Baltasar Garzón reapareció ayer en un acto público e hizo mención al 'momento delicado' que vive un día antes de que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) decida sobre su suspensión. Garzón habló no para defender su inocencia por investigar los crímenes franquistas, sino para denunciar los impedimentos que existen en todo el mundo y, en especial en España, para intentar juzgar los crímenes de una dictadura.

Según el magistrado, cuando se trata de casos de lesa humanidad 'no es fácil investigar ni lo de dentro ni lo de fuera'. 'Es especialmente difícil en el primer caso porque existe una especie de protección de la impunidad', aseguró en referencia a los que afirman que no es necesario investigar la dictadura de Franco en España.

El marco era el ideal para el juez. Intervenía en un coloquio sobre la represión antisemita durante la dictadura argentina, un régimen que el propio Garzón conoce bien, ya que fue él quien, en 1998, abrió la puerta a que se investigaran esos crímenes cometidos a finales de los setenta en el país suramericano.

Daniel Rafecas, magistrado argentino que participó en el coloquio junto al juez español, se dedicó a alabar la labor 'valiente' de Garzón en su país y en todos los procesos de justicia universal en los que se ha implicado el magistrado.

El propio Garzón hizo referencia a las analogías existentes entre todos los regímenes dictatoriales. A juicio del juez, en todos los casos 'están íntimamente relacionadas la dictadura, la impunidad y la corrupción'. En este sentido, destacó el papel que están jugando en la propia Argentina todos los procesos abiertos contra la dictadura militar. 'Lo fundamental es la respuesta a la impunidad. El olvido es sólo para quienes quieren olvidar', advirtió.

Y el caso argentino es, a su juicio, el ejemplo perfecto de que 'no es verdad' que abrir un proceso contra los crímenes dictatoriales 'quebrante el Estado y produzca un rebrote de la violencia en distintos sectores de la sociedad'. 'Esa es una falacia', concluyó entre aplausos.