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Historias de una batalla por la igualdad laboral y salarial

A las mujeres aún se les exige más esfuerzo para ocupar cargos relevantes

ANA REQUENA / ANA TUDELA

El 8 de marzo de 1908, las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York se encerraron para protestar por sus pésimas condiciones laborales. El dueño o la propia policía incendiaron el edificio para frenar la protesta. Decenas de aquellas mujeres murieron. Reclamaban un salario digno y una hora libre para amamantar a sus hijos. Cien años después, salario y compatibilidad entre vida personal y laboral siguen siendo los dos grandes retos del mercado laboral.

En los últimos quince años, la tasa de actividad y ocupación de las mujeres no ha dejado de crecer. De los ocho millones de puestos de trabajo creados, más de la mitad han sido ocupados por mujeres. Para la secretaria general de Empleo, Maravillas Rojo, esa tendencia supone 'una de las mayores transformaciones del mercado laboral'. El trabajo que realizan las mujeres 'aún es menos valorado socialmente y eso influye en sus remuneraciones', apunta la secretaria de Igualdad de UGT, Almudena Fontecha.

Según datos de la Unión Europea, las españolas cobran un 26% menos que los españoles. En el total de los países miembros la diferencia es del 17,4% y la mitad se debe a sueldos diferentes en puestos iguales.

La Unión Europea lleva intentando solucionar estas diferencias salariales más de medio siglo. El primer paso se dio en el mismo Tratado de creación de la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1957. No fue un motivo social sino económico. Lo forzó Francia que, debido a que su legislación ya incluía la igualdad salarial, temía que la baja retribución de las mujeres de otros países se transformase en ventaja competitiva.

Los Estados miembros no cumplieron el compromiso de trasladar el artículo 119 del Tratado (ahora 141) a sus legislaciones antes de 1962 y la idea no volvió a coger impulso hasta 1974, cuando se convirtió en prioridad. Desde entonces se han sucedido las directivas igualitaristas y desde 1999 (Tratado de Amsterdam) la UE tiene potestad para intervenir en los países con el fin de eliminar discriminaciones, ya sea por sexo u otro motivo.

La economista belga Marianne Bertrand, especialista en desigualdades, señaló a Público que la maternidad es un punto de inflexión: 'Los hijos hacen que aumenten la desigualdad entre géneros'. Para Bertrand se trata de un problema de 'estructuras': 'Habría que preguntarse si los trabajos tienen que ser así, ¿hay que trabajar tantas horas, estar disponible las 24 horas del día?'. 'Cuando una mujer tiene hijos su retribución cae porque son problemas, cuando un hombre los tiene se le considera más porque se les supone más responsabilidad', afirma.

El llamado 'techo de cristal' continúa dificultando el acceso de las mujeres a los puestos directivos. Según la CNMV, en 2007 la presencia de las mujeres en los consejos de administración de las empresas del Ibex 35 era sólo del 6%. Además, el 40% de las compañías cotizadas en las que la presencia de las mujeres en su consejo era escasa o nula declararon no haber adoptado medidas para corregir esta situación.

En cualquier caso, hay mujeres en primera línea. Steve Ballmer eligió a Rosa García para dirigir la estrategia mundial de Microsoft. Louis V. Gerstner quiso a Amparo Moraleda a la cabeza de la gestión de IBM. Ambas rompieron el patrón por méritos propios y lo recuperaron por su condición. Llegaron a lo más alto y cuando quisieron tener hijos, rechazaron otras ofertas y volvieron a España para dirigir las filiales nacionales de Microsoft e IBM.

María Luisa González Ruiz, directora de Gestión de Puntos de Suministro de Iberdrola, conocida ahora por explicar los cambios en los recibos de la luz, es la chica que entró hace 31 años en Iberduero (hoy parte de Iberdrola) y tuvo que escuchar que podía dejar su carrera de Derecho porque 'los puestos de titulado superior son para hombres'.

Vio cómo muchas de sus 'compañeras dejaban la compañía para casarse y recibían una cantidad a modo de dote'. Y asegura que dentro de su larga vida profesional Ignacio Sánchez Galán, presidente de la compañía, le parece 'el que más se ha preocupado por que las mujeres ocupen puestos de responsabilidad'. Un 13% del consejo de Iberdrola son mujeres, lo que dobla la media del Ibex. María Luisa Gónzalez reconoce que las mujeres, 'entre nosotras, no nos ayudamos mucho' y cree que quizás es 'por educación y porque nos ha costado tanto llegar que tendemos a competir entre nosotras'.

Carmen Rodríguez Ares, presidenta de la Sociedad Estatal de Gestión de Activos, también ha vivido la época del 'gran avance' y sigue pidiendo cambios.

'Los varones se resisten a asumir el papel que les corresponde en el hogar y ello sobrecarga de responsabilidad a las mujeres y les impide competir', comenta. Como 'broma' dice que 'hay muchos hombres que alargan interminablemente las reuniones para encontrarse a los niños bañados y cenados'. Luego, muy en serio dice que muchas mujeres acaban por 'tirar la toalla' y que 'ningún país puede permitirse el lujo de formar abogadas, biólogas y economistas para que terminen ocupándose sólo de los hijos y la plancha'.

Carmen Mur, presidenta de Manpower, espera 'que llegue el día en que todo esto deje de ser noticia, que lo que se valore sea el talento, sin importar si es masculino o femenino'.

 

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