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Retrato de una cibervíctima

En sólo cinco meses, el pedófilo español ahora detenido llevó a un adolescente estonio al suicidio

ÓSCAR LÓPEZ-FONSECA

'En octubre de 2007 me dijo que había conocido a una chica extranjera en un foro de Internet. Estaba muy contento. Me contó que ella vivía en Tallin (la capital de Estonia) y que se llamaba Lisha. La consideraba ya su novia y hacía planes para ir a visitarla'. Sirle Kalma recuerda para Público el inicio del drama de su sobrino Sten, el menor estonio de 14 años que fue acosado en Internet por un pedófilo español que se hacía pasar por una adolescente. El joven no soportó la presión y se suicidó el 16 de marzo de 2008, sólo cinco meses después de aquel primer ciberencuentro.

El quinceañero nunca supo que detrás de aquel nombre femenino se encontraba presuntamente un gaditano en paro llamado Benjamín Cabello Sánchez, de 22 años y cuya principal afición era conseguir imágenes sexuales de menores. La Brigada de Investigación Tecnológica (BIT) de la Policía española lo detuvo la semana pasada en su domicilio de Puerto Real (Cádiz) tras recibir una comisión rogatoria de las autoridades de Tallin.

Sten conoció a Lisha en octubre de 2007 en un foro para adolescentes

Sten conoció a Lisha en www.rate.ee, una red social para quinceañeros muy famosa en Estonia. Pronto, ambos comenzaron a utilizar el messenger (un programa de intercambio instantáneo de mensajes por internet) para chatear en un inglés repleto de abreviaturas. Lisha decía tener 15 años y ser hija del jefe de seguridad de la Embajada de España en el país báltico Tallin. Para dar credibilidad a su historia, mencionaba lugares de la capital estonia y utilizaba alguna frase corta en estonio.

Poco después, Lisha le envió la que dijo que era una fotografía suya. En realidad era de la stripper amateur Agustina Keyra, que el ciberacosador se había bajado de Internet. A cambio, le exigió vídeos en los que él apareciera desnudo. Sten accedió, pero luego, cuando Lisha le empezó a exigir vídeos sexuales cada vez más explícitos, intentó negarse. 'Le empezó a amenazar con enviar las fotos que ya le había facilitado a todos sus amigos. Eso le aterró', señala Sirle.

El ciberacosador le hizo creer que vivía en Estonia y que sería su novia

La familia no supo lo que el menor estaba pasando hasta su suicidio. Entonces, descubrieron en su ordenador las secuencias de mensajes que el adolescente cruzo con el ciberacosador. En una de ellas, en la noche del 25 al 26 de febrero de 2008, éste hostigó a Sten durante más de tres horas y media. 'Le agobió para conseguir que le enviara vídeos perversos', recalca su tía. Quince días después, el menor cogía la pistola de su abuelo, se tumbaba en su cama y se pegaba un tiro en la cabeza.

La familia fue la que puso a la Policía tras la pista del ciberacosador. El caso alcanzó en Estonia una gran repercusión mediática, sobre todo después de que un conocido programa de televisión local, Eyewitness, desvelase que más de 70 menores, 43 de ellos estonios, eran víctimas del pedófilo español. 'Era un chico alegre. Le gustaba jugar al tenis de mesa y al fútbol. Practicaba kárate y, un mes antes de morir, había empezado a tocar el bajo en la banda de su colegio', recuerda Sirle antes de preguntar cuál es la pena que le puede caer en España al joven que presuntamente acosó a su sobrino hasta el suicidio.

Sten: Por favor, dame una última oportunidad. Siento haberlo hecho. Discúlpame.

Lisha: ¿El qué?

S: No lo volveré a decir. Lo prometo.

L: Bien, te daré una oportunidad si tú me das algo más.

S: Gracias, ¿qué quieres?

L: Piensa qué me puedes dar (...)

S: Es mejor que me digas tú qué quieres.

L: No, dímelo tú.

S: ¿Yo masturbándome?

L: Tal vez podrías hacer algo diferente. Piensa.

S: No sé. Sólo tengo 14 años y no tengo experiencia en cosas del sexo. Sólo sé cómo masturbarme.

L: Puedes hacer poses (...) Inténtalo.

S: Mi abuelo ya está aquí. Me tengo que ir (...) ¿Podemos hablar mañana?

L: No lo sé. Podemos hacerlo si quieres, pero eso no significa que no vaya a enviar el vídeo.

S: Por favor, espera a mañana.

L: Está bien, esperaré. Pero si mañana lo que me muestras no es bueno... ¿Ok? (...) Vete ahora a dormir.

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