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Los ex empleados de Díaz Ferrán no tienen dónde protestar

SUSANA R. ARENES

'Aquí ya no hay nadie de Marsans', dice una empleada de otra oficina que fuma ante la antigua sede de la agencia de viajes, que aún conserva sus grandes rótulos. El presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, y su socio, Gonzalo Pascual, traspasaron en junio prácticamente todos sus negocios, desde Marsans y Air Comet (ambas en suspensión de pagos), hasta el de hoteles y, un mes después, el de transportes (Trapsa, Trapsatur y Travelbus) al especialista en empresas en coma, Ángel de Cabo. Así que ayer muchos trabajadores se tragaron las ganas de hacerle una huelga a Díaz Ferrán porque ya no son sus compañías.

En menos de un año, el gran imperio turístico y de transporte se ha hundido. Sólo queda una veintena de empleados de la agencia de viajes que aún sigue trabajando en la nueva sede instalada por De Cabo en la calle Serrano. Están haciendo los últimos trámites para que los empleados de las filiales del grupo puedan cobrar el finiquito y tramitar los papeles del paro. Allí no había ayer signos de huelga. 'Cómo van a hacerla y arriesgarse a que la empresa alargue los trámites', apunta Joan, un empleado de Barcelona. Sobre sus ex jefes, lo tiene claro: 'Nos encantaría verles [a Díaz Ferrán y Pascual] con traje de rayas'.

'La sensación es de rabia, de no poder sacar lo que llevas dentro porque estos personajes han huido. Espero el día en que estos dos pájaros acaben delante del juez', dice Federico Caballero, otro ex empleado. 'Hay mucha impotencia; la gente sólo quiere que esto termine', admite Alaitz, de Bilbao. Los afortunados son los trabajadores de las concesiones de autobuses interurbanos de Madrid, que Díaz Ferrán vendió al grupo Avanza. Como dice Jesús, uno de ellos, 'es como si nos hubiera echado una mano el cielo'.

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