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El mapa de las emociones de la resistencia en El Cabanyal

La Escuela de Arquitectura de Valencia celebra un congreso de ideas para rehabilitar el barrio

SERGI TARÍN

Dolor, esperanza, calma o incertidumbre. Son algunas de las emociones que recolectaron el pasado jueves un grupo de cinco activistas alemanes y japoneses durante una visita al barrio marinero de El Cabanyal. 'Estas casas dan mucha tristeza', explica la escultora nipona Mariko Hashima frente a un par de fachadas moribundas de la calle del Progreso. Acto seguido, garabatea unas palabras sobre un plano del barrio y continúa su marcha. Junto a ella, la historiadora del Arte Elisabeth von Dickert traza una línea sinuosa. Es la sensación que le produce el sol y el goce despreocupado de unos niños jugando a la pelota. 'La tranquilidad en su máxima expresión', suspira.

Esta técnica se llama mapping y consiste en anotar o dibujar las sensaciones que produce el recorrido al azar por una zona urbana. Un ejercicio que popularizaron los dadaístas en el París de principios del siglo XX y que el urbanista estadounidense Kevin Lynch convirtió en elemento de análisis para la transformación urbana. 'Se trata de mirar la ciudad desde una perspectiva poética', describe Tato Herrero, coordinador del congreso internacional sobre la rehabilitación de El Cabanyal que se desarrolló la pasada semana en la Escuela de Arquitectura de Valencia. Entre los participantes, 14 profesionales y 39 estudiantes 'de dos barrios hermanos': Ottensen (Hamburgo, Alemania) y Mukojima (Tokio, Japón).

'Estas casas dan mucha tristeza', explica la escultora nipona Hashima

Ottensen, según Herrero, 'es un ejemplo de reacción' a las consecuencias de la crisis industrial de finales de los setenta, que provocó un éxodo masivo de obreros y aceleró su degradación. El Ayuntamiento de Hamburgo proyectó un terapia expeditiva: arrasar la zona y construir una ciudad de negocios, pero topó con la resistencia de vecinos y estudiantes. Tras una década de luchas, se consensuó un plan de rehabilitación que lo ha convertido en el barrio de moda de la ciudad.

Por su parte, Mukojima es un caso 'de anticipación'. Surcado por una laberíntica trama de callejones con jardines y casas de madera, vive bajo la continua amenaza de los terremotos, muy comunes en Japón. Cada sacudida ha borrado una parte del barrio que, posteriormente, se ha levantado de nuevo. Según el urbanista Toshiya Yamamoto, la clave está en preservar la memoria de forma minuciosa para que la reconstrucción sea respetuosa con el pasado y no se convierta en oportunidad para especuladores.

Finalmente, El Cabanyal fluctuaría 'entre la reacción y la anticipación', apunta Herrero. Reacción al plan del ayuntamiento de derribar 1.600 casas de alto valor histórico para ampliar una avenida hasta el mar. Un proyecto suspendido cautelarmente por el Tribunal Constitucional y declarado 'expolio' por el Ministerio de Cultura. Y anticipación para evitar una rehabilitación ajena a la personalidad de este antiguo poblado de pescadores, de extracción humilde y de populosa actividad comercial.

El urbanista Yamamoto dice que la clave es preservar la memoria 

Una identidad que defienden Miguel Martínez y Tomás Rodríguez Villasante, sociólogos de la Universidad Complutense de Madrid que colaboraron en el congreso con un 'sociograma': una radiografía sobre el barrio con la participación de los vecinos. 'Parece increíble que un ayuntamiento prefiera demoler su patrimonio para construir una avenida como tantas otras', denuncia Rodríguez, quien destaca 'la gran resistencia de sus habitantes a las excavadoras, el abandono y la presión inmobiliaria'. Una lucha 'de las más dignas que hemos visto en años', añade Martínez, en contra de una alcaldesa, Rita Barberá, empeñada en inundar con la tristeza monótona del hormigón el mapa de las emociones de El Cabanyal.

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