aplausos les acompañan, ambos bajan del estrado ofreciendo el brazo a la vicepresidenta Fernández de la Vega, que les ha entregado el galardón. En su discurso, la vicepresidenta felicitó a ambos, pero también, expresamente, a todos los profesionales que estaban haciendo posible el desarrollo del juicio por los atentados del 11-M.

'Yo no soy dada a hacer elogios, salvo que realmente esté segura y, normalmente, tampoco me callo las cosas excepto por educación -le dijo la vicepresidenta De la Vega al juez en uno de los corrillos durante el cóctel-, pero, en este caso, tengo claro que el desarrollo de este juicio es un ejemplo para España y para el mundo. Lo estás llevando magníficamente, estás dando un ejemplo impresionante y, la verdad, es un orgullo para este país'. 

Y es verdad que la posibilidad de hacer frente al terrorismo, también al yihadista, con el bagaje policial y judicial común a las democracias occidentales es un tema que interesa extremadamente en Europa. También en EEUU. Durante la cena, varios empresarios franceses asentados en España comentan también la buena impresión que el transcurso del juicio de Madrid está produciendo sobre todo en una cultura, la europea, para la que la expresión guerra contra el terrorismo no quiere dejar de ser una metáfora.

Como dice Bruce Ackerman en su ensayo sobre la defensa de las libertades en tiempos de terrorismo -en el que propone reformas legislativas en Norteamérica que permitan determinados estados de excepción legales, pero que estén perfectamente legislados- usando esa expresión más o menos retórica, 'sobre la base de que una guerra es una guerra, los juristas aplican analógicamente las normas que confieren poderes extraordinarios al presidente en guerras de gran envergadura a los conflictos de menor entidad (...) una vez que hablamos de guerra contra el terrorismo, corremos el riesgo de acabar afirmando que los atentados terroristas plantean problemas constitucionales análogos a los que surgían en nuestra lucha a vida o muerte con Alemania o Japón (...) el Tribunal Supremo se ha dejado llevar por esa lógica'.

De hecho, importantes asesores del Departamento de Estado de Estados Unidos han mostrado su interés por el proceso del 11-M y algún importante juez estadounidense ha pedido agenda para entrevistarse con el juez Bermúdez. Su interés fundamental era y es 'ver qué puede hacer la Justicia ordinaria en el tema del terrorismo islamista'.

'En distintas embajadas se está siguiendo el juicio del 11-M con una especial atención y hasta con envidia. De hecho, personal de estas legaciones diplomáticas sigue con avidez el papel del juez y el propio sistema procesal porque parten de la base de que en sus países no se podría celebrar una vista así. La clave está, según cuentan, en la existencia de la Audiencia Nacional, sede judicial casi única en las democracias occidentales y que puede ser copiada por países de nuestro entorno', le contaban a Expósito, en La Vanguardia, sus fuentes. Y, desde luego, así es.

Gómez Bermúdez ha explicado en muchas conferencias el interés mostrado por otros países en asimilar y reproducir la existencia de un órgano judicial altamente especializado en criminalidad organizada (terrorismo, narcotráfico internacional, blanqueo de capitales, redes de tráfico de inmigración ilegal o trata de personas, etc.). El juez Bermúdez siempre ha defendido que España está en la vanguardia de la lucha jurídica contra el terrorismo, tanto en legislación como en procedimiento y aplicación de tales técnicas. En muchas de sus conferencias, cuando defiende que si algo ha quedado demostrado a lo largo de los últimos años es que la lucha jurídica contra el terrorismo y demás delincuencia organizada ha sido eficaz en España ha sido gracias a la gestión de la Audiencia Nacional, hay quien le mira con cara de que se está marcando un pegote.

La Audiencia se ha convertido en un órgano altamente especializado por el propio devenir de sus competencias exclusivas y de la sangrienta historia de nuestro propio terrorismo nacional, pero ahora se ha convertido en algo que, como queda dicho, está inspirando a muchos. Mientras, en España siempre aparece alguna voz de vez en cuando pidiendo su desaparición. Así somos nosotros mismos. Nos pasa con todo. Aprendemos tan bien de las películas que luego comentamos nuestro propio sistema judicial en función de su parecido o diferencia con el norteamericano y, desde luego, para representar a un juez nunca se nos olvida ponerle un martillo en la mano-cuando de todos es sabido que los jueces españoles sólo cogen una cosa de esas si les da por hacer bricolaje el fin de semana-.

Sin embargo, los propios norteamericanos han comentado, en referencia a este juicio, que no sólo ha estado bien llevado, sino que 'con este sistema se aprecia perfectamente la autoridad del tribunal, mientras que, en el sistema norteamericano, los procedimientos resultan más incontrolables o, al menos, se nota menos la autoridad, como sucedió en el famoso caso de O. J. Simpson'.

