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El Senado aprueba el uso de las lenguas cooficiales a partir de 2011

La iniciativa sale adelante en el pleno con la única oposición del PP y UPN

JUANMA ROMERO

Quizá, como afirmó el PSOE, se acerque más bien a una 'evolución' que a una 'revolución' en toda regla. Pero, en todo caso, ayer miércoles sí fue un día histórico en el Senado. Tras dos intensas horas de debate, el pleno de la Cámara Alta aprobó definitivamente, por 134 votos a favor, 115 en contra y ninguna abstención, la ampliación del uso de las lenguas cooficiales. A partir del 1 de enero de 2011, se podrá emplear el catalán, el gallego y el euskera –y por descontado, el castellano– en la discusión de mociones en el hemiciclo [ver aquí el dictamen sancionado]. 

La primera piedra se dispuso el 28 de abril, cuando el PSOE aceptó tomar en consideración la propuesta firmada por 34 senadores nacionalistas. De entonces hasta ayer, se ha limitado el espacio de los idiomas cooficiales, pero no se ha movido ni un ápice la posición de los grupos. Ayer, como hace tres meses, el PP y Unión del Pueblo Navarro (UPN) fueron los únicos grupos en rechazar con dureza la iniciativa. Las enmiendas que los conservadores habían dejado vivas para el pleno sucumbieron por 133 votos frente a 115.

Los conservadores ven el Senado como una 'torre de Babel' y la 'versión cañí' de la Eurocámara

Precisamente la dureza, la crispación, presidió un debate envenenado casi desde que se comenzó a vislumbrar este cambio clave en el Reglamento de la Cámara. El PP apuntaló sus argumentos y denigró la iniciativa por partida doble, a través de los portavoces Rosa Vindel y Juan Van-Halen. La primera censuró los 'pretendidos vientos de progresía y modernidad' con que el PSOE y los nacionalistas han vendido la propuesta, que no es más, dijo, que un puro 'disparate', que convertirá el Senado en una 'Cámara de versión original subtitulada y una versión cañí del Parlamento Europeo', una 'inmensa torre de Babel'. Vindel no habló del 'ridículo mundial' que Van-Halen auguró en abril, pero circundó la misma idea: 'Estoy deseando saber qué opinan nuestros colegas europeos cuando nos vean en este salón con el pinganillo puesto'. Acudió en auxilio suyo la senadora Mar Caballero, de UPN, quien preguntó al PSOE si también usará las lenguas en sus reuniones de grupo parlamentario.

Los conservadores no aceptaron desde un principio ni la propuesta de máximos de los 34 senadores ni la que finalmente ayer quedó aprobada, que excluye las sesiones de control del uso de las lenguas. Es decir, que ni José Luis Rodríguez Zapatero ni sus ministros tendrán que utilizar auriculares. Una rebaja sustancial que, a juicio del PP, los nacionalistas han tragado con 'mansedumbre'. 

ERC advierte al PSOE de que sólo es un primer paso, y 'pequeñísimo'

El resto de los grupos procuró no deslindarse del carril institucional, si bien costó mucho más que la semana pasada, en la Comisión de Reglamento. La premisa la superó de largo Miquel Bofill, que convirtió su defensa de la extensión de las lenguas en una soflama más soberanista. Reivindicó el Som una nació, nosaltres decidim que protagonizó la marcha del 10 de julio en Barcelona contra el recorte del Estatut. Cargó contra el PP por no querer que los catalanes 'no existan como catalanes' y por su rechazo 'pintoresco, peregrino y poco democrático' a la iniciativa. Y mordió a los socialistas por ofertar un acuerdo 'de mínimos', 'pequeñísimo y ridículo', casi 'escandaloso' visto desde Catalunya. Es, por tanto, sólo un primer paso y anunció que la ofensiva seguirá, incluso en esta legislatura. 

En la tribuna, o desde el escaño, se repitieron los latigazos a los conservadores. Intensos fueron los golpes de Iñaki Anasagasti. Acusó al PP de usar un 'lenguaje del franquismo, facha, preconstitucional'. Y, en el fondo, también hipócrita: 'Ya verán cómo dentro de relativamente poco el señor [Mariano] Rajoy hablará gallego en esta Cámara, porque el señor [José María] Aznar hablaba catalán en la intimidad'. 

Por su parte, Jordi Casas (CiU) subrayó la necesidad de consolidar la 'diversidad' como el 'gran activo' de la España constitucional. Diversidad, tiró del hilo Carles Bonet, de ERC, que los conservadores 'no acaban de entender'. El republicano recordó que el paso dado ayer en el Senado no es más que un 'acto de españolidad', ya que la Carta Magna consagra y protege a todas las lenguas españolas, no sólo al castellano.

El PSOE intentó desvestir su aceptación del texto de los nacionalistas como un gesto 'electoralista'. No lo es, arguyó José Ignacio Pérez Sáenz. No lo fue tampoco en 2005, cuando el Senado aprobó que se pudiesen emplear las lenguas cooficiales en la Comisión General de las Comunidades Autónomas, en aquella ocasión con el respaldo del PP. El senador recalcó que 'España es plurilingüe desde hace siglos' –justo lo contrario de lo que aseguró Van-Halen hace una semana– y que ahora de lo que se trata es de espantar los 'desafectos', el alejamiento de los territorios (especialmente Catalunya) de España. Frente al 'material de desecho' con el que trabaja el PP se alza el 'material de construcción que quieren los ciudadanos: el del entendimiento y la vertebración de España' que exhiben los socialistas, contrapuso. 

El PSOE busca curar los 'desafectos'; las minorías fustigan al PP por 'centralista', 'grosero' y 'facha'

A todos ellos replicó Van-Halen. Y a todos repartió estopa. Chirrió sobre todo que arremetiese contra Anasagasti en el arranque de su intervención: 'Usted me verá a mí con el pinganillo, pero yo estoy deseando verle a usted hablando en euskera en esta Cámara', afirmó, mofándose del desconocimiento del senador del PNV de su idioma vernáculo. Van-Halen volvió a hablar de la 'debilidad del Gobierno' frente al president José Montilla, que ha motivado su pliegue ante los nacionalistas, de la utilización de la lengua como 'arma arrojadiza' y de la imposible comparación con Bélgica –donde no hay una única lengua oficial– o con Irlanda –donde el gaélico y el inglés son oficiales–. En España, adujo, sólo hay una lengua 'común', que es el castellano. 

'Mala leche, mala uva', afán 'centralista', 'grosero', atizaron después los portavoces Pere Sampol (Mixto) y Xosé Manuel Pérez Bouza (BNG) en el siguiente turno. El PP no se arrugó. Es más, se erigió en único defensor de un castellano supuestamente agredido por el Senado. Así había finalizado de hecho su intervención Vindel, con toda ceremonia y bajo el aplauso de sus correligionarios: 'Doy las gracias a mi grupo por haberme permitido intervenir en defensa de la lengua española oficial del Estado, después de 32 años: el castellano. Es un honor y un privilegio'. 

Lo cierto es que el PP se quedó de nuevo solo, con la compañía de UPN. En enero de 2011 seguro que no sigue la admonición de Bofill: que la Cámara brinde con cava catalán para celebrar la entrada por la puerta grande del gallego, euskera y catalán. Para entonces sí que se sabrá la fórmula de financiación, otro de los caballos clásicos de batalla de la derecha que, con el decurso de los meses, ha perdido cierta fuerza.

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