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Un broche poco feliz para el artífice del único superávit

Solbes resolvió la crisis de los noventa, pero se ha visto desbordado por la actual

BELÉN CARREÑO

Aunque las páginas de los periódicos le dibujen desde hace meses como un ministro cansado, que exhibía a tiempo y destiempo su deseo por retirarse, la historia recordará a Pedro Solbes como uno de los mejores titulares de Economía, que supo llevar a España a su primer superávit y que rubricó la legislatura 2004-2008 con las cifras más brillantes conseguidas hasta ahora en materia económica.

Es difícil evaluar la gestión de Solbes al frente de Economía sin echar la vista atrás a su anterior etapa, cuando Felipe González le pidió que cambiara sus responsabilidades en Agricultura por las de Hacienda en 1993. El nombramiento venía con regalito: sacar a España de la crisis más aguda registrada hasta ese momento.

Entonces, como ahora, Solbes forjó los pilares con los que reactivar la economía sobre la base de una racionalización del gasto y una distribución ordenada de los Presupuestos. Su tesón le llevó a enmendar la maltrecha situación en la que Carlos Solchaga había dejado las cuentas del Estado. Además, hizo la puesta a punto a la economía española para pasar el examen de Maastricht, lo que allanaría la entrada en el euro. Pese a esta eficaz gestión, la memoria colectiva no puede evitar asociar el nombre de Solbes al año en el que el paro llegó en España al 24%.

Uno de los fallos de Solbes ha sido, precisamente, intentar luchar contra la actual crisis con los métodos tradicionales que tuvieron éxito contra la recesión de 1993. Sus allegados políticos lo califican como un 'economista ortodoxo' y sus recetas son las de siempre: dejar actuar al mercado y que los estabilizadores automáticos (la subida del paro y la caída de los ingresos por impuestos) corrijan los 'excesos' de la economía.

Pero las dimensiones de esta crisis han superado las concepciones clásicas de Solbes y su papel parecía restringido en esta etapa a contener las propuestas de sus colegas de Ejecutiva. 'Todo Gobierno por definición es de coalición entre el ministro de Hacienda y los demás ministros', asumía con sorna el alicantino.

A Solbes no le ha temblado la voz para desautorizar en público algunas de las medidas estrellas de sus colegas: desde el cheque-bebé ideado por Jesús Caldera, hasta el cheque-dentista de Bernat Soria de la anterior legislatura.

También echó abajo el impulso fiscal para la vivienda de Beatriz Corredor y su último 'no' fue para frustrar un plan de ayudas a la compra de coches ideado por el equipo de Miguel Sebastián.

Las negativas a propuestas fruto del diálogo social han sido otra de las gotas que ha colmado el vaso del descontento ante su gestión de la crisis. En sus recientes discursos de toma de posesión tanto el líder de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, como el de UGT, Cándido Méndez, le criticaron duramente.

Pero los cercanos a Solbes destacan su 'sensibilidad social' y su preocupación por 'no dejar a nadie atrás'. Solbes también es, simplemente, lo que dice ser: 'Un socialdemócrata liberal'.

Pedro Solbes ya había decidido su marcha política cuando comenzaron a percibirse los primeros síntomas de la crisis. Fue el propio presidente del Gobierno, que ahora le sustituye, el que le convenció para aceptar un nuevo cargo.

El último servicio de Solbes al presidente del Gobierno fue el debate televisivo frente a Manuel Pizarro. Muchos creen que aquel cara a cara fue uno de los puntos clave para ganar las elecciones.

Solbes erró en sus cálculos de la magnitud de la crisis y se aferró a la idea de que había que infundir confianza entre la población negando su existencia. Este fallo ha sido una de sus principales hipotecas en la gestión de la recesión. Su agotamiento público le llevó al punto de reconocer “envidiar” la salida del ex ministro Fernández Bermejo.

Álvarez se va sin lograr acelerar la obra pública
Las innumerables quinielas que apostaban por la salida de Magdalena Álvarez del Ministerio de Fomento desde la pasada legislatura se cumplieron ayer. La ex ministra tendrá una línea en la historia de la democracia española por ser el único miembro de un Gobierno que ha sido reprobado en el Senado. En lo económico, varias fuentes del sector coinciden en que se va sin lograr el reto impuesto para amortiguar la crisis: acelerar la inversión en infraestructuras. Las cifras hablan por sí solas. La inversión de Fomento en 2008, el año en que España entró en recesión, creció sólo un 6% (17.302 millones) y en lo que va de año ha caído casi un 60%, según datos de Seopan, la patronal de las grandes constructoras. “No lo ha hecho nada mal” o “ha hecho un plan de infraestructuras a largo plazo”, dicen en su defensa algunas voces del sector. Pero será difícil borrar de sus cinco años de gestión las autopistas bloqueadas por la nieve, los socavones del AVE en Barcelona o el caos de vuelos de Iberia en Navidad de los que culpó, sin empacho y respectivamente, a los conductores, la constructora y la aerolínea..

Cabrera: debates menores taparon sus estrategias
La ex ministra de Educación, Mercedes Cabrera, lamentó profundamente que la polémica abierta por la asignatura de Educación para la Ciudadanía tapase las líneas básicas de su estrategia para mejorar un sistema educativo que arrastra dos grandes problemas: el 30% de los jóvenes repite curso en Secundaria y otro 30% abandona los estudios al acabar la educación obligatoria. Para combatir ese lastre, Cabrera impulsó la Ley Orgánica de Educación (LOE) que heredó de María Jesús San Segundo en materias como la Formación Profesional o la educación de 0 a 3 años.

Soria, el científico que gobernó ajeno a las polémicas
Bernat Soria se dio a conocer cuando, como investigador, se enfrentó al Gobierno de Aznar al defender el uso de células madre para fines terapéuticos. En el Gobierno, defendió una nueva ley del aborto y ampliar los márgenes de la eutanasia. Su gestión estuvo alejada de la polémica, salvo en algún caso puntual como el del aceite de girasol contaminado. Su formación le valió el respeto de los profesionales. Además, inició el camino para conciliar las posturas de las autónomías, al abrir las negociaciones sobre el Pacto por la Sanidad, cuyo fin es reforzar la calidad y sostenibilidad del sistema.

El cine pudo con los planes de César Antonio Molina
Cinéfilo confeso, el sector de sus sueños le dio la espalda por no conseguir poner en marcha la Ley del Cine. El encontronazo con directores, distribuidores y productores le pasó factura. Sin embargo, en menos de dos años de gestión, César Antonio Molina creó el famoso ‘Manual de las Buenas Prácticas’, con el que puso fin a la arbitrariedad de los nombramientos en instituciones culturales. También planteó una profunda remodelación del INAEM, creó el Centro Nacional de las Artes Visuales, el Centro Nacional de la Moda o el Museo Nacional de Etnografía.

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