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Unas elecciones europeas con efectos domésticos

Los liderazgos de Zapatero y Rajoy se someten a otra prueba

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Independientemente del valor que tengan en la configuración del Parlamento Europeo, los comicios del 7-J tendrán, gane quien gane, una lectura interna en los dos grandes partidos. En el PP, tanto los críticos como los fieles a Rajoy saben que sus posibilidades de controlar el partido dependerán en gran medida del éxito o fracaso de la cita europea.

Aunque la victoria en Galicia consiguió dar aire a Rajoy y acallar temporalmente las quejas sobre su liderazgo, una derrota electoral despertaría de nuevo una contestación interna que espera el momento de resucitar.

El PSOE, por su parte, lucha por evitar que, tras los resultados gallegos, se consolide una tendencia a la baja. Los socialistas saben que podrían soportar una derrota ajustada. Con la crisis atravesando uno de sus momentos más críticos, cualquier resultado que no suponga un vapuleo se interpretaría en Ferraz como un mal menor. Los socialistas podrían incluso vender el fracaso de Rajoy, que con todo a favor no habría sido capaz de aplastar a su rival.

Una diferencia de cuatro o cinco puntos (similar a la que los dos Publiscopios europeos han otorgado al PP) dejaría, en cambio, sin argumentos a los socialistas. Zapatero no sólo cargaría con una nueva derrota a sus espaldas sino que tendría que enfrentarse a un Rajoy muchísimo más fuerte.

Conscientes de lo que se juegan, los dos principales partidos pondrán toda la carne en el asador de la campaña. Tanto Rajoy como Zapatero se implicarán de lleno como si se tratara de unas generales, multiplicándose para acudir a actos. De su capacidad de definir los temas que concentran el debate dependerá en gran parte el resultado de los comicios.

Los conservadores luchan por convertir la cita con las urnas en un plebiscito del Gobierno y todo su discurso será en clave nacional y, concretamente, económica. La intención del PP es que los votantes no escojan entre Fernando López Aguilar y Jaime Mayor Oreja, sino entre la gestión de sus jefes de partido.

Desde el PP empiezan a poner los cimientos de su estrategia. Son varias la voces que en los últimos días coinciden en acusar al Gobierno de suavizar, ante los comicios, las consecuencias de la crisis.

A diferencia de los conservadores, el PSOE trata de llevar la campaña a aspectos europeos y critica una y otra vez el desinterés del PP por debatir sobre ellos. Además, los socialistas intentan identificar a Mayor Oreja, cabeza de lista del PP, con el sector ideológico más conservador, vinculado al expresidente Aznar. La estrategia no sólo trata de minar las posibilidades del candidato al Parlamento europeo, sino que, por contagio, pretende resucitar la idea de que Rajoy sigue atrapado por el ala más extremista de su partido.

Sea como sea, lo que decidan los ciudadanos sobre Europa marcará también la política nacional.

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