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Dos semanas entre lodos

Vecinos de Jerez, con casas anegadas por la crecida del río Guadalete, temen las próximas lluvias

PABLO COSANO

Con cada palada de lodo que retiran, ven alejarse poco a poco el monstruo que casi se los traga. Los vecinos de la zona afectada en Jerez por el desbordamiento del río Guadalete han comenzado, tras más de dos semanas de inundaciones, a reorganizar sus vidas, limpiando sus casas y negocios anegados por una riada que ha empezado a retroceder. Aun así, todavía hay carreteras cortadas por el agua en la zona y el Ayuntamiento mantiene la alerta local a expensas del repliegue del río.

La crecida ha formado una inmensa laguna de varios kilómetros de largo y ancho, a ambos lados del Guadalete a su paso por los llanos de La Ina. Allí han quedado sumergidas calles enteras de barriadas, campos de labor y carreteras. La fuerza del agua se ha llevado por delante cultivos enteros e incluso ha arrancado placas de asfalto de algunas vías de servicio, horadando extensos socavones.

'El río, literalmente, entró en el bar y dejó todo bajo un metro de agua'

Uno de los establecimientos más afectados por esta riada ha sido la Venta La Cartuja, ubicada en Lomopardo, a 150 metros de la ribera. Cuando el río superó en más de seis metros y medio su cota habitual, 'el Guadalete, literalmente, entró en el restaurante, dejando todo bajo más de un metro de agua durante una semana', se lamenta Rodrigo Valle, dueño del local. Ahora, una capa de barro y la humedad reinan en el salón. 'Además de perder los enseres del comedor, neveras y la bodega, he tenido que suspender todas las comidas navideñas que tenía contratadas. He dejado de servir a casi 2.000 personas en esos días', calcula.

En la cercana barriada de Las Pachecas, la más perjudicada, aún hay campos de cultivo bajo el agua. Parece más una marisma que la campiña que es. Aquí la crecida superó el marco de las ventanas de muchas casas y algunos de sus propietarios lo han perdido casi todo. Juan García, uno de los vecinos, muestra desolado fotografías familiares embarradas mientras las despega del suelo de su vivienda destrozada. 'Salieron flotando cuando el agua anegó la casa y lo arrastró todo', explica. También ha perdido, ahogadas, gallinas, cochinos y más de 100 conejos. Algunos los pudo rescatar con la ayuda de Óscar Rodríguez, un joven de la zona que puso a disposición de los afectados una barca con la que llegar navegando a las casas.

Un joven de la zona puso una barca a disposición de los afectados

A Juan, que vivió la riada de 1996, en la que el agua subió aún más, se le endurece el gesto cuando busca explicaciones. 'Llevo 13 años oyendo a los políticos prometer que van a dragar el Guadalete para profundizar el cauce y para que las crecidas bajen más rápido. Pero nadie ha hecho nada', se lamenta. 'Con la mierda que tiene el río, con cuatro gotas se llena', asegura. Por eso, cree que deberían haber previsto que se avecinaba un diciembre muy lluvioso.

De hecho, la inundación responde a varios factores. El primero es el caudal de lluvia que llevaba el propio río, casi a rebosar. También hay que tener en cuenta que muchos de los cultivos y fincas se encuentran en zona anegable.

A ello se le suma una avenida de agua de entre 70.000 y 200.000 litros por segundo que el embalse Arcos-Bornos ha ido soltando al Guadalete desde Navidad, cuando se abrieron las compuertas para dejar sitio en el pantano a las lluvias que se esperaban. Y si se añade una pequeña represa de contención de la marea del mar, a un par de kilómetros río abajo, en El Portal, la combinación es 'catastrófica', según Rosario Camacho, propietaria de una de las 20 viviendas que aún permanecen desalojadas tras la inundación. Desde el día 26, vive en el centro de barrio, junto a su marido y su hija, 'hasta que se limpie la casa y la humedad desaparezca'.

La crecida bajará lentamente porque los embalses siguen soltando agua

En la barriada de La Greduela, Ana María Iglesias ha aprovechado las últimas tres jornadas sin lluvia para orear sus enseres, empapados tras la inundación que llegó a su finca. 'Tuve casi medio metro de agua en mi casa', recuerda. 'He pasado días enteros achicando agua con un motor y la lluvia me la volvía a traer. Ha sido desesperante', señala.

Después de varios días sin precipitaciones, el nivel del río ha bajado más de un metro, aunque hoy aún se desbordaba cerca de la barriada rural de La Ina y ocupaba la carretera de acceso. El Ayuntamiento ha anunciado la apertura de una oficina de atención para los damnificados, donde les asesoran para solicitar las ayudas. Por su parte, la Agencia Andaluza del Agua ha advertido que deberá seguir desembalsando agua río arriba, por lo que la cota del Guadalete descenderá de modo muy lento.

Para mañana, se esperan de nuevo las temidas lluvias. La tregua termina y en la zona rural de Jerez volverán a estar pendientes de la indeseable visita del río.

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