El embajador de EEUU en España, Eduardo Aguirre, fue preguntado en un desayuno informativo de Europa Press por su opinión sobre el juicio del 11-M y sobre 'la forma española de enfrentar al terrorismo opuesta a la de Guantánamo'. Aguirre contestó que el juicio estaba siendo magníficamente llevado y que era perfectamente apreciable el respeto a todas las garantías legales y al derecho de defensa de los procesados.

Alabó el procedimiento de Madrid, aunque noblesse obligue en un embajador, no dejó de señalar que Guantánamo tiene resoluciones favorables del propio Tribunal Supremo de EEUU, pero que, no obstante, se trata de 'personas peligrosas' y que en alguna parte hay que meterlas. En una mesa, escuchándole, el protocolo ha situado a Cándido Conde-Pumpido, Trinidad Jiménez, Alberto Ruiz-Gallardón, Manuel Fraga, Alfredo Prada, Diego López Garrido y al juez Gómez Bermúdez.

Pero, sin duda, la frase más rotunda respecto a la percepción que, desde el exterior, se ha tenido del juicio por los atentados de Madrid la dijo el presidente del Consejo General de la Abogacía, Carlos Carnicer: 'El juicio del 11-M está asombrando al mundo'. Ese énfasis en la buena imagen que la Justicia española ha dado al mundo lo ponía también Mariano Fernández Bermejo en una entrevista en El Mundo: 'El presidente del tribunal ha llevado una conducción ejemplar en un juicio tan complicado. Ha dado una imagen de la Justicia que nos hacía mucha falta. Es muy bueno que se de esa imagen'.

La misma opinión que expresaron públicamente Manuel Fraga y Alberto Ruiz-Gallardón, por ejemplo.
En el Consejo de Europa el juicio fue puesto 'como ejemplo de coherencia en la lucha contra el terrorismo'. Así lo hizo ante el pleno Dick Marty, el ponente del informe sobre las actividades ilegales de la CIA en territorio europeo en relación con el terrorismo yihadista. A su modo de ver, 'al contrario que en EEUU, donde la CIA vio incrementados sus poderes para llevar a cabo detenciones extrajudiciales, el macrojuicio español demuestra que se puede hacer frente a la amenaza terrorista con la primacía del Derecho'.

El orgullo por la imagen que España y su Justicia estaba dando en el ámbito internacional llegó desde muchos puntos. Entiendo que, sobre todo, desde los que están en contacto con los líderes extranjeros. Hubo felicitaciones directísimas y también palomas. En este caso incluso águilas, señoras del cielo, procedentes de los más altos nidos.

Entre los grupos de personas que solicitaron acudir a la Casa de Campo para seguir en directo alguna de las sesiones hubo también magistrados y fiscales de otros países. Muchos de ellos de países latinoamericanos. En la mayoría de los casos la agilidad y el despliegue tecnológico del juicio de Madrid les parecía a años luz de sus posibilidades. Incluso, en casos concretos, jueces argentinos afirmaban que los procedimientos que se inician ahora contra represores y en los que deben hacer frente a centenares de testigos resultan casi imposibles de asumir con la concepción tradicional con que se abordan los juicios.

Otros también envidiaban, sanamente, los medios técnicos de que se disponía para el proceso. Uno de los países europeos con mayor interés en el juicio ha sido Alemania. No es de extrañar, después de haber sabido que el 11-S se gestó en Hamburgo y de haber comprobado después como los intentos para atentar en su territorio continúan. No sólo a nivel diplomático, sino periodístico. Uno de los más importantes semanarios alemanes, Der Spiegel, mostraba en un amplio reportaje, sobre todo, su admiración por el nivel tecnológico y la transparencia. Respecto al juez decían: 'Wenn es der Wahrheitsfindung dient, bedient er sich zudem eines Laserstrahls'. O sea, más o menos en cristiano, 'si el juez Bermúdez hubiera creído que servía para descubrir la verdad, hubiera utilizado un rayo láser', y comparaban este despliegue con todas las restricciones que la Justicia alemana realiza para el acceso de los informadores y la tecnología a los juicios.

Una veterana periodista

Elisa Beni Uzabal (Logroño, 1964), ejerce el periodismo desde los 23 años. Ensu haber tiene hab er sido, con 24 años de edad, la directora más joven de un periódico en España, en este caso ‘El Faro de Ceuta'. A lo largo de las dos últimas décadas trabajó en medios
de comunicación como la Cadena Ser, ‘La Voz de Almería', ‘Diario 16' o ‘Época', entre otros.

Otro lado del mostrador

La periodista es actualmente directora de Comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, desde donde centraliza buena parte de la información judicial de la comunidad. El acercamiento entre el mundo de la Justicia y el periodismo es en los últimos años su principal vocación, que le ha llevado a publicar junto a su marido un ‘Manual de periodismo judicial'. 

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