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"Somos una asociación nazi"

El juicio contra'Blood and Honour' acaba con peticiones de cinco años de cárcel

Ó. LÓPEZ-FONSECA

Roberto Luengo fue su fundador, ocupó la presidencia y, cuando fue detenido, era considerado por la Guardia Civil el auténtico líder en la sombra de Blood and Honour (Sangre y Honor). Por ello, el contenido de las conversaciones grabadas por los agentes durante el tiempo que duró el pinchazo de su teléfono móvil se convirtieron ayer, en la última sesión del juicio contra 17 de sus miembros y el guarda jurado que les facilitaba armas prohibidas, en uno de los principales argumentos esgrimidos por la fiscalía y la acusación popular para mantener la petición de cinco a dos años de cárcel para los imputados.

En una de estas conversaciones, identificada en el sumario con el número 31, Luengo reconoce a un interlocutor no identificado que Blood and Honour es, en realidad, 'una asociación nazi'. Para ambas acusaciones, dichas palabras son una de las principales pruebas que dejan patente que la 'asociación cultural' que pretendía aparentar Blood and Honour servía a los imputados, en realidad, para 'enmascarar' un grupo cuyo 'único y exclusivo fin era promover la discriminación, el odio y la violencia contra determinados grupos que consideran inferiores'.

Otras llamadas recogidas en el sumario apuntan en el mismo sentido. Así, en el pinchazo número 39, fechado el 2 de marzo de 2005, el presunto líder del grupo insiste en esta definición incriminatoria al asegurar que, en realidad, son 'una asociación de carácter nacionalsocialista. (...) Nosotros somos skins'.

La causa recoge la transcripción de otras 41 llamadas intervenidas al número 'utilizado habitualmente por Roberto Luengo' y que los investigadores consideraron de 'interés' para las pesquisas. Así, por ejemplo, en dos de ellas, citadas en el sumario con los números 53 y 62, el fundador del grupo explica a sendos interlocutores que el dinero que el grupo recaudaba con la venta de armas prohibidas era utilizado para pagar el alquiler del local que la asociación tiene arrendado en San Sebastián de los Reyes (Madrid).

En las números 10, 18, 35, 40 y 56, Luengo reconoce que los conciertos de música racista y otros actos que organizan tienen como objetivo captar jóvenes y conseguir fondos. En una de ellas, en concreto, el principal imputado habla de la distribución de un fanzine y de la proyección en la sede de un vídeo en la que se niega el Holocausto judío. 'Que se enteren todos los chavales', le espeta a unos de sus hombres, que poco después le detalla en otra llamada lo recaudado en dicho acto.

Ayer, todas las defensas emplearon parte de sus alegatos finales para intentar anular dichas escuchas por 'inconstitucionales'. Ya lo intentaron, sin éxito, en la primera sesión del juicio.

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