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Serio aviso al centralismo

La manifestación por el derecho a decidir sobre infraestructuras apoyada por CiU, ERC e ICV-EUiA reúne a 200.000 personas en el centro de Barcelona.

DAVID MIRÓ

Se intuía que sería una manifestación multitudinaria pero las previsiones se desbordaron. A las 18:30, una hora y media después del inicio de la marcha, la cola no se había movido de la plaza Catalunya. Los organizadores se frotaban los ojos. Los jefes de prensa de los políticos lamentaban que, una vez más, ETA interfería en lo que tenía que ser una fiesta para los catalanes y les birlaba la portada del domingo. Poco a poco se iba comprobando que se trataba de una de las manifestaciones de signo soberanista más concurridas de las últimas décadas, quizá la que más. La estimación de la policía ponía la guinda: 200.000 personas. La organización elevaba la cifra hasta las 700.000.

Si bien no todos los participantes compartían el fervor independentista, no se puede negar que la mayor parte sí, incluidas las bases de CDC, traídas de aquí y de allá en autobuses. La comunidad convergente se dio un baño de autoestima, no así la de Unió, invisible ayer.

Pujol, Rigol, Barrera, Maragall

La manifestación fue también un ejercicio de civismo. Ni un incidente. La gente se agolpaba en las aceras para aplaudir las diferentes pancartas y personalidades como el presidente del Barça, Joan Laporta. Encabezando el sector de los partidos desfilaba una tríade sabor añejo: el expresident Jordi Pujol,y los expresidentes del Parlament, Joan Rigol y Heribert Barrera. Mezclado entre la multitud avanzaba también el expresident Pasqual Maragall, liberado ya de su militancia en el PSC y que no hizo declaraciones.

El gentío avanzaba a buen ritmo, a veces bajo un silencio impresionante, roto sólo por los gritos de in-de-pen-dèn-ci-a. El único incidente desagradable lo sufrieron unas chicas con pegatinas de ERC que recibieron los reproches de un airado convergente: ¡vosotros sois los culpables de la división del pueblo catalán por hacer a Montilla president! ¡Carod traidor!

¿Donde está Montilla?

En el manifiesto final se reclamó el traspaso a la Generalitat del transporte ferroviario, mayores inversiones , la publicación de las balanzas fiscales y que la Generalitat recaude y gestione todos los impuestos.

La mayoría de reproches se dirigieron a la ministra Magdalena Álvarez. Una de las pancartas más apludidas rezaba: Ni partíos ni doblaos. En voz baja una mujer preguntaba: ¿donde está el president? El PSC se reafirmó en un comunicado en su compromiso para encontrar soluciones y tachó de 'hipócrita' a CiU.

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