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Zapatero cierra hoy una amplia crisis de Gobierno

El PSOE ordenó ayer silencio a sus dirigentes para acallar las filtraciones, que han generado un fuerte malestar en Moncloa. Los nuevos ministros se estrenarán mañana en el Ejecutivo

MIGUEL ÁNGEL MARFULL

El presidente del Gobierno cerrará hoy a contrarreloj los últimos detalles de una amplia remodelación ministerial que, en su consecuencia más relevante, retira al vicepresidente Pedro Solbes del timón económico del Ejecutivo.

Rodríguez Zapatero regresará esta madrugada a Moncloa después de una gira europea que inició el pasado jueves. Reventado el efecto sorpresa que tenía previsto alimentar con esta crisis de Gobierno, Zapatero precipitará los cambios ya perfilados, de manera que su nuevo Ejecutivo le acompañe mañana en la mesa del Consejo de Ministros, cita que figura ya en la agenda de alguno de los nombres apuntados para el relevo, según ha confirmado Público.

Sólo pendiente de la confirmación oficial, nadie en el entorno de Zapatero duda ya del profundo calado de esta crisis de Gobierno, que puede incluir también la fusión de algunos ministerios. Con todas las posibilidades abiertas, únicamente se descarta la creación de una cartera de Deportes, iniciativa que anunció el propio Zapatero en noviembre de 2008 'cuando haya una remodelación ministerial'.

Para evitar interferencias, el PSOE y Moncloa dictaron ayer el toque de queda y ordenaron mantener silencio. La vicepresidenta Fernández de la Vega no acudió al Congreso, aunque su presencia figuraba en la agenda de un acto oficial celebrado en la Cámara Baja.

La secretaria de Organización socialista, Leire Pajín, también rehuyó su cita quincenal ante los periodistas tras reunir a la dirección de su partido como cada lunes. El PSOE adujo problemas de agenda para anular una convocatoria que habían anunciado sólo unas horas antes.

Las noticias que perfilan el nuevo Gobierno de Zapatero han sembrado el malestar en el entorno del presidente, donde tratan ahora de ubicar el foco inicial de las filtraciones.

La remodelación prevista por Zapatero dibuja un Ejecutivo con tres vicepresidencias: una política, en manos de De la Vega; otra económica, a cargo de Elena Salgado; y la tercera, responsable de política territorial y la agenda social, que gestionará Manuel Chaves. El número dos del PSOE, José Blanco, completa este cartel de incorporaciones con su llegada a Fomento en sustitución de Magdalena Álvarez.

Pero Zapatero ultima una remodelación amplia. Educación, Sanidad y Cultura pueden verse afectados. Dos ministros que figuran en la quiniela de posibles salidas del Ejecutivo, la titular de Educación, Mercedes Cabrera, y el de Cultura, César Antonio Molina, se parapetaron ayer tras la obviedad. 'Las reformas no son opinables, competen exclusivamente al presidente y las noticias saldrán cuando [Zapatero] las diga', admitió Cabrera.

Desde Egipto, Molina se resignó a reconocer que él está 'para todo' y es el jefe del Ejecutivo quien toma las decisiones. El silencio impuesto por el PSOE sólo lo rompió el fervor del líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, que atribuyó a Zapatero 'una inteligencia natural inaudita para medir los tiempos'. Y por el presidente de la gestora del PSOE en Galicia, Ricardo Varela, cuya amistad con Blanco le invitó a confirmar el relevo en Fomento, al señalar que el nuevo ministro 'será el impulso definitivo' para concluir las infraestructuras en esta comunidad.

Con la precipitación de la crisis de Gobierno, salta la agenda inicial prevista por los socialistas. La mala coyuntura económica, la derrota en Galicia y el horizonte de las europeas de junio pesaban en la balanza. Algunos asesores de Zapatero le aconsejaban esperar al verano para acometer una reforma, de manera que un cambio en su Ejecutivo no se viera contaminado ante una eventual derrota en los comicios europeos. Con este cambio de nombres se prologaría, además, la presidencia española de la Unión Europea, que arranca en enero de 2010.

La irrupción de esta remodelación ha roto, también, el arranque de una semana en la que los socialistas pretendían capitalizar una imagen reforzada en el exterior, tras la participación en la cumbre del G-20 y, sobre todo, con la bendición de Obama y la foto de la reconciliación con Estados Unidos.

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