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La Iglesia pasa de la Ley de Memoria y honra a Franco

La abadía del Valle de los Caídos celebra una misa en recuerdo de 'los hermanos Francisco y José Antonio'. Un centenar de franquistas alza el brazo, canta el ‘Cara al Sol’ y vitorea al dictador

DIEGO BARCALA

Franco sigue bajo palio. La abadía del Valle de los Caídos celebró este viernes una misa en “recuerdo del fundador de la basílica”, Francisco Franco, y del “hermano José Antonio [Primo de Rivera]” que, según el abad benedictino Anselmo Álvarez Osb, “quiso ser la última víctima de la reconciliación de los españoles”. Cerca de 700 fieles, entre ellos la hija del dictador, Carmen Franco, acudieron a Cuelgamuros, como cualquier otro 20-N, a honrar a los golpistas de 1936, pese a que la Ley de la Memoria Histórica lo prohibe desde diciembre de 2007.

Al salir, un centenar de ellos cantó el Cara al sol, alzó el brazo y coreó “¡Franco!, ¡Franco!, ¡Franco!”. Desde las 11.00 horas de la mañana el recinto que acoge las tumbas de Franco y José Antonio, además de almacenar 35.000 cuerpos de muertos en la Guerra Civil, retrocedió de golpe más de 30 años. A pesar de que la Guardia Civil impidió desde primera hora la entrada al recinto con banderas o símbolos franquistas, la enorme explanada del Valle fue un escenario de exaltación del régimen, sin que agente alguno impidiera el acto fascista e ilegal.

Los monjes benedictinos que habitan en el recinto contribuyeron en gran medida a respaldar las intenciones de los asistentes. “Celebramos este sufragio de hoy en recuerdo de tu hijo Francisco, que en su testamento pidió el perdón de sus enemigos”, invocó el abad. Para justificar el recuerdo a José Antonio, apenas pudo decir: “Su muerte coincide con la fecha de hoy”. Antes de pedir el rezo de los presentes para “su felicidad eterna y el perdón de sus pecados”, el abad también rogó “el recuerdo para los caídos que ya descansan, sin colores ni banderas”.

Ante esta reflexión, la última de la misa, algunos franquistas mostraron su asombro y disconformidad y se levantaron del rezo. El abad prosiguió su reflexión en la “demanda de perdón”. “La cruz lo llena todo en el Valle y con ella vencemos todos, porque simboliza la victoria de Cristo”, sermoneó.

De paso, Álvarez Osb, acompañado de sus monjes, reclamó “la vuelta” de la cristiandad a la construcción de Europa, “porque está en su alma y en la de España”.

'Celebramos el sufragio de tu hijo Francisco', invocó el abad 

La misa fue una adaptación del funeral que, hasta la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, se celebraba en Cuelgamuros el primer sábado después de cada 20 de noviembre, desde su inauguración, en 1959. La abadía ha decidido trasladar esa misa extraordinaria al 3 de noviembre en recuerdo de “todos los caídos en la Guerra Civil”. Sin embargo, los monjes mantienen los honores a Franco y José Antonio, en forma de “memoria litúrgica”, en el aniversario de su muerte, dentro de la misa conventual que se celebra cada día en la basílica.

La permanencia de la abadía junto a la tumba del dictador se debe a la enmienda que el Grupo Parlamentario de CiU pactó durante la negociación de la Ley de la Memoria. El ponente nacionalista catalán, Jordi Xuclá, medió en el Congreso ante la petición de los curas de la abadía de Montserrat, que comparte orden benedictina con los monjes de Cuelgamuros.

“Lo pactamos, pero siempre a condición de que no se hiciera ninguna exaltación del franquismo en el recinto. Me sorprende mucho que los curas sigan recordando a los hermanos Francisco y José Antonio. Quiero recordar que nosotros [CiU] nacimos del antifranquismo”, señaló ayer a este diario el propio Xuclá.

'José Antonio quiso ser la última víctima de la reconciliación' 

Patrimonio Nacional, que gestiona el monumento junto a un patronato, destacó que la Ley sí ha impedido parte de la parafernalia franquista. Ya no hay misa extraordinaria de los sábados posteriores a cada 20 N, ni se celebra el desfile de Falange esos domingos. Algunos de los veteranos falangistas lamentaron en la lonja de Cuelgamuros que la Guardia Civil les impida la entrada con símbolos. “En Alicante sí nos dejan”, informó un falangista a sus compañeros. El partido fundado por José Antonio prevé celebrar este sábado una “afirmación nacionalsindicalista” en la Casa Prisión de la ciudad donde Primo de Rivera fue fusilado y enterrado.

Los nostálgicos de la dictadura tienen otra cita para hoy en la Iglesia de los Jerónimos, en Madrid, donde los curas, a petición de la Fundación Francisco Franco, han decidido acoger el homenaje que la ley ha prohibido en el Valle de los Caídos. Los anuncios fueron publicados ayer en forma de esquelas en varios periódicos.

A pesar de las prohibiciones de la ley, ante los ojos de algunos de los más de 300.000 turistas que visitan cada años la tumba de Franco, nada ni nadie explica la historia del recinto. Un pequeño panel traducido al inglés en la entrada de la nave central excavada en la roca señala que “tras sus muros se encuentran los columbarios con los restos de los caídos en la Guerra Civil”.

La tienda de recuerdos de la entrada ofrece libros de recetas de “tapas típicas españolas”, abanicos y láminas del cercano Monasterio de El Escorial. En el último año se ha añadido un producto que puede dar una explicación lógica al visitante. Es el libro del periodista Fernando Olmeda titulado El Valle de los Caídos, que revela alguna de las claves de la macabra historia del lugar en el que reposan miles de cuerpos de republicanos que fueron robados por el régimen.

En un lugar destacado del altar circular, las tumbas de Franco y José Antonio fueron cubiertas con multitud de rosas rojas y amarillas, que jóvenes y ancianos llevaron con devoción. Un joven cura, que no quiso hablar con el cronista, rezó un padrenuestro frente a la lápida de Franco para “su paz eterna”.

Un lugar de culto y un cementerio público

La Ley de la Memoria Histórica regula en su artículo 16 el funcionamiento del Valle de los Caídos. En su primer punto destaca que “se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos”. Este punto es difícil de cumplir si se tiene en cuenta que muchos familiares de los allí enterrados desconocen que su pariente está allí.

El segundo punto del escueto artículo señala que “en ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo”. La parte que depende de Patrimonio Nacional cumple con este propósito e impide entrar al recinto con símbolos que exalten la figura del dictador o el fundador de Falange. La abadía se salta esta parte de la ley y celebra una “memoria litúrgica” que honra a los golpistas de 1936.

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