Público
Público

"Yo no he matado a nadie"

El único acusado del crimen de Fago asegura que llegó a un 'pacto' con la Guardia Civil para autoinculparse

ÓSCAR LÓPEZ FONSECA

Camisa blanca. Con americana, pero sin corbata. Impecablemente afeitado. Y permanentemente esposado. Santiago Mainar, el guarda forestal acusado de ser el autor material del asesinato el 12 de enero de 2007 del entonces alcalde de Fago, Miguel Grima, reiteró este lunes, durante la primera sesión del juicio por aquel crimen que se celebra en la Audiencia Provincial de Huesca, que es inocente.

“Yo no he matado a nadie”, dijo como colofón a una declaración que duró poco más de dos horas y media, y en la que el guardia forestal insistió una y otra vez que su autoinculpación fue una simple “invención” que “pactó” con la Guardia Civil para que ésta dejara de presionar a los vecinos del pequeño pueblo oscense.

Una detallada declaración autoinculpatoria de la que luego se desdijo, pero sobre la que giró la mayor parte de la primera sesión de juicio y que fue leída íntegramente al comienzo de la vista petición del fiscal, Felipe Zazurca. En ella, realizada el 2 de febrero de 2007, Mainar confesaba el crimen y aseguraba que lo había cometido indignado por las últimas obras emprendidas en Fago por el alcalde, que le provocaron “un impulso raro”.

Este lunes, sin embargo, el único acusado insistió una y otra vez que aquellas palabras fueron fruto de un “altruismo” que le llevó a declararse culpable “para llamar la atención” y “que se dejara de molestar a la gente del pueblo”.

El acusado aseguró que se declaró culpable 'para llamar la atención' 

El guarda forestal aseguró que “para acomodar mi invención a la realidad” y conseguir “verosimilitud” a su relato autoinculpatorio se valió de los datos que se publicaron en los medios de comunicación y de lo que le comentaron “durante tres semanas” los periodistas que habían ido a informar sobre el suceso y los otros vecinos de Fago. ¿Quiénes? “Yo no le pedía la filiación a ninguno y aunque lo supiera no se lo diría”, respondió desafiante a Enrique Trebolle, abogado acusador de la familia de la víctima.

En su intento por restar validez a dicha autoinculpación, Mainar aseguró que completó aquella confesión con las “indicaciones” que, insistió retieradamente, le hicieron los propios guardias civiles, con los que, dijo, estuvo más de tres horas comentando detalles de la investigación justo antes de que le tomaran declaración. A éstos, los acusó en esta primera sesión del juicio de “indicarme gran parte” de la autoinculpación, incluido qué debía poner en el croquis en el que supuestamente detallaba cómo se cometió el crimen.

“Me puse de acuerdo con ellos en que, si me declaraba culpable, no volverían a molestar a nadie”, aseguró poco después de sugerir que mientras estuvo en el calabozo “sin dormir” fue drogado “con barbitúricos en el agua”.

El resto de detalles de aquella declaración inculpatoria, recalcó ayer, lo dejó en manos del “sentido común” que debe tener alguien como él, “con un nivel intelectual normal y acostumbrado a las novelas policíacas”. Cuando no de la imaginación que le hacía decir “no lo sé (...) o lo primero que se me ocurría” cuando no sabía qué contestar a lo que le preguntaban.

Mainar no escatimó descalificaciones a la víctima: 'Tirano', 'prevaricador'... 

Mainar añadió por sorpresa un nuevo argumento para justificar esta autoinculpación. A su “altruismo” para acabar con la presión que sufrieron los vecinos del pueblo, sumó su intención de que se celebrara precisamente este juicio para poder “venir a contar lo que ha ocurrido en Fago durante tantos años”. Unos hechos que no concretó pero de los que acusó abiertamente a la “oligarquía” que, en su opinión, representaban la víctima y su “camarilla”.

De hecho, su tirante relación con el alcalde Fago también ocupó una parte importante de la sesión. Mainar no ahorró críticas a la persona de Grima al que calificó de “tirano”, “prevaricador”, “ecologista de salón”, “arbitrario”, autor de “fechorías” y culpable de hacer un “ejercicio abyecto del poder”, entre otras acusaciones. “Porque haya muerto no voy a dejar de pensar que lo estaba haciendo mal”, ha añadido.

“¿Lo odiaba?”, le preguntó en un momento de su interrogatorio José María Viladés, abogado de la acusación popular en nombre del PP, partido al que pertenecía la víctima. “No es odio. Lo compadezco”, respondió el guarda forestal sin inmutarse, con la misma frialdad que mantuvo durante toda la vista.

1. Su ‘huella biológica’

Una de las princiaples pruebas contra Santiago Mainar es el hallazgo de restos de su ADN en el volante y la palanca de cambio del coche de la víctima. Durante el sumario, Mainar aseguró en un primer momento que nunca había conducido el vehículo de Miguel Grima. Luego intentó justificar la presencia de su huella biológica en que lo había hecho en una ocasión, para retirarlo porque no le dejaba acceder a sus naves. Ayer elevó por sorpresa el número de veces a tres. La última, la tarde del crimen.

2. Restos de un disparo

Otra prueba esgrimida por las acusaciones en el interrogatorio fue la llamada ‘prueba de la parafina’ a la que le sometió la Guardia Civil y que reveló que Mainar había disparado recientemente un arma. Lo negó, y justificó los restos de pólvora hallados en sus manos en que por su trabajo de guarda forestal debía recoger los cartuchos abandonados por los cazadores en el monte.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias