'El hecho de ser inmigrante implica un riesgo mayor a la hora de ser víctima de maltrato', asevera Zoila Carina Argüello, la máxima representante política en temas de Igualdad en su país, Ecuador. Argüello participa esta semana en Madrid en el Encuentro Internacional sobre Violencia de Género, que organizan Solidaridad Internacional y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

¿Qué problemas encuentra la mujer inmigrante que sufre maltrato y que quiere denunciarlo?

Además de los del resto de mujeres maltratadas (miedo al agresor, culpabilidad, dependencia económica y emocional...), se añade que muchas de ellas no tienen papeles y eso implica que les dé miedo acudir a comisaría por miedo a las represalias.

¿Cómo se lucha contra el machismo que todavía impera en muchas sociedades latinoamericanas?

Los cambios en este sentido son a largo plazo. En Ecuador, nosotros ya hemos hecho una modificación en los planes de estudio de los colegios, para que incluyan la materia sexual desde un enfoque de igualdad, y no como se había hecho hasta ahora, con una visión machista.

Con la crisis, muchos inmigrantes se han quedado en paro y son sus mujeres las que tienen que trabajar. ¿Puede afectar ese cambio de roles a un aumento del maltrato?

Sí, desde luego. Muchos hombres, al quedarse en casa, creen que están perdiendo su masculinidad. Eso genera frustración y puede ser un factor detonante de la violencia machista, sin que esto signifique que cualquier cosa justifica el maltrato. Ella, además, es la que cobra, con lo que se tiene que convertir en la que administra el dinero. También el hecho de que la mujer esté fuera de casa puede desembocar en celos por parte de él.