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El PP pide cabezas por el apoyo político a Garzón

Exige la dimisión de Gaspar Zarrías, Pedro Castro y Carlos Berzosa

M. J. GÜEMES

Rajoy se sumó ayer a la campaña contra el juez Baltasar Garzón, primer instructor del caso Gürtel. El líder del PP tachó su acto de apoyo de 'claramente antidemocrático' y aprovechó la ocasión para exigir la cabeza de Gaspar Zarrías, secretario de Estado de Política Territorial, por asistir al encuentro. 'No debería seguir ni un minuto más en el Gobierno', reclamó Rajoy. Muchas prisas para quien ha tardado más de un año en deshacerse del ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, a pesar de que desde sus propias filas se lo pedían insistentemente.

Tras su visita al centro Proyecto Hombre de Guadalajara, Rajoy se mostró confiado en que 'nunca más se vuelva a repetir este espectáculo'. Para el líder del PP 'todas las personas, desde la más importante a la más humilde, son iguales ante la ley'. 'Se llame Garzón, Pérez o Fernández', señaló.

Rajoy hizo estas declaraciones respondiendo a las preguntas de los periodistas. Una de ellas se dirigió por error a él como 'señor Garzón'. 'No se lo tomaré en cuenta, porque ha sido una equivocación. Aunque estoy preocupado por el subconsciente', bromeó.

El portavoz de Administraciones Públicas del Grupo Popular, Rafael Merino, también pidió 'el cese fulminante' de Zarrías, a quien calificó de 'mitinero pancartero'. Merino avanzó que los suyos pedirán la comparecencia del vicepresidente tercero, Manuel Chaves, para que 'justifique' la presencia de su mano derecha en el homenaje.

También ayer hubo críticas del PP para el ex fiscal anti-corrupción Carlos Jiménez Villarejo. El diputado del PP Miguel Arias Cañete destacó que llamar al Supremo 'franquista' le parecía 'una enorme irresponsabilidad'. El responsable económico del PP, Cristóbal Montoro, se mostró convencido de que ya 'no quedan' franquistas en la Justicia.

A la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, tampoco le gustó esta reunión que, a su juicio, sirvió para coaccionar a los jueces del Supremo' a los que se les llamó 'torturadores y fascistas'. Además, cargó contra el rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, por presidirlo en la Facultad de Medicina. Este ya estaba en su punto de mira desde hacía tiempo. Horas más tardes, Nuevas Generaciones de Madrid condenaba 'las concentraciones izquierdistas que se están realizando en la Complutense' y solicitaban la dimisión de Berzosa.

Los conservadores también exigieron la salida de Pedro Castro, presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), otro de sus objetivos desde que en 2008 llamó 'tontos de los cojones' a los votantes del PP.

Los diputados del PP que también son alcaldes reclamaron ayer su salida por su asistencia 'inadmisible' al acto. El secretario ejecutivo de Política Autonómica del PP, Juan Manuel Moreno, alegó su 'absoluta falta de sensibilidad' con los regidores y concejales porque mientras se debatía en el Congreso una proposición no de ley sobre financiación local, él estaba en ese evento 'absolutamente impresentable' que le recordaba 'al año 1936'.

Desde el PSOE salieron a defender a Zarrías. El secretario de Política Municipal del PSOE, Antonio Hernando, pidió al PP 'una reflexión' porque algunos de sus cargos han ido a 'actos con banderas inconstitucionales' o donde se ha tocado 'el himno de España'.

Desde el Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega dijo en Punto Radio que respetaba el 'gran debate social' que se ha abierto sobre todo este asunto y que 'sólo faltaría' que los ciudadanos no pudieran opinar.

También el ministro de Fomento, José Blanco, salió en defensa de los suyos e hilvanó el caso Gürtel y los ataques de Cospedal al juez, informa Juanma Romero. 'Para hablar de vergüenza, no tendría que mirar fuera de su casa, sino dentro', dijo durante un desayuno de Nueva Economía Fórum. Después, entró en materia: 'Tenemos que acostumbrarnos a ser capaces de compatibilizar la libertad de expresión y crítica con el respeto al Supremo. Como ciudadano, me cuesta y me duele mucho entender que los falangistas puedan sentar a un juez en el banquillo por querer recuperar la memoria de las víctimas de la dictadura'.

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