'Departamento de ocurrencias educativas'. Con eslóganes como este, unos 80.000 docentes, según los sindicatos, y unos 23.000, según la Guardia Urbana, salieron ayer a la calle para manifestarse y pedir la dimisión del conseller dEducació, Ernest Maragall, a quien acusan de 'autoritario' y de querer 'privatizar la educación' con la aplicación de la futura Ley de Educación Catalana (LEC).

Las reivindicaciones tienen que ver con la LEC, pero también con la actitud del conseller, de quien dicen que 'hace lo que le da la gana sin contar con nadie', como afirmaba ayer el profesor Andrés Valenzuela, quien acudió junto a sus compañeros a la manifestación, la tercera en un año.

El conflicto se agravó a principios de este año, cuando Maragall se descolgó al anunciar un programa según el cual los docentes pueden aumentar su horario lectivo de manera voluntaria y remunerada. Y eso fue la gota que colmó el vaso.

'Todo el mundo está en contra [de Maragall] aunque no haya hecho huelga', decía una maestra de la escuela Bogatell, en Barcelona. 'Lo que pasa es que no todos pueden prescindir del dinero', se lamentaba.

Como ocurre en estos casos, las cifras bailaron. Según los cinco sindicatos convocantes de la protesta, el paro fue secundado por el 80% de los docentes; en cambio, según el departament dEducació, el seguimiento de la huelga en los centros públicos fue sólo del 41,49%.

'Antes de hacer una ley de educación hay que informarse de cómo funciona la educación', decía un profesor de ciclos formativos. 'Su actitud es indignante', afirmaba a su vez una maestra de Callús (Barcelona).

Mientras los manifestantes coreaban proclamas en contra del conseller, Maragall estaba en el Parlament de Catalunya, donde puso de manifiesto su 'determinación para seguir gobernando el cambio de la educación (...) con la misma convicción y firmeza, y con el mismo contenido'.