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Palabra de joven cofrade

Religiosidad y tradición se dan la mano en el mundo cofrade sevillano, que aglutina a más de cien hermandades

PANCHO TRISTÁN

A Pedro le da pena que llegue la Semana Santa. Dice que se le va muy rápido. Pedro Gutiérrez, sevillano, 30 años, se deja su tiempo libre y un pedazo de su sueldo en una 'pasión' de la que ha hecho uno de los pilares de su vida: su condición de cofrade, su pasión por el culto a determinadas imágenes y por la Semana Santa, una semana para la que afirma que vive todo el año. La historia de Pedro no es un retrato de Sevilla, ni de la juventud sevillana. La capital andaluza también es esto, pero resulta ser mucho más. Ésta es la historia de Pedro y, quizás, la de tantos otros cofrades jóvenes cuyas aficiones poco o nada tienen que ver que con las aficiones de los inquilinos del edificio de Aquí no hay quien viva. Pedro es una parte de otra España que, eso sí, sólo puede existir en Sevilla.

'En mi familia somos cuatro hermanos y el único que está así metido soy yo'. Sí, habla Pedro. Y sigue: 'Hay gente aquí, en Sevilla, que en Semana Santa ve un par de pasos -imágenes de la pasión de Cristo llevadas a hombros por costaleros-, toma unas tapas, y se va a su casa. Y hay gente que sale desde primera hora y hasta que no se recoge la última no nos vamos. Yo, por suerte o por desgracia pertenezco a ese tipo de personas'.

Son muchas personas, ese tipo de personas. Según datos del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, hay en la ciudad 181 hermandades, de las que 59 salen en Semana Santa. Cada una de ellas es un mundo con sus reglas, su organización, las funciones de los cofrades, su visión de la Semana Santa. Y cada uno de sus integrantes tiene sus motivos para ser cofrade: 'Yo creo que es algo que los sevillanos tenemos aquí desde chicos -dice Pedro-. Cuando tú eres pequeño, empiezas a fabricar pasos, por ejemplo... es como algo que llevas en la sangre. Ves a los costaleros y piensas que quieres ser como ellos. Yo soy de la Hermandad de Los Gitanos porque mi madre nació justo al lado de la Iglesia de los Gitanos'.

Pertenecer a la Hermandad de los Gitanos, o a cualquier otra, supone pertenecer a un colectivo que durante todo el año comparte unas creencias, unos ritos, y unos espacios de encuentro y socialización. Y que trabaja para el momento cumbre de la Semana Santa. Es, en esos días, cuando llega la explosión de las emociones: 'En la Madrugá, cuando veo al Cristo de los Gitanos, siento algo que no puedo describir'.

Desde el Puerto de Santa María, en Cádiz, acaba de llegar Sergio Rivera, de 31 años. Aprovechando el fin de semana, se ha venido hasta Sevilla para participar en un ensayo de la hermandad. Es capataz: dirige el paso en la calle, coordina a toda la cofradía durante las procesiones. Sergio cree que 'aquí -en Andalucía- vivir en un barrio desde pequeño, ir a un culto de tu hermandad... el día de mañana quieres ser uno de ellos. Y después, un Lunes Santo, levantarte, respirar, ver el sol, que es muy importante, acercarte a la capilla, ver los pasos como diciendo aquí estoy yo, sácame a la calle... a mí ese es un momento que me conmueve bastante'.

Tanto Sergio como Pedro aseguran que en la pasión de los cofrades hay mucho de religiosidad y también mucho de tradición y de cultura. Son constantes las referencias y las comparaciones con el fútbol. 'Esto es como el fútbol, aquí hay de todo', sostiene Pedro. Y de entre todo lo que hay, algo que destaca es la presencia de gente joven: 'Tú vas a cualquier iglesia y predomina la gente mayor. Pero un paso hace que a la iglesia vaya gente de todas las edades, tanto como un buen predicador'.

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