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Una obra desentierra a tres fusilados de Franco

El caso, localizado en San Sebastián, es investigado por un juez

DIEGO BARCALA

Las grúas de las obras del Puente de Hierro, en San Sebastián, tocaron el pasado lunes tierra que ya había sido removida en 1936. Las palas destaparon tres cuerpos con signos de violencia.

La investigación, aún en marcha, ha revelado que se trata de tres fusilados al comienzo de la Guerra Civil. Con toda probabilidad, según los objetos que se han encontrado junto a los esqueletos, son empleados municipales fusilados por las tropas franquistas. Un juez se ha encargado de la investigación.

El hallazgo ha sido supervisado por el médico forense de la Universidad del País Vasco Francisco Etxeberría. 'En un principio pensamos que eran restos más antiguos, de la guerra de la Independencia, pero la ropa que llevaban no era del siglo XIX', explica este especialista en exhumaciones de restos humanos. Junto a los tres esqueletos han sido encontrados botones, hebillas, chapas y ropa que parece ser de un uniforme municipal.

La ropa ha dado una pista al historiador de la sociedad científica Aranzadi Iñaki Egaña para elaborar una hipótesis que puede llegar a identificar los restos con nombres y apellidos. El médico donostiarra Manuel Gabarain consiguió exiliarse a México tras pasar por una cárcel de Falange en San Sebastián en 1936. En sus memorias, escribió que compartió celda con empleados municipales entre los que había policías municipales, bomberos y barrenderos.

La represión de los franquistas tras su entrada el 13 de septiembre de 1936 en la capital guipuzcoana se llevó por delante a 380 personas, todas ellas identificadas por Egaña. Teniendo en cuenta que la ciudad contaba entonces con una población de 80.000 personas y que la mitad se había exiliado antes de la caída de la ciudad, se puede afirmar que los golpistas acabaron con el 1% de los donostiarras.

Muchos de los fusilamientos se produjeron debajo del Puente de Hierro, aunque las víctimas no eran enterradas allí. 'En esa época, esa zona [el actual barrio de Amara] estaba fuera de la ciudad y debajo del puente había un descampado propicio para los fusilamientos', describe Egaña. Hasta ahora, las investigaciones sobre la Guerra Civil en San Sebastián decían que todos los fusilados en lo que era una marisma del río Urumea habían sido abandonados para que sus familias se encargaran de su traslado a alguno de los cementerios cercanos. 'Hay documentos que prueban los ingresos de los cuerpos en los cementerios de Polloe y Alza', explica Egaña.

De momento, se desconoce el motivo por el que estos tres asesinados no fueron trasladados. En un primer momento, pensaron que podían ser restos napoleónicos. San Sebastián fue una ciudad de paso de entre 250.000 y 300.000 soldados franceses en 1808. E incluso se llegaron a producir combates. 'Los franceses, en su huida, abandonaban los cadáveres y todavía hoy es frecuente encontrar en la ciudad aquellos restos', añade el historiador. La otra hipótesis descartada es que los cuerpos pertenecieran a los 60 o 70 militares fusilados por los republicanos tras fracasar su intento de rebelión en la ciudad.

La duda acerca de la fecha de los restos ha posibilitado que el juez se haya hecho cargo del caso. A diferencia del resto de exhumaciones de la Guerra Civil, un juzgado supervisa la investigación y los restos se encuentran en un laboratorio judicial.

'Parece que en este caso ha habido mayor sensibilidad judicial y el caso está siendo judicializado como corresponde cuando aparecen restos de personas asesinadas', reflexiona el doctor Etxeberria. Egaña es más pesimista: 'Supongo que cuando certifique que son de 1936 archivará el caso, como han hecho otros jueces'.

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