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La apuesta de Córdoba por la integración

M. DOMENECH / R. VILLEGAS CÓRDOBA

Tiendas de campaña, una furgoneta, una bombona de butano, una nevera y algunos colchones son los enseres de diez familias rumanas que viven en un asentamiento a las afueras de Córdoba. Una música del cantante Sorinel que sale de un antiguo BMW rojo le da un toque Gato negro, Gato blanco a la escena. Aquí manda 'el general' (como se refieren a él los compañeros), Alexandru Slatinanu, rumano de 30 años de Bucarest y vendedor de chatarra. Asegura que tienen problemas con la policía, que intenta echarlos. No sabe nada de lo que ocurre en Francia, pero sí sabe que no quiere volver a Rumanía. Los niños, que corretean desnudos bajo un sol de justicia, no van a la escuela. 'No tenemos escuela porque no hay piso; sí piso, sí escuela', dice Sabrina, la madre.

El ayuntamiento tiene programas de inserción infantil y femenina

Este es un pequeño resumen del panorama que el Ayuntamiento de Córdobagobernado por IU en alianza con el PSOE ha decidido afrontar, con el apoyo de Cruz Roja y la Fundación Secretariado Gitano. 'Cruz Roja nos ha facilitado comida, acceso al médico y que mi hijo pequeño pueda ir al colegio', dice Cristina Grancsa, rumana de etnia gitana que hace cuatro años abandonó su país junto a su marido. Recaló en Córdoba, donde, tras siete meses en un albergue, habitó durante un año una vivienda del programa Pisos Puente, que mantiene la Fundación Secretariado Gitano con el ayuntamiento y que ha dado cobijo a 47 personas (26 niños) desde 2007.

Su vida mejoró. Cristina, de 38 años, pudo reencontrarse con sus tres hijos (de 19, 18 y 7) en España. 'Ahora somos siete y vivimos todos en un piso. Pagamos 450 euros de alquiler, más la luz y el agua', aclara Pamela, hija mediana de Cristina y madre de un pequeño de siete meses. Los gastos los cubren con el dinero de los varones de la familia. Ella cree que todo es cuestión de esfuerzo. Critica a las mujeres que mendigan con sus niños por las calles de la ciudad. 'Por su culpa no tenemos trabajo, mucha gente escucha que eres rumana y te pone mala cara; aunque hay de todo', afirma.

El consistorio ofrece pisos puente y guarderías para los rumanos

'A veces se consigue la inserción y otras veces es más difícil, pero hay familias que ya están normalizadas', afirma Miguel Santiago, coordinador de la Fundación Secretariado Gitano. Además del programa de pisos, el consistorio ha impulsado la Unidad de Intervención de Calle, que ofrece atención desde 2005. Disponen de un teléfono al que el ciudadano puede llamar si detecta mendicidad infantil. La iniciativa fue muy criticada por diversas ONG. Consideraban que se 'invitaba a denunciar lo que molesta'.

Sin embargo, Carmen León, coordinadora de la unidad, afirma que es fundamental. Así localizan a sus usuarias. Después, toca educar: 'El niño con los zapatos puestos, el carrito más limpio...'. Sucede lo mismo en la Escuela Municipal Infantil, un servicio previo a la integración en colegios, donde las familias sin hogar pueden dejar a los menores de 6 años. 'Los duchamos, vemos si necesitan asistencia, les damos de comer, jugamos...', aclara León.

Rebosante de dibujos, el centro ha asistido a 116 niños desde 2005. Otras 80 madres asisten a talleres en el Servicio de Estancia Diurna. 'Los hombres suelen dedicarse a la chatarra, pero las mujeres tiran del carro. Ellas se ponen en contacto con nosotros o acuden al médico', esgrime Francisco Jarabo, intérprete de la unidad. Ana Moreno, delegada de Bienestar Social, resume la política del ayuntamiento: 'Este no es un problema de estética, es de personas'.

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