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La aspirante que regresó crecida

Trinidad Jiménez. Su gestión al frente de Sanidad ha proyectado una imagen de cercanía y solvencia

PEDRO ÁGUEDA

Siete años son muchos en política. Que se lo pregunten a quienes formaron el primer núcleo duro de José Luis Rodríguez Zapatero y que ahora vagan desterrados por destinos de segundo orden o fuera incluso de la política. No es el caso de Trinidad Jiménez (Málaga, 1962). Una selección no natural ha hecho que el presidente del Gobierno siga contando con ella para los grandes retos, en este caso recuperar la Comunidad de Madrid para el PSOE.

Hace siete años, Trinidad Jiménez se enfrentó a su primera aventura madrileña, las elecciones a la Alcaldía. Pero cualquiera que haya seguido su carrera política sabe que no es la misma que cayó derrotada ante Alberto Ruiz-Gallardón. 'Es una política de raza', ha dicho de ella Esperanza Aguirre durante su paso por el Ministerio de Sanidad y Política Social.

Ha sido precisamente este último cargo el que ha servido para ofrecer de Jiménez una imagen de solvencia y proximidad. De esto último da cuenta el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que en su encuesta del pasado julio la colocaba en el sexto lugar de los ministros más valorados. Atrás queda esa imagen algo frívola que la foto de campaña con una cara chupa de cuero ayudó a propagar.

De su otro logro, resultar eficaz, habla la despedida que ayer le brindó el sector médico, dedicándole un aplauso generalizado. También el 10% de hiponcondriacos que se calcula hay en España debieron sentirse reconfortados con la labor pedagógica de Jiménez durante la crisis de la Gripe A. Y eso, a pesar de que en Sanidad y Política Social, Jiménez se encontró en terreno desconocido. Abogada de formación y experta en Relaciones Internacionales, su habilidad política ha dado la razón a aquellos que aseguran que para ser un buen ministro no hace falta ser un técnico, sino un político de raza.

No es Madrid algo ajeno a Jiménez, quien se quedó liderando la oposición en el ayuntamiento tras su derrota en 2003 y sólo abandonó el puesto tras la designación de Miguel Sebastián para protagonizar el último frustrado asalto socialista a la Alcaldía de la capital. Tampoco le es ajeno el problemático PSM, a cuya ejecutiva pertenece.

Divorciada y con pareja estable, confiesa que le queda poco tiempo para su afición a bailar salsa. Si derrota a Gómez, se medirá al animal social que es Esperanza Aguirre en la distancia corta. Pero en eso, Jiménez no flaquea.

Cuenta su antiguo compañero de campaña Rafael Simancas todo lo que aprendió de ella en el trato con la gente. Como aquel día, durante uno de los cien actos que protagonizó en una semana, cuando una señora interrumpió el paseo de ambos por un poblado chabolista y les invitó a tomar café en el interior de su casucha. Simancas se quedó clavado, hasta que su compañera Trini tiró de él enérgica, con la sonrisa de la que ha hecho su seña. La que no perdió ayer para defender que en política hay que 'estar disponible siempre y asumir retos, porque sólo quien se arriesga gana'.

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