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Salgado y Blanco logran la paz autonómica en 100 días

La vicepresidenta y el ministro se convierten en puntales básicos del Gobierno

ANA PARDO DE VERA

Un día después de que ambos tomarán posesión, la vicepresidenta segunda y ministra de Economía convocó al ministro de Fomento. Fue la primera reunión dentro de una ronda con todo el Gabinete para idear medidas contra la crisis. Hoy, cien días después de aquel 7 de abril en que fueron nombrados, Elena Salgado y José Blanco se han convertido en dos puntales básicos del Gobierno de Zapatero.

Primero, por su agilidad para desbloquear dos asuntos prioritarios en la agenda política del presidente: la reforma de la financiación autonómica y el desarrollo de las infraestructuras. Segundo, por el sesgo político de ambos trabajos: lograr la paz autonómica en especial, la catalana y la cohesión territorial y social con fórmulas que, además, creen empleo.

Desde que mudó de cartera, Salgado desplegó la 'extraordinaria eficacia' que, según Zapatero, justificó su nombramiento. Y el 'cambio de ritmo' que pidió el presidente se notó enseguida. Así, frente a la laxitud que transmitían Pedro Solbes y sus guiños sobre su retirada que el presidente se cansó de justificar, su sucesora aportó dinamismo.

La llegada de Salgado puso fin a las contradicciones económicas en el Ejecutivo, entre un Solbes que era defensor acérrimo de contener el déficit público y un Zapatero que deseaba más gasto, sobre todo en políticas sociales. La nueva vicepresidenta asumió las medidas expansivas del gasto y diseñó un nuevo paquete de acciones anticrisis. Todo ello le dio una evidente proyección pública, como demuestra que en estos cien días haya comparecido tres veces en rueda de prensa en Moncloa, tras las reuniones de los viernes del Consejo de Ministros.

'Hasta ahora no ha habido precedentes de un responsable económico tan activo', aseguran en el entorno del presidente. El equipo de Salgado ha logrado sacar adelante el techo de gasto para 2010 y el Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria (FORB), en este último caso con el voto a favor del PP.

El principal partido de la oposición, sin embargo, utiliza la sintonía entre Zapatero y Salgado para atacar a la ministra de Economía: 'Tiene muy poca autonomía del presidente y es, por tanto, culpable del déficit', asegura José Luis Ayllón, secretario general del Grupo Parlamentario Popular. 'No planta cara al presidente, cosa que Solbes al menos sí hacía. Con ella no salimos de la crisis', vaticina.

Más benévolos se muestran en el PP con el ministro de Fomento, José Blanco, para quien las críticas se conjugan en pasado: 'Ha sido una sorpresa. Acostumbrados a su permanente agresión verbal contra nosotros, de pronto descubrimos a un Blanco institucional', argumenta Ayllón. Y es que el titular de Fomento ha desbloqueado las enquistadas relaciones de su antecesora, Magdalena Álvarez, con las comunidades de Madrid y Valencia. José Blanco logró acuerdos y lo inesperado: elogios públicos de Esperanza Aguirre y Francisco Camps.

Blanco se ha marcado tres objetivos básicos para 'revolucionar' el Ministerio, según explican sus colaboradores: establecer una 'cooperación fluida' con todas las administraciones, crear un equipo ministerial sólido y mejorar la política de comunicación. Fomento cuenta con un presupuesto de 19.000 millones en 2009 y el ministro ha decidido apostar claramente por el ferrocarril como 'medio de transporte público y sostenible'.

Una de las prioridades inmediatas de Blanco es completar la ronda de reuniones con las 17 comunidades autonómas. Y, después de cien días, sólo le quedan Asturias y Murcia.

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