Vicente conoce cada palmo de El Cabanyal, donde nació y al que le une una doble vinculación, tanto como arquitecto como vecino. Una realidad que le ha llevado a implicarse de una forma muy intensa frente a la problemática del barrio.

El Cabanyal fue declarado por la Generalitat como Bien de Interés Cultural (BIC) por su trama arquitectónica y urbanística y por las construcciones que han formado parte de esa trama. Vicente conoce a la perfección esas edificaciones, que proceden en su mayoría de finales del siglo XIX. 'Son casas, ya que aquí no se habla de edificios, hechas hace 100 años y con unas características de decoración exterior muy representativas del momento en el que se hicieron', explica.

Y es que las casas de El Cabanyal tienen esa decoración del 'modernismo popular' tan ecléctica, que se hacían contando con los gustos personales de los propietarios, que eran los que acaban conformando las fachadas.

Se trataba de pequeños encargos hechos a medida para una familia. 'Por eso, la personalidad de los propietarios se muestra en cada una de las casas. En muchas de ellas, además de la fecha en la que se construyó, incluso aparecen las iniciales del propietario' comenta el arquitecto en su estudio, que ha instalado en su propio domicilio.

Para Gallart, además de la parte artística, el barrio tiene el valor patrimonial de ser un pueblo diferenciado de la ciudad de Valencia y que ha tenido una autonomía en cuanto a tradiciones. De hecho, la Semana Santa de Valencia es la de El Cabanyal.

'Todo esto, unido a que el origen social de la mayor parte de los vecinos está muy ligado a la mar y a la tradición pesquera, genera una estructura social muy homogénea. Una uniformidad que se ve reforzada porque son un tipo de casas donde se vive en contacto con la calle y con el mar. Ese hecho de vivir la calle, de vivir el mar, de ir a la playa a pasear, conforman una identidad que le hacen ser un elemento diferenciado de la ciudad', señala.