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Camps, el tapado de Rajoy

La crisis postelectoral del PP ha incrementado el poder de los barones territoriales, especialmente, el presidente valenciano

FERNANDO GAREA

Al famoso balcón de Génova, que tanto ha dado que hablar en tantas noches electorales, se accede por una ventana situada en el despacho de la presidencia del PP de Madrid, es decir, el de Esperanza Aguirre. La noche del 9-M, Rajoy atravesó con su mujer el despacho de Aguirre y accedió al balcón sin cruzar palabra con la presidenta de Madrid.

No salió al balcón porque nadie se lo pidió y nadie habló siquiera con ella. Al día siguiente, cuando Rajoy dudaba si tirar la toalla, habló con muchos dirigentes del PP, salvo con ella.

Esperanza Aguirre empezó a perder sus opciones de liderar el PP después de Rajoy el día 16 de enero en la sala de la sede del partido en la que se celebran los maitines. Ese día lanzó un órdago tan fuerte al presidente del partido que quedó tocada ante él y ante todos aquellos que tienen capacidad de influencia. Esta semana muchos le han pasado la factura por aquello. Entonces se dijo que prefirió quedarse tuerta con tal de que Gallardón se quedara ciego, pero a la larga los dos quedaron marcados por aquella escena.

Ella negó entonces que hubiera amenazado con dimitir, pero Rajoy le hizo pagar la afrenta desmintiéndola y dejando claro siempre que sí fue sometido a ese órdago.

Entre el domingo y el martes de esta semana, Aguirre quedó definitivamente excluida como futura lideresa. Los más influyentes del partido prefirieron la continuidad de Rajoy a la llegada de Aguirre, la única en disposición de sucederle ya.

De todos los barones regionales, Aguirre es la que más hooligans mediáticos tiene y, precisamente, en la capital. Esa es su ventaja, pero a veces su problema cuando corren más que ella en fervor, como ocurrió entre el domingo y el martes.

Uno de los nuevos barones del partido explica que en los múltiples contactos de esas horas comprobaron que no había nadie más dispuesto a suceder ahora a Rajoy. Sólo veían a Aguirre moverse y propiciaron un movimiento táctico defensivo, para cortar su ofensiva. Se sumaron Javier Arenas, Alberto Núñez Feijóo y miembros del aparato. De todos ellos, el que ha emergido sin disimulo es Francisco Camps. No está dispuesto a renunciar ahora a su cargo, que le aporta poder en el partido y fuera de él, y trasladarse a un despacho de Génova, sin posibilidad de ser diputado para hacer oposición. En el futuro ya veremos. El lunes habló con Rajoy y fue uno de los que le pidió que no se fuera.

Lo que ha ocurrido en los últimos días crea un escenario completamente nuevo en este partido y que, hasta ahora, era mucho más propio del PSOE. Se trata de la existencia de barones territoriales con tanta fortaleza en el PP como en sus propios feudos.

Han conseguido resultados tan espectaculares como que dirigentes del PP aseguran que gran parte de la estrategia de oposición al Gobierno de Zapatero para los próximos años debe basarse aún más en la actuación de esos barones. Ya abrió la puerta Aguirre con la Educación a la Ciudadanía y ahora se han sumado otros como Valcárcel en Murcia.

Todos estos barones, que vienen a ser lo que fueron Rodríguez Ibarra, Bono y Chaves en el PSOE toman ahora posiciones de cara a 2012.
De todos, el que más opciones de futuro tiene es Camps. Primero por edad, porque en 2012 estará en la edad justa para ser candidato. Nunca ha habido candidatos a la Presidencia de más de 50 años y los cambios de liderazgo han supuesto saltos generacionales.

Aznar en 1989
Camps, que niega estos días cualquier aspiración, tiene apoyo de otros barones como Valcárcel, Pedro Sanz y Juan Vicente Herrera. Ese respaldo lo recabó el lunes para pedir a Rajoy que se quedara. Tiene a su favor los espectaculares resultados en su comunidad y el jueves vivió dos satisfacciones: el respaldo de Rajoy en Valencia y ver la retirada de Zaplana. Ya meses antes de las elecciones generales acordó con Rajoy que Zaplana no iría por Valencia y que la lista la encabezaría Esteban González Pons, uno de sus arietes políticos.

A día de hoy la pregunta es si Rajoy llegará a 2012 como líder del PP y candidato. La pregunta no tiene respuesta y remite a otras variables, porque ni siquiera se sabe si Zapatero se presentará por tercera vez. Porque si Rajoy tuviera eso en la cabeza, lo lógico es que ahora mantuviera su intención de ser candidato entonces, para evitar guerras de sucesión.

Algunos en el PP recuerdan que en 1989, Aznar dejó la Presidencia de Castila y León meses antes de las generales para encabezar por primera vez las listas de su partido. Con ese paralelismo hay quien elabora la hipótesis de un Camps con presencia pública hasta entonces desde la Generalitat y con opciones en las generales.

En política un mes es un plazo largo y tres años una eternidad, por eso, hablar de lo que pueda pasara hasta entonces no pasa de ser ciencia ficción. La único seguro es que en este momento Camps es el mejor situado para lo que pueda ocurrir. La fecha clave en ese escenario es la de mayo de 2011, cuando unos meses antes de las generales, haya autonómicas y municipales. Nadie sabe si todos esos barones y Gallardón repetirán como candidatos. O qué resultados obtendrán. Hasta junio sólo se esperan movimientos para situarse, luego habrá respaldo unánime a Rajoy y a esperar a lo que pase en esta legislatura. Un dirigente del PP asegura que en este partido se paga no sólo la indisciplina, sino la apariencia de indisciplina y por eso nadie se moverá.

Equipo renovado
La otra partida en el PP se juega en lo que Rajoy llama la renovación y la creación de lo que ahora, cuatro años después, denomina su equipo. Algunos de los más veteranos ven algo injusta la depuración de Eduardo Zaplana y Ángel Acebes, como si ellos hubieran actuado autónomamente estos cuatro años. Si se admite la hipótesis que ha sostenido Rajoy en campaña de que las iniciativas sobre el 11-M salían del Grupo Parlamentario, la conclusión no es nada positiva para su capacidad de liderazgo.

Según un dirigente del PP, 'es como si Zapatero hubiera perdido y el día después hubiera cortado sólo la cabeza de Blanco y López Garrido, ¿sería creíble la renovación?'. En todo caso, a diferencia de lo que ocurrió en 2004, Rajoy tiene en el Congreso un grupo de jóvenes diputados con preparación y dispuestos a dar batalla. Por ejemplo, González Pons, Carmen Guerra, Carlos Floriano e Ignacio Cosidó, entre otros.

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