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Greenpeace publica su lista roja de productos transgénicos

La ONG incluye los alimentos elaborados por empresas que no garantizan la ausencia de organismos genéticamente modificados

SERVIMEDIA

Los consumidores que tengan pensado llenar el carro de la compra para estas fiestas con chocolates y bombones Nestlé, productos Valor, turrones de Delaviuda o de Lacasa han de tener presentes que forman parte de la lista roja de transgénicos de Greenpeace.

Así lo recoge la cuarta edición de la Guía roja y verde de alimentos transgénicos, que esta ONG actualizó a comienzos de este mes de diciembre. Greenpeace ha incluido en su lista roja todos los productos en los que 'no puede garantizar que no contengan transgénicos'.

Según indica, se trata de productos 'cuyos fabricantes no garantizan la ausencia de transgénicos en sus ingredientes o aditivos', para los que sus análisis de laboratorio han detectado organismos modificados genéticamente o de aquellos en cuya etiqueta figura que contienen transgénicos o sus derivados. Entre los alimentos que cumplen alguno de estos supuestos se encuentran los chocolates Nestlé, todos los productos Valor y Delaviuda, o los pertenecientes a la marca Lacasa.

No obstante, la guía de Greenpeace reconoce también los productos cuyos fabricantes han garantizado que no utilizan transgénicos ni sus derivados en sus ingredientes o aditivos. En esta lista verde se encuentran La Gula del Norte, los chocolates Lindt, el turrón Suchard, los bombones Mon Chéri y Ferrero Rocher o los dulces de Virginias, así como las marcas blancas de Ahorramás, El Corte Inglés, Carrefour, Eroski, Lidl y Mercadona.

Los transgénicos, u organismos modificados genéticamente, son 'organismos vivos que han sido creados artificialmente manipulando sus genes'. Greenpeace se opone a su cultivo porque, según advierte, 'supone el incremento de tóxicos en la agricultura, contaminación genética y del suelo, pérdida de biodiversidad y desarrollo de resistencias en insectos', además de 'riesgos sanitarios'.

Según afirma, España es el único país de la Unión Europea que los cultiva a gran escala, alcanzando las 80.000 hectáreas de maíz modificado genéticamente en el año 2008.

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