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Será mejor que lo cuentes... todo

Zapatero, ante la salida de la crisis

ERNESTO EKAIZER

Que a un mes de las elecciones de Catalunya, a seis de las autonómicas y municipales y a 16 de las generales, Zapatero haya reconocido de facto que se ha quedado sin cuento, indica hasta qué punto asume la gravedad de la situación por la que atraviesan el Gobierno y el PSOE.

Ahora bien: el cambio de gabinete no resuelve la falta de relato. Y las intervenciones posteriores del presidente así lo atestiguan. La idea de que un cambio de Gobierno es un acertijo 'se nota en las caras del PP que hemos acertado', dijo Zapatero el sábado ante el comité federal o su anuncio del lanzamiento de una 'agenda social' para los más desprotegidos, es más de lo mismo.

Zapatero ha hecho suyo el relato de la derecha sobre la crisis

El Gobierno afronta el viernes una prueba: los datos de la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre. Son meses estacionalmente buenos y las estimaciones hablan de una caída del paro en 80 o 90.000 personas. La tasa de paro pasaría del 20,09% al 19,7%. Pero la EPA del cuarto trimestre volverá a las andadas. El nuevo gabinete, pues, no puede echar las campanas al vuelo.

El problema es que Zapatero ha hecho suyo el relato de la derecha sobre el origen y la solución de la crisis. Será mejor que lo cuente, siguiendo el libro de Antonio Núñez, pero que lo cuente todo.

Los mercados y el pensamiento conservador han rendido al Gobierno

El problema de asumir el punto de vista de la derecha es que priva al electorado de una versión real sobre la crisis. El PP ha hecho calar la idea de que los socialistas son los responsables por un desmedido crecimiento del gasto y el endeudamiento y la negativa a reformar el mercado laboral. Si se hace caso a José María Aznar, la semilla quedó plantada en 2002/2004, cuando Alemania y Francia incumplieron el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y se relajó la exigencia del límite del 3%.

Pero la realidad española nada tiene que ver con este diagnóstico. La crisis no ha sido el resultado de una expansión fiscal alocada ni del crecimiento despendolado de los salarios. El PP quiere presentar esta crisis como una caída recurrente de la economía española, al igual que la de 1991 y 1992, aquella que se 'resolvió' nada más llegar el PP al Gobierno, en 1996.

A diferencia de lo que insinúa Aznar, el Gobierno cumplió los objetivos del 3% y hasta obtuvo superávit, con niveles bajísimos de endeudamiento público, lo que le permitió llegar al estallido de la crisis como un alumno aventajado. La crisis, pues, fue el resultado no del déficit fiscal sino del estallido de una burbuja inmobiliaria, bursátil y de crédito, que el PP negó en su gestación y desarrollo inicial y que el PSOE, habiendo hecho el diagnóstico correcto en la oposición, negó al llegar al Gobierno. Esa burbuja es la que ha provocado una brutal caída de la demanda y la presión fiscal y un incremento del gasto público por el cumplimiento de las prestaciones sociales por desempleo.

El déficit fiscal, pues, ha sido el resultado de la crisis y en ningún caso culpa del estímulo del 1,8% y 2,3% del PIB en 2008 y 2009, respectivamente. El cumplimiento del Pacto de Estabilidad es, precisamente, lo que debería haber llevado a Zapatero a negociar desde una posición de fuerza en la UE un plan de reducción del déficit a medio y largo plazo, una vez superado lo peor de la depresión. Pero los mercados, que jugaron especulativamente contra España y el pensamiento económico de la derecha institucionalizado en el Banco Central Europeo consiguieron postrar al Gobierno.

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