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El empresario que ya se veía en la 'Champions'

José Luis Ulibarri levantó desde la nada un imperio con grandes aspiraciones

PERE RUSIÑOL

'Su objetivo era hacer negocio con los políticos amantes del lujo. Le gustaba tenerles atrapados y, por tanto, a sus órdenes', asegura un empresario que trabajó con José Luis Ulibarri, el presidente del Grupo Begar que esta semana comparecerá ante el juez Baltasar Garzón como imputado por el caso Gürtel.

Ulibarri, de 54 años, construyó de la nada un imperio que ahora se tambalea. Han pasado muchos años desde que en 1980 aquel chico de familia humilde su padre fue cartero y taxista que llegó a Ponferrada procedente del norte de Burgos fundara con un par de amigos la empresa de construcción Begar, acrónimo de estos amigos: Benito y García.

Él no dejó su impronta en el nombre porque trabajaba aún para otros, pero hoy domina el holding que factura más de 600 millones de euros. Tras años de crecimiento silencioso en provincias, empezaba a ser alguien en Madrid y Valencia y tenía su Champions particular ser un gran magnate nacional a la vuelta de la esquina. Pero de pronto se le cruzó Garzón en el camino.

En Ponferrada y Castilla y León había salido ganador en un entorno muy duro, que se rige aún a veces por reglas extremas. En Ponferrada superó a su ex jefe José Martínez Núñez fue su aparejador, constructor de métodos heterodoxos que fue acusado, aunque no condenado, de mandar sicarios a liquidar a José Cuiña cuando era consejero de Política Territorial de Galicia, y a encapuchados a destrozar oficinas del grupo Begar.

También penetró al este de la comunidad, terreno de Antonio Miguel Méndez Pozo, que fue condenado a siete años de cárcel por falsificación y llegó a cumplir nueve meses, pese a que este le declaró guerra a muerte. Para ello fue una ayuda inestimable la Junta de Castilla y León y el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva muy cercano a José María Aznar, que se jacta de ser íntimo de Ulibarri y de pasar juntos veladas veraniegas en el yate del empresario.

La Junta de Castilla y León ha acabado imponiendo una tregua entre Ulibarri y Méndez Pozo con la concesión compartida para que dos de sus empresarios predilectos creen juntos la televisión autonómica por TDT. Y es que ambos han levantado su imperio combinando el ladrillo y los medios de comunicación.

El salto de Ulibarri ha sido sin embargo mucho más espectacular: ha ido comprando los periódicos regionales de referencia incluido el centenario Diario de León y las televisiones locales más potentes, y ha trabado alianzas con muchos de los grandes grupos de ámbito nacional: emisoras de Vocento, diarios regionales vinculados a El Mundo, fichaje como hombre fuerte para comunicación de Florencio Carrera, procedente de la rama local de la Cadena Ser, etc.

Ahora Ulibarri estaba en plena expansión nacional: concesiones de TDT en Valencia, accionista de Punto Radio y dueño al 50% de El Semanal Digital, combativo periódico por Internet próximo al PP.

'Cualquiera que se enfrenta a él en Castilla y León tiene que tener en cuenta que será apisonado por los medios', explica un político de Ponferrada, que añade: 'Hasta que entró en juego Garzón, Ulibarri tenía permanentemente un cheque en blanco porque nadie se atrevía a llevarle la contraria'.

El mismo PSOE castellano-leonés le bailaba a menudo el agua, aterrorizado por su poder, y el partido incluso expedientó en el pasado a media federación socialista de Ponferrada, donde resisten los más feroces críticos de Ulibarri.

De hecho, el empresario ha cultivado al máximo las relaciones con el PSOE: exhibía las fotos con los apretones de mano con su 'paisano' José Luis Rodríguez Zapatero, concursaba y ganaba muchas adjudicaciones para construir el AVE, y pujaba por incorporar a su constelación a cualquier directivo con buenos contactos en el PSOE. El último lo pescó en 2007 y fue una pieza notable: incorporó como consejero del Grupo Begar a Luis Carlos Croissier, ex ministro de Industria de Felipe González y ex presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Amordazado en parte al PSOE durante muchos años, el empresario ha tenido pista libre para desarrollar las relaciones privilegiadas con el PP, que le han permitido saltar a Valencia con la TDT y a Madrid, donde para construir el hospital de Vallecas se asoció con la esposa del concejal Sigfrido Herráez, que ha dimitido por la concesión sospechosa de un contrato a Special Events, la empresa emblemática de la trama Gürtel que dirigía Francisco Correa y que investiga Garzón.

El holding toca muchos palos construcción, limpieza, jardinería, transporte, pero toda su profusa actividad tenía un común denominador: se trata de negocios que casi siempre dependen de la Administración pública.

Hay otro elemento clave sin el que es difícil explicar el gran salto del ex aparejador de olfato extraordinario: Caja España. Al frente de la entidad llegó a colocar a su socio en Leocasa Begar controla el 50% de la empresa, Victorino González Ochoa. Y algunos de sus colaboradores alardeaban de su conexión con Enrique López, ex portavoz del Consejo General del Poder Judicial y cuñado de Miguel Hernán, hombre de confianza del magnate. Con tantos mimbres, la Champions parecía asegurada.

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