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La psicopatía todavía es un tabú en la Justicia española

Los expertos reclaman que se apliquen tratamientos diferenciados a quienes padecen un trastorno de personalidad

LEA DEL POZO

Pedro Jiménez violó, torturó y asesinó a dos policías en prácticas. Los psiquiatras declararon que era un psicópata, un ser sin empatía, frío y calculador. Cuando la fiscal, Ana Gil, hizo su exposición final, pidió que Jiménez no saliera jamás de prisión porque 'era un peligro para la sociedad'. Imposible. El sistema penitenciario español está basado en la rehabilitación y no sostiene la cadena perpetua, incluso cuando el tratamiento todavía no está claro y el pronóstico no es muy esperanzador. Este es el caso de los psicópatas.

El profesor de la Universidad de Barcelona, Andrés Pueyo, explica que con los psicópatas se pueden hacer dos cosas: mirar para otro lado o aceptar que existen. Parece que, por el momento, España ha decidido mirar para otro lado. 'Existen tratamientos para violadores, pero ninguno para psicópatas', afirman fuentes del Ministerio de Justicia.

El problema es que 'se trata a los condenados por el delito que han cometido, no por su trastorno, y a veces no hay una relación directa entre lo uno y lo otro', dice Pueyo, y explica: 'Es un pez que se muerde la cola; si no les identificamos, no se pueden hacer tratamientos ni experimentos'.

En los últimos años, no obstante, se ha demostrado que los psicópatas necesitan tratamientos diferenciados porque en las terapias psicológicas comunes 'aprenden del terapeuta', afirma el psicólogo de la cárcel Modelo de Barcelona, Ferran Español, y utilizan esos conocimientos para 'manipular' a quienes están a su alrededor y obtener así beneficios penitenciarios, o bien convencer a sus terapeutas de que ya están rehabilitados.

Al mundo de la criminología le ha costado aceptar que existe la psicopatía, tal y como se entiende hoy en día. En parte, eso se debe a que el libro de cabecera de los psicólogos y psiquiatras españoles es el DSM IV manual de enfermedades mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, que no incluye este trastorno. Sin embargo, como explica Pueyo, actualmente cualquier estudio científico riguroso tiene claro que la psicopatía es un trastorno de personalidad. El problema radica en que 'en el mundo jurídico todavía se mantiene que la psicopatía es cualquier trastorno de personalidad'. Por lo tanto, a menudo, la confusión persiste.

El test internacionalmente aplicado para identificar este trastorno es la PCL R (Escala de Calificación de la Psicopatía Revisada), ideado por el experto Robert Hare, de la Universidad British Columbia, en Canadá. Pero en España, dice Ángeles Luengo, de la Universidad de Santiago de Compostela, 'la PCL R no se ha utilizado bien y da miedo etiquetar a alguien como psicópata'.

Así que, al menos por el momento, la psicopatía es un tabú para la aplicación de la justicia en España, algo que sólo existe a medias.

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