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El exilio de las firmas de Rajoy

Los cuatro millones de rúbricas contra el Estatut recogidas por el PP continúan en un almacén a cargo del Congreso

YOLANDA GONZÁLEZ

Fueron mimadas en su gestación cual frágil y preciado objeto. Llegaron al Congreso en palés que soportaban cajas azul cielo, el color del PP, y de la mano de Mariano Rajoy, el presidente de la formación, que el 25 de abril de 2006 posaba orgulloso junto a la mercancía y bajo la mirada de los leones de la Cámara. En total, 876 cajas que encerraban, según el partido, más de cuatro millones de firmas contra el Estatut de Catalunya.

Hoy, cuatro años después y con el recurso del PP contra el texto estatutario ya resuelto, las rúbricas descansan en un almacén madrileño alquilado por el Congreso junto a otros papeles que deben ser custodiados por la Cámara. Su ubicación exacta, por 'razones de seguridad', es un misterio. Igual que el futuro que les espera. Ni en el PP ni en el Parlamento han decidido todavía si ha llegado la hora de buscarles otro acomodo o destruirlas. De hecho, ni se lo han planteado.

Las firmas son hoy para los conservadores un tema tabú por el rechazo que pueda tener el hecho de que esta campaña vuelva a la memoria de los catalanes a pocos meses de las autonómicas, previstas para el otoño. Pero centraron la agenda del PP en los primeros meses de 2006, cuando la tramitación del Estatut estaba ya encarrilada.

En la campaña de recogida, el líder del PP decía que el Estatut era «una pesadilla»

Fue el 31 de enero cuando el líder del PP daba el pistoletazo de salida a esta campaña de recogida de firmas encaminada inicialmente a conseguir que toda España se pronunciase sobre el texto estatutario.

El marco no pudo ser más simbólico: Cádiz, la cuna de la Constitución de 1812, fue donde Rajoy acudió a proclamar que su iniciativa popular estaba perfectamente justificada. No en vano, la calificó de 'irreprochablemente democrática'. 'Pido que me apoyen en esta exigencia y lo hago en Cádiz porque es la ciudad símbolo del moderno constitucionalismo español, donde se firmó la Constitución de 1812, y donde se dijo que todos teníamos los mismos derechos y todos los ciudadanos representábamos la soberanía nacional'.

Los conservadores no han hecho ninguna petición para eliminar las cajas

También intentó no caldear el ambiente en Catalunya argumentando que su propuesta no iba 'en contra de ninguna comunidad autónoma'. Pero el ambiente ya venía crispado. Él mismo, en octubre de 2005, aseguraba que si llegaba a aprobarse la norma, 'los políticos catalanes podrán decidir lo que pasa en Jaén o en Zamora sobre sus finanzas, su educación o sus derechos, pero las Cortes Generales no podrán decidir nada de Catalunya'.

Se trataba de unas declaraciones que fue completando en plena campaña de recogida de firmas con perlas del estilo: 'El Estatuto de Catalunya es una pesadilla' o 'En Catalunya se está haciendo con el castellano lo que en la época de Franco se hizo con el catalán'.

En este contexto, Rajoy llegó a las puertas del Congreso el 25 de abril acompañado de las cajas de las firmas. El PP las contabilizó en 4.028.936. Pero la Junta Electoral Central no contrastó la cifra: no podía hacerlo porque los conservadores no eligieron la vía de la Iniciativa Legislativa Popular.

El siguiente paso fue la defensa ante el pleno del Congreso por el propio Rajoy de una proposición no de ley en la que se instaba a la celebración de un referéndum. Los tres meses de recogida de firmas del PP fueron liquidados en un debate de una hora que sólo contó con el respaldo del Grupo Parlamentario Popular. Y, desde este día, las rúbricas ocupan parte de un almacén con cargo a los presupuestos de la Cámara baja.

No obstante, la cantidad de dinero público que supone a los contribuyentes el almacenaje de estos papeles no ha sido precisada por el Congreso, que carece de una normativa que determine la documentación que debe almacenarse y durante cuánto tiempo. 'Ocupan tan sólo un 1% del almacén', justifican fuentes de la Cámara.

En el PP eluden la cuestión del destino que deben correr las firmas. Ya no tienen ningún tipo de validez: la iniciativa para la que fueron recopiladas murió en el Congreso y la sentencia, tras su recurso ante el Tribunal Constitucional, acaba de ver la luz. Pero sigue siendo un tema incómodo que prefieren no resucitar.

De hecho, la consigna que el líder del PP ha transmitido a sus barones y dirigentes es que el Estatut ni se toca. Las catalanas están a la vuelta de la esquina y no quieren fomentar el sentimiento anti-PP.

Rajoy no lo ocultó ni el pasado domingo, en la clausura de los cursos de la fundación FAES, que preside José María Aznar, cuando espetó :'No voy a entrar en el contenido de la sentencia'. Y se limitó a cargar contra el presidente del Gobierno por estar 'escondido al ver las consecuencias de la frivolidad de sus actuaciones'.

De haber llegado a buen puerto la iniciativa que dio origen a estas firmas, el PP ya tenía hasta preparada la pregunta para la consulta popular: '¿Considera conveniente que España siga siendo una única nación en la que todos sus ciudadanos sean iguales en derechos, obligaciones así como en el acceso a las prestaciones públicas?'.

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