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Las familias de los cooperantes aprenden la lección del 'Alakrana'

Gobierno y afectados imponen un muro de silencio informativo para facilitar la resolución del secuestro

L. DEL POZO

Prefieren la prudencia en vez del debate público, la discreción en lugar de los focos. Ni fotos ni entrevistas. Los familiares de los cooperantes secuestrados hace más de un mes en Mauritania por Al Qaeda para el Magreb Islámico (AQMI) sólo quieren una cosa: que Roque Pascual, Alicia Gámez y Albert Vilalta vuelvan a casa. El resto no importa.

El pacto de silencio se produjo a las pocas horas de conocer el rapto, y desde entonces, ni una palabra. Canalizan los mensajes a través de los portavoces de la ONG Barcelona Acció Solidària (BAS). La razón es sencilla. Las familias, explican desde la entidad, no quieren ser las marionetas del circo mediático que se acostumbra a originar en este tipo de casos. 'Nosotros les paramos los golpes. Son inteligentes y todos [los familiares] lo tienen clarísimo. Yo cada día hablo con ellos y son ellos quienes nos animan a nosotros; cada día aprendo algo de las familias', afirma Xavier Altozano, uno de los miembros de Acció Solidària.

Sostienen que un circo mediático acaba favoreciendo a los secuestradores

La decisión de los familiares de Roque, Alicia y Albert no es baladí. 'Es un acto de defensa emocional', dice el portavoz de BAS, Josep Ramón Jiménez. 'No queremos estar sometidos a los altos y bajos que van surgiendo'. Y cuenta una anécdota.

Horas después del secuestro, y cuando el resto de la Caravana Solidaria todavía estaba en Nuakchot (Mauritania), Reuters y luego France Press anunciaron que los tres cooperantes habían sido liberados. El varapalo llegó cuando las mismas agencias desmintieron a los pocos minutos la noticia. 'Entonces comprendimos que teníamos que controlar la información, que tenía que llegar por vía oficial'. Y así lo han hecho.

Ni las cientos de llamadas que reciben a diario ni los reproches de los periodistas han logrado que los portavoces flaqueen. 'Con las familias no se habla', afirman tajantes desde la ONG. Además, tampoco se confirma una información si antes el Gobierno no la ha hecho oficial.

«Es un acto de defensa emocional», explican desde la ONG Acció Solidària

Pero los periodistas quieren saber, y las preguntas son las mismas cada día. Las respuestas también. '¿Cómo están las familias?', preguntan. '¿Tú cómo estarías?'. Es la respuesta de los portavoces de BAS. Y otra vez a la carga: 'Imagino que mal', contestan los informadores. 'Pues sí, están mal', dicen lacónicos los cooperantes. Y fin de la cuestión. No se habla de hijos ni de padres; ni de maridos ni de esposas. Quién quiera 'historias humanas' tendrá que buscar en otra parte.

Durante los primeros días, cuenta Jiménez, algunos medios de comunicación se plantaron delante de la puerta de los familiares, 'aunque luego, el 90% [de los periodistas] ha respetado la intimidad que desean las familias en estos momentos'.

Los familiares se han resignado a confiar en las gestiones del Ejecutivo central

Pero el objetivo de tanto celo no es sólo la preservación de las emociones, sino evitar una alakranización del caso. 'Ya lo dijo [la semana pasada] el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero', afirma Jiménez, 'hay que ir despacio y con discreción'.

Fuentes de la Generalitat de Catalunya explican que las familias temen la reacción de los secuestradores si el foco mediático se agranda. 'Cuanto más ruido hay, más sube el caché económico y político de los secuestrados'. O al menos eso es lo que la experiencia reciente ha demostrado.

A principios de diciembre el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, dejó claro por dónde se tenía que ir: no había que caer en los errores del pasado. 'Una de las conclusiones que se extrajo del secuestro del [pesquero] Alakrana es que la prudencia y la discreción tienen que mantenerse, porque si no estaríamos dando pistas a los secuestradores como se dieron desgraciadamente a los piratas'.

No en vano, cuando Zapatero se reunió con los familiares de los marineros del Alakrana, 38 días después de que el buque fuera abordado por los piratas, les pidió que midieran sus declaraciones públicas. Las familias cumplieron. Aunque probablemente 38 días tarde.

Y eso es justamente lo que los familiares de Roque, Alicia y Albert no quieren que pase. Por eso se han aliado en un pacto de silencio que también respetan otras instituciones. Cuando el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, hace alguna afirmación sobre el caso, evita dar pistas y sólo utiliza palabras neutras, buenas intenciones.

Manel Vila, comisionado de Cooperación del consistorio barcelonés, explica el porqué. 'Nos hemos conjurado para controlar la información. Tiene que hablar la ONG, que son los portavoces'. Y añade que prefieren estar en un segundo plano. Los familiares de los secuestrados, mientras, confían en las gestiones que el Ejecutivo está llevando a cabo. 'No queda otro remedio', afirma Josep Ramón Jiménez. Aunque todavía, insisten, no se puede hablar de negociaciones sino sólo de 'contactos'.

De momento, el silencio es la única arma que tienen los familiares para que Alicia, Roque y Albert vuelvan casa pronto. Rápido. 

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