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El PSOE cierra filas pese a la inquietud por el giro social

El partido reclama equidad en el reparto de sacrificios. Los dirigentes territoriales temen que el impacto de los recortes se pague en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2011

GONZALO LÓPEZ ALBA

'Soy el presidente del Gobierno y, aunque sea doloroso, también para mí, esto es lo que necesita el país'. A partir de esta declaración de principios de José Luis Rodríguez Zapatero, realizada ante la cúpula de su partido con tono de firmeza y convencimiento, no exento de dramatismo en algunos pasajes de su relato de los acontecimientos que han conducido al tijeretazo social, la consigna es, como en Fuenteoevejuna, 'todos a una'. Es decir, todos detrás del rumbo que marque el presidente.

El cierre de filas no impide la inquietud en el PSOE por 'la brusquedad del giro', de modo que la exigencia generalizada que se ha trasladado a la dirección federal desde las diferentes estructuras territoriales del partido es que los sacrificios se repartan de manera 'progresiva y equitativa'.

Zapatero cree que es hora del ajuste, luego ya se harán guiños al electorado

Zapatero ha querido hacer el ajuste 'sin paliativos' para no gastar toda la munición ahora, en la previsión de que, antes que más tarde, los mercados volverán a la carga. Y también porque el margen por el lado de los ingresos, más allá de su efecto simbólico, es 'muy limitado' en términos económicos, según se asegura desde el Gobierno.

La atmósfera de sobrecogimiento que el miércoles se apoderó del hemiciclo del Congreso durante el anuncio del presidente incluso entre los diputados de la oposición dio paso en las horas siguientes a un ánimo resignado en la filas socialistas. 'Es difícil, pero no hay otro remedio', fue la frase más repetida en las horas siguientes para crear una moral de combate. Y en fortalecer esa moral se ha trabajado con intensidad y sin descanso desde el miércoles.

En el cuerpo del partido y del grupo parlamentario hay una corriente de preocupación por el encaje de un discurso en el que se ha quebrantado la pata más socialista, con unas decisiones que, lejos de transmitir la idea de que 'contribuyan más los que más tienen', prima la impresión de que 'pagan los de siempre'. Pero la cúpula dirigente, con Zapatero a la cabeza, cree que el ajuste puede ser la oportunidad para recuperar la credibilidad perdida durante la crisis económica por el pecado original de haber negado su existencia cuando comenzó.

Aflora la necesidad de recomponer el discurso social de los socialistas

'Teníamos un problema y ahora tenemos una oportunidad', subrayó, a modo de síntesis de la situación, un alto cargo que ha participado en muchas de las reuniones de estos días. El 'problema' era de credibilidad y la 'oportunidad' es 'ganar la batalla de la confianza'. Sobre esta consideración pivotó la reflexión colectiva que durante tres horas se produjo el viernes en el Consejo de Ministros. Asumido que 'no hay margen' para otras medidas que las adoptadas, ahora se trata de no incurrir de nuevo en el error de 'amagar y no dar', como se hizo, por ejemplo, con la propuesta de retrasar la edad de jubilación, que cayó en el olvido tras generar una intensa polémica. Y también dejar claro que no se trata de recortes irreversibles, sino temporales.

Pero si esto es lo que se respira en las estructuras dirigentes, los diferentes planteamientos que han aflorado sobre una posible reforma fiscal no son sino la manifestación de un incipiente debate interno sobre la necesidad de recomponer el discurso social del PSOE y mantener a sus aliados tradicionales.

La preocupación electoral es muy intensa entre los alcaldes

En este sentido, el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, resaltó durante el café de más de dos horas que Zapatero tomó el miércoles por la tarde con los barones de su partido que ahora más que nunca es necesario 'reforzar la relación con los sindicatos' y, ante la convocatoria de huelga en el sector público que ya se barruntaba, sugirió negociar con los funcionarios compensaciones a medio y largo plazo por la rebaja salarial que se les va a aplicar ahora.

El sacrificio que se va a exigir a este colectivo es el que, para Zapatero, tiene una explicación más fácil. Centrándose la exigencia del recorte en los gastos estructurales del Estado, el dilema que se le planteaba era elegir entre reducir el salario a quienes tienen un empleo asegurado o retirar los subsidios por desempleo a quienes ya están haciendo el mayor sacrificio.

En un momento dado, se planteó la posibilidad de establecer el pago simbólico por los pensionistas de un euro por receta no el copago sanitario, pero se consideró menos lesivo congelar las pensiones y 'meter mano' en el gasto farmacéutico a través de los laboratorios. Las medidas se aquilataron todo lo posible, de modo que ninguna mujer que ya esté embarazada se quedará sin cheque-bebé.

El Gobierno barajó la idea de cobrar un euro por receta a los pensionistas

La exposición que hace Zapatero a puerta cerrada es tan contundente que, según quienes le han escuchado, genera de forma casi automática el convencimiento de que es imprescindible 'hacer de la necesidad virtud'. Así, cuando el lunes por la mañana anunció al núcleo duro la decisión de acelerar el recorte, nadie puso reparos. A esta reunión asistieron María Teresa Fernández de la Vega, Manuel Chaves, José Blanco, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Antonio Alonso, Leire Pajín, José Enrique Serrano y Félix Monteira. Allí sólo se escuchó una voz sugiriendo que ante una política tan dura como la que se iba a adoptar, convenía hacer algún otro guiño que sirviera de elemento compensador hacia las clases medias y trabajadoras, pero el presidente sentenció que es 'el momento del ajuste'.

También durante la reunión con los presidentes autonómicos y secretarios generales del PSOE sólo faltaron José Montilla y el gallego Pachi Vázquez quedó patente la inquietud ante las elecciones locales de mayo de 2011. 'Pero primó la idea de que si no hacemos lo que hay que hacer, por duro que sea, nos vamos todos al garete', indicó un dirigente territorial. La preocupación electoral es especialmente intensa entre los alcaldes, que tendrán que renunciar a la reforma del sistema de financiación local en esta legislatura.

En el ambiente del sanedrín socialista, también quedó la idea de que, aunque no es el momento para esta discusión, 'a lo mejor en el pasado tomamos medidas equivocadas', como suprimir el impuesto sobre patrimonio, cuyo restablecimiento reclamaron varios. Pero, al mismo tiempo, se pusieron de manifiesto las dificultades prácticas de adoptar algunas medidas de impacto, con el recuerdo, por ejemplo, de que Juan Carlos Rodríguez Ibarra creó en Extremadura un impuesto para los bancos y fue revocado por el Tribunal Constitucional.

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