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La lucha por El Cabanyal viaja por un día a Madrid

Los vecinos denuncian los derribos en el barrio protegido por Cultura

SERGI TARÍN

La lucha de los vecinos de El Cabanyal por la rehabilitación del barrio se trasladó ayer desde Valencia a las calles de Madrid. Una cincuentena de vecinos viajó en autobús, invitados por Ciudadanía y Patrimonio, entidad que agrupa diferentes plataformas en defensa de los valores históricos y urbanísticos madrileños.

Fue una travesía para las confidencias tras las violentas cargas policiales que precedieron el derribo de cinco inmuebles la semana pasada. Encajado en su asiento, Juanjo sentía el relato de cada magulladura como propia. Desde su trabajo siguió con desasosiego las noticias que llegaban desde su barrio: 'Me deshacía en impotencia abriendo una tras otra páginas en Internet, sin dar crédito a lo que veía'. La imagen de Faustino Villora, uno de los históricos de la plataforma Salvem El Cabanyal, tirado en el suelo, fue una de las que más le impresionó.

La marcha concluyó ante la sede del PP, sitiada por antidisturbios

'Esa foto y otras han dado la vuelta al mundo', relata Carmen, que asegura que han recibido mensajes de apoyo desde Alemania hasta Japón. Carmen recuerda como un mal sueño cuando, el pasado martes, la desalojaron entre cinco policías locales minutos antes de que las excavadoras demolieran una casa de la calle Vidal de Canelles.

La peor jornada fue la del jueves, cuando la Policía Nacional se ensañó con un grupo de vecinos que, pacíficamente, impedían el paso de las máquinas. Ayer mismo, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, recordó a la Policía Nacional que cumpla siempre con 'una máxima fundamental', el uso de 'una violencia proporcionada' para resolver los problemas.

La brutal actuación de las fuerzas del orden derivó en que IU, Compromís y Salvem El Cabanyal exijan las cabezas del delegado y el subdelegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana. La fuerte marejada dentro de las filas socialistas provocó que la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega solicitara una investigación interna. Algo insuficiente para Salvem, que opina que las fuerzas del orden deben velar por cumplir la orden de Cultura, que prohíbe los derribos.

Rubalcaba recuerda a la policía que use una 'violencia proporcionada'

Pero no sólo hubo terapia de grupo. También trabajo político. A medio camino de Madrid, a bordo del autobús, se celebró una asamblea para consensuar el contenido de dos cartas. Una era de agradecimiento a la ministra, Ángeles González-Sinde, por paralizar las demoliciones. La otra estaba destinada a Mariano Rajoy, para que apacigüe a la alcaldesa, Rita Barberá, en su empeño de destruir el barrio 'con desprecio y prepotencia a los ciudadanos'.

La presencia de los vecinos de El Cabanyal no pasó desapercibida en Madrid. Ya ante el Ministerio, les esperaban miembros de la Federación Regional de Asociaciones de Madrid y Ciudadanía y Patrimonio. Estos últimos registraron un escrito en el que demandan una mayor severidad en la preservación del patrimonio valenciano. 'Las casas de El Cabanyal están protegidas y son de todos aunque las haya comprado el ayuntamiento', explicó su presidente, Vicente Patón.

La concentración, que reunió a unas 300 personas, se convirtió en manifestación improvisada hacia la sede del PP, con gritos como: '¡Rita Barberá, no pasará!'. A medida que fueron aumentando los decibelios, creció el número de antidisturbios. Algunos vecinos recularon cuando dos agentes de rostro se enfundaron guantes negros y empezaron a acariciar las porras. Al final no pasó nada y regresaron a su autobús, de vuelta a sus casas. Pero quedó bien claro que las heridas van más allá de la carne.

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