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Mueren nueve bebés inmigrantes en un cayuco

Su primera lágrima cayó cuando el pañal de la Cruz Roja le rozó la piel, quemada durante días por la reacción del agua del mar y el combustible de la patera. Apenas tiene un año, es nigeriano y ha sido el &

DANIEL AYLLÓN

En la embarcación viajaba con su madre y otros 46 subsaharianos rumbo a la costa andaluza. Los otros nueve menores de cuatro años murieron en alta mar en brazos de sus madres y fueron arrojados por la borda junto a otros seis cadáveres adultos. El jefe de la Cruz Roja de Almería, Francisco Vicente, describió ayer el rescate de los 33 supervivientes con inanición, hipotermia y deshidratación como “el más dramático que hemos vivido nunca”.         

“¿Dónde está mi hijo?”. Las nueve madres subsaharianas que desembarcaron ayer de madrugada de la patrullera de Salvamento Marítimo en el puerto de Almería estaban en estado de shock. Habían perdido a sus hijos en el mar y, aunque las autoridades aseguraron ayer que los 33 inmigrantes rescatados recibirán un tratamiento “excepcional”, lo más probable es que sean retenidos en un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) y finalmente repatriados a sus países de origen (Senegal, Nigeria, Gambia, Kenia y Camerún, entre otros) con su sueño roto y sin sus hijos.

Anoche, tres de las mujeres permanecían en la UCI del hospital de Torrecárdenas (Almería). Una abortó. La mayoría de los 19 hombres que salvaron la vida “son menores de 20 años”, explicaron fuentes de la Cruz Roja. Tanto ellos como el resto de inmigrantes, partieron hace una semana de Alhucema (Marruecos), donde habían permanecido escondidos para burlar la vigilancia de las patrulleras locales.

Los víveres con los que embarcaron se acabaron el cuarto día y, al poco tiempo, el motor de 25 caballos que les empujaba hacia El Dorado español dejó de funcionar. Quedaron a merced del viento del Mar de Alborán y el fuerte temporal.

Compartir un metro cuadrado de embarcación con tres personas es prácticamente insostenible durante un trayecto semejante. Cuando empezaron a morir los primeros integrantes de la embarcación, dos de ellos tomaron la decisión más dura del trayecto: lanzar sus cuerpos por la borda.

El sexto día, la corriente les empujó hasta una zona de cobertura telefónica cercana a la costa española, pero el GPS estropeado de la embarcación y las coordenadas erróneas que dieron por teléfono al 112 impidieron que Salvamento Marítimo les avistase. Un velero fue el que dio la alarma.
Su tragedia se suma a la que el pasado lunes costó la vida a otras 14 personas frente a la costa de Motril (Granada).

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