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Barberá se niega a detener los derribos en el Cabanyal

La alcaldesa de Valencia rechaza la orden de Cultura que le obliga a parar la demolición del barrio

S. TARÍN / T. GARCÍA DE DIOS

'Únicamente tenemos una nota de prensa. Nada más. Continuaremos con los derribos'. De esta manera la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, proclamó ayer su insumisión a la orden del Ministerio de Cultura que obliga al Ayuntamiento a suspender el plan urbanístico del Cabanyal. Una intervención que, de llevarse a cabo, supondría la demolición de 1.654 casas en beneficio de la prolongación de la avenida Blasco Ibáñez hasta el mar.

Buena parte de estos inmuebles están catalogados como Bien de Interés Cultural (BIC) por su profusión de elementos arquitectónicos propios de un modernismo popular y marinero que arraigó en el Cabanyal a principios de siglo XX. Esta característica ha sido clave en la decisión del Ministerio de protegerlos y considerar 'expolio' su derribo.

La consejera de Justicia, Paula Sánchez de León, amenazó con despojar al Cabanyal de sus galones patrimoniales: 'Podríamos llegar a modificar la normativa de la declaración que hemos hecho de Bien de Interés Cultural para hacer posible la ejecución de un plan que ha supuesto tanto esfuerzo'.

Maribel Doménech, portavoz de la plataforma Salvem el Cabanyal, entidad contraria al plan, calificó de 'despropósito total y de ilegalidad' las pretensiones de la consejera, 'porque fue la propia Barberá quien otorgó al barrio esa catalogación en 1993'. Doménech intentó entregar un carta a la alcaldesa minutos antes de su comparecencia ante los medios, pero esta apartó de un manotazo el folio, que recogía una propuesta de diálogo y un proyecto de rehabilitación.

Un aspecto que también exige Cultura en su orden: 'Una adaptación [del plan] que garantice la protección de los valores histórico-artísticos que motivaron la calificación de este como conjunto histórico'. De no ser así, el Ministerio se reserva la ejecución de 'medidas oportunas para garantizar la protección del interés público en juego'. La titular de Cultura, Ángeles González-Sinde, lo corroboró ayer desde Bruselas, al señalar que la paralización del plan urbanístico no tiene 'marcha atrás'. 'España tiene que seguir preservando sus bienes, pero, sobre todo, había un mandato judicial del Tribunal Supremo que había que cumplir, y el plazo era el que era: se había cumplido y había que hacer caso a los informes que se habían pedido y se habían remitido', añadió la ministra.

Barberá, que estuvo acompañada durante la rueda de prensa de buena parte de su equipo de gobierno, auguró una batería de recursos ante la Audiencia Nacional. La primera edil basará sus argumentos en 'la sentencias anteriores en las que los jueces nos han dado la razón, en un posible conflicto de competencias con el Gobierno central y en que el informe del Ministerio no se ajusta al requerimiento que le solicita el Tribunal Supremo'.

Mientras la alcaldesa pronunciaba estas palabras, un centenar de vecinos del Cabanyal festejaron la resolución de Cultura en la vieja fábrica de hielo Sandol, a pocos metros de la arena de la playa. Bartolomé, un vasco extremeño que perdió su trabajo en los Altos Hornos de Bilbao y recaló en el Cabanyal hace décadas, lloraba abrazado a su mujer, porque ahora ya 'no les tirarán la casa'. En el otro extremo, el viejo pescador Llampa pedía un aplauso para la virgen de los Ángeles, a la que había rezado 'mucho' para que las excavadoras no segaran la vida 'de este viejo pueblo de marineros y gente humilde'.

El dictamen del Ministerio se celebró como un gran premio de lotería. 'Nos ha tocado el Niño', gritaban algunos mientras las botellas de champán pasaban, sin desmayo, de mano en mano. También sonaron tracas y el micrófono quedó libre para el recuerdo 'de los que sucumbieron en estos 11 años de lucha por las presiones y la degradación promovida por el ayuntamiento', tal y como destacó Faustino Villora, uno de los líderes históricos de Salvem el Cabanyal.

Más allá de la celebración, la calles del barrio respiraban el bullicio de un día de mercado. 'Mejor hacer la avenida para acabar con la degradación', aseguraba José tras sus puesto de ropa interior. Un argumento recurrente en el barrio, ya que muchos vecinos ven como única salida la prolongación. No obstante, cuando se les pregunta si prefieren la avenida o un barrio rehabilitado, las contestaciones no admiten dudas: 'Lo segundo, claro', resalta Rosa Navarro a la puerta de su bar, y añade: 'Ojalá pueda volver la gente que se ha ido y el Cabanyal recupere sus comercios y su vitalidad. Entonces sí que no hará falta ninguna avenida'.

Por otro lado, la orden de Cultura también generó reacciones en numerosos ámbitos de la vida política valenciana. La portavoz socialista en el Ayuntamiento de Valencia, Carmen Alborch, emplazó al Gobierno municipal a que abra la puerta al 'diálogo y el consenso' sobre el futuro del barrio. En la misma línea se pronunció el portavoz parlamentario Compromís, Enric Morera, que pidió al consistorio 'desterrar este plan de sus propósitos' y trabajar en común con vecinos y oposición 'por la rehabilitación de un barrio marinero único'.

 

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