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La familia de Isaías se negó a recibir a Rajoy

El PSE replica al PP que «ellos deciden cómo llevar su dolor»

GUILLERMO MALAINA

Mariano Rajoy y María San Gil se encontraron el viernes por la noche con una situación que no se esperaban a su llegada a la capilla ardiente de Isaías Carrasco: la familia no quiso recibirles.

El episodio acabó con un cruce de palabras entre los dirigentes del PSE-EE Patxi López y Miguel Buen con la presidenta conservadora en el País Vasco que puso en evidencia cuál es el ánimo en el Partido Socialista ante las constantes acusaciones del PP contra el Gobierno a lo largo de la última legislatura. En el PSE-EE, donde se vieron con buenos ojos los intentos del Ejecutivo por alcanzar la paz a través de un proceso de diálogo, no se han digerido los reproches lanzados desde el PP, ni tampoco la acusación de Mariano Rajoy a José Luis Rodríguez Zapatero en el primer debate de TV de esta campaña: “Usted ha agredido a las víctimas del terrorismo”.

El caso es que la explicación de la presidenta del PP del País Vasco y la versión de Patxi López sobre lo ocurrido el viernes por la noche en la capilla ardiente tampoco coinciden. Según el testimonio de San Gil, Rajoy acudió “con la clara voluntad” de estar con la familia de Carrasco y de trasladarles “su cariño y su afecto” y, para ello, recibieron el “visto bueno por parte de Patxi López”.

“Nos encontramos con que, nada más llegar, ya el señor Miguel Buen -líder de los socialistas guipuzcoanos- nos empezó a increpar, y cuando entramos en la capilla, con el cuerpo presente, el señor López, en un tono desairado y elevado empezó a increpar y a meterse con Mariano Rajoy”, indicó.

“Lo que tuvimos que padecer Rajoy y yo”, agregó, “es algo de lo que en el futuro Patxi López se arrepentirá”.

Explicación de Patxi López 

La versión ofrecida ayer por el secretario general del PSE-EE a través de su blog “para evitar que se continúe con las especulaciones” es bien distinta. “En principio”, explicó, “la familia de Isaías Carrasco no quería que el PP apareciera en la capilla ardiente. Cambió de opinión para que, según sus propias palabras, ‘no hubiera interpretaciones perversas’”.

“Cuando entró y me dio el pésame, le dije textualmente: ‘Acepto el pésame, pero espero que nadie más de tu partido diga de ni un solo socialista que agredimos o traicionamos a las víctimas o que cedemos ante el terrorismo’”.

Según añadió, fue entonces cuando San Gil le replicó que no era “el momento justo”. “Y le contesté que lo que no era justo era lo que habíamos tenido que soportar cuatro años. Y me fui”. “Fue después”, agregó López, “cuando la familia decidió que no se acercara al féretro o a ellos. Ellos deciden cómo quieren llevar su dolor”.

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