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PSC y ERC buscan movilizar a contrarreloj a sus votantes

CiU apuesta por una campaña tranquila y promete gobernar sin 'venganzas'

FERRAN CASAS

A contrarreloj y con los ánimos por los suelos. De esta manera intentan el PSC y ERC movilizar a su electorado ante las elecciones del 28-N. Con todas las encuestas en contra y el Tripartito como fórmula de gobierno más desprestigiado que nunca por sus propios progenitