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"Somos 30, con mujeres y niños; tengo hambre y no hay ni pan"

Aizizsidi Ettanji es uno de los expulsados del campamento

RAÚL TORRES

Tengo 36 años y no tengo trabajo desde hace más de 20. Así que sigo viviendo con mi familia, con mis padres, mis tíos... No tengo hijos y todavía no estoy casado. Por eso me desplacé al campamento, para solicitar un trabajo que me permita independizarme. Mi vida allí, durante este mes, ha sido tranquila, pero con pocas cosas, poca agua y sin ducha. Estuve todos los días, sólo salí una vez a la semana para ir a El Aaiún en el jeep de un amigo a comprar unos pocos alimentos.

Ahora estoy en El Aaiún, en un refugio improvisado. Anoche estaba despierto haciendo guardia en el campamento Gdem Izik cuando los helicópteros y las fuerzas de seguridad marroquíes invadieron el asentamiento. Nos querían llevar a El Aaiún, y entonces decidí escapar. Corría para un lado y me encontraba con policía, corría para el otro y más policía, estábamos rodeados, la gente no podía salir y ellos llevaban armas. Al final conseguí escapar, aunque una pedrada me alcanzó mientras huía; me dio en la espalda y me duele mucho.

Después de caminar por el desierto, sin comida ni bebida, alrededor de 15 kilómetros, entramos en El Aaiún por el norte y tuvimos la suerte de encontrar una casa con una puerta abierta. Aquí estamos escondidos 30 mujeres, niños y hombres, hasta que se aclare la situación. Hay muchos policías vestidos de civiles controlando el centro de la ciudad, están robando las tiendas de la calle principal y pegando a la gente, llevan cuchillos y pistolas, así que no podemos salir porque no sabemos quiénes son. Es un caos. Tengo hambre pero no hay nada, no hay pan, no hay nada. Todas las tiendas están cerradas y la casa es de una familia de saharauis que también estaba en el campamento, así que no tenemos nada de nada.

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