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Cae una mafia rusa que planeaba matar en Francia

España detiene a 24 de los 69 integrantes apresados ayer en toda Europa

Ó LÓPEZ-FONSECA / Á VÁZQUEZ

Reloj Rolex con piezas de oro en la muñeca. Gruesa cadena al cuello. Llamativas gafas de sol. Y camiseta de Versace. Kakhaber Shushanashvili se paseaba por las calles de Barcelona con absoluta tranquilidad mientras daba instrucciones a uno de sus hombres de confianza, Kvicha Pilia, que se había desplazado desde Guadalajara para rendirle cuentas. Lo que no sabían ni el presunto delincuente georgiano ni su hombre de confianza era que la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la policía seguía todos sus pasos y fotografiaba cada uno de sus encuentros.

Ayer, a las seis de la mañana, se enteró. Él y otros 68 presuntos integrantes de un grupo de la mafia ruso-georgiana eran detenidos en un dispositivo, bautizado como operación Java, que se desarrolló a esa hora de manera simultánea en España y otros cinco países europeos: Austria, Alemania, Italia, Francia y Suiza.

Los detenidos están acusados de narcotráfico y otros seis delitos

En la parte española del operativo, al frente del cual se encuentra el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska, fueron arrestados 24 presuntos mafiosos; entre ellos, el propio Shushanashvili, al que la policía otorga un destacado papel como líder del grupo desarticulado o borzakone ('ladrón de ley', en el argot de los delincuentes de la antigua Unión Soviética).

Él y la mayoría de los arrestados están acusados de asociación ilícita, blanqueo de dinero, extorsión, coacciones, narcotráfico y tenencia ilícita de armas, aunque la investigación también ha permitido saber que los detenidos planeaban presuntamente cometer un asesinato en Francia, según confirmaron a Público fuentes policiales y jurídicas. En concreto, iban a perpetrarlo en la localidad costera de Niza.

Shushanashvili fue detenido en Barcelona, donde también fueron arrestados otros 14 presuntos integrantes de la red. Otros cuatro supuestos mafiosos caían en Valencia, otros tantos en Getxo (Vizcaya) y uno más, Kvicha Pilia, en Guadalajara. Además se han registrado numerosos pisos en todas estas localidades, así como en Alicante y Madrid. En la amplia operación han participado agentes de los Mossos dEsquadra y de la Ertzaintza.

Otras bandas pagaban a la trama un impuesto para poder delinquir

De hecho, la Policía autónoma vasca arrestó a otro de los más cercanos colaboradores del borzakone Shushanashvili. En concreto, al individuo que supuestamente ejercía las funciones de contable del grupo. Este que residía con su compañera sentimental, también arrestada, en la localidad vizcaína era el encargado de fiscalizar las finanzas del grupo, que se nutrían, entre otras actividades delictivas, con los pagos que pequeñas bandas hacían a la trama con el fin de obtener su autorización para actuar en un territorio concreto.

La investigación se remonta a hace más de un año y, para ella, la Fiscalía Anticorrupción española ha trabajado en estrecha colaboración con la Justicia de otros tres de los Estados implicados: Austria, Suiza y Alemania. Para coordinarse, los responsables policiales y judiciales de los cuatro países mantuvieron dos reuniones en Madrid. Una de ellas, hace un mes. La más reciente, hace sólo 15 días. Una estrecha colaboración que hoy será escenificada en una rueda de prensa conjunta en la sede madrileña de la Fiscalía General del Estado, en la que intervendrán fiscales de cada uno de estos países, así como responsables de la Policía, la Ertzaintza y los Mossos dEsquadra.

Fuentes jurídicas reconocen que la importancia de la operación está, sobre todo, en el número de los arrestados, más que en el nivel de los mismos, ya que considera a estos meros miembros de la infantería mafiosa. En este sentido, destacaban que entre los arrestados no hay en esta ocasión grandes capos, como Zakhar Kalashov y Gennavios Petrov, implicados en otras operaciones contra la mafia rusa desarrolla-das con anterioridad por la Audiencia Nacional.

Desde la fiscalía se apuntaba ayer que las mafias rusas llegaron a España en la década de 1990 en busca de sol y diversión y, luego, decidieron establecer en el país su negocio de blanqueo. Eso sí, entre sus normas no escritas está la de que sus jefes nunca toquen el dinero que mueven. Ni tienen propiedades a su nombre, ni figuran en el accionariado de las empresas que utilizan como pantallas, ni firman cheques. Un detalle que, destacan fuentes policiales, dificulta las investigaciones sobre los cabecillas de estos grupos.

Los arrestados en España declararán esta semana en la Audiencia Nacional.

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