Ocho de la mañana. Municipio madrileño de Las Tablas. Distrito C. El lugar de trabajo al que acuden cada día cerca de 14.000 empleados de Telefónica. Un punto perfecto para ver qué tal funciona la huelga general en una gran empresa o el lugar idóneo para comprobar el estrabismo crónico que sufre España.

¿Cree que está funcionando la huelga? 'Sí, está claro'. 'No, en absoluto'. Con la misma sonrisa y el mismo aplomo. Con idéntica seguridad y hasta un gesto parejo con la mano, como sacudiendo la imagen que demostraría que hay y que no hay seguimiento.

'A esta hora otros días hay por lo menos el doble de gente caminando por la plaza', dice un hombre a las nueve y media de la mañana antes de seguir su camino entre los cuatro edificios de País Telefónica. 'Yo creo que hay más gente que ningún día', dice una mujer que camina justo tras él.

Distrito C es un remanso de paz sin rastro de piquetes, un lugar de diseño levantado en la nada donde El Corte Inglés, el gimnasio, la clínica, las cafeterías, el restaurante y las sucursales bancarias de País Telefónica han abierto sus puertas. Ni rastro de esos famosos sindicalistas que neutralizaban juntas de accionistas con sus protestas.

Uno tras otro, los transeúntes, cada vez más según se acerca el mediodía en esta ciudad pensada para escalonar sus vidas y que no coincidan todos a la vez en ningún sitio, argumentan sus opiniones sobre el éxito de la huelga. Que hay más sitio para aparcar, que hay tan poco como siempre; que las cafeterías están llenas, que no lo están... Las camareras al menos coinciden en que han tenido desde temprano más gente que ningún día porque los trabajadores han madrugado por si había jaleo en el transporte. Y no lo ha habido.