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"Ya no podremos reagrupar al resto de la familia"

Los inmigrantes se enfrentan a una ley que endurece sus condiciones en España

D.A.

La crisis y la nueva Ley de Extranjería han truncado el proyecto que inició Manuel, ecuatoriano de 54 años, en 2001, el año que llegó a España para trabajar como soldador. 'España me ha tratado de maravilla desde que llegué y no he parado de trabajar, pero todo cambió hace un mes, cuando caí en el paro', reflexiona.

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Con cuentagotas y armado con una libreta, donde apuntaba todos sus gastos, logró reagrupar en cuatro años a su familia directa: su mujer, Elvita (también en el paro), y sus dos hijos, Freddy y Edwin, de 29 y 18 años. El mayor estudia Ingeniería Naval y no quiere abandonar sus estudios, 'aunque se empeñen en ponernos la vida difícil', afirma. 'El Gobierno sólo declara buenas intenciones, pero en la calle te encuentras una realidad totalmente distinta: un paro mucho mayor que el de los españoles, inmigrantes encerrados en condiciones inhumanas en los CIE, falta de derechos...', critica Freddy.

La segunda fase del proyecto de Manuel era que sus hermanos y los de su mujer se trasladasen también a España. Sus cuñados lo hicieron, pero tres de ellos aún son sin papeles y 'viven con el miedo en el cuerpo', asegura Manuel. Pero Raúl Jiménez, portavoz de la asociación Rumiñahui, apunta que, entre el colectivo ecuatoriano, 'el índice de irregulares se ha reducido y ya no es muy alto'. La mayoría lleva más de cinco años viviendo en España y 'se ha acogido a la regularización por arraigo', explica.

'España me trató de maravilla, pero todo cambió al caer en el paro'

Los hermanos de Manuel tardaron algo más en plantearse la migración que sus cuñados. Con la llegada de la crisis, el cabeza de familia tanteó varias empresas para encontrarles trabajo y les telefoneó: 'Aquí no hay trabajo. No es el momento'.

'Ahora, aunque quisiera traerlos, no podría, porque la Ley de Extranjería lo impide', asegura. El nuevo texto limita la reagrupación de extranjeros al núcleo familiar (cónyuge e hijos menores de edad) y, en ocasiones, a los ascendientes mayores de 65 años.

La crisis que devastó la economía ecuatoriana a finales de la década de 1990 sacudió a miles de compatriotas de Manuel, que viajaron en masa a España. En pocos años, Madrid se convirtió en la segunda ciudad del mundo con más ecuatorianos, tras la capital de su país, Quito.

'Pensamos que conseguir la nacionalidad nos ayudaría a integrarnos', asegura Elvira. En la familia, con el paso de los años, todos la han recibido. Sin embargo, adquirir la nacionalidad es un arma de doble filo. El DNI español les incapacita ahora a optar, entre otras, a las ayudas al retorno voluntario del Ministerio de Trabajo e Inmigración o la Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración.

Aún así, cada día gana más peso en la mente de Manuel la idea de regresar a Ecuador: 'El principal problema que tenemos ahora es la hipoteca de nuestra casa en Madrid. Compramos un piso hace dos años y ahora no sé qué hacer con él, porque nadie quiere comprar viviendas'.

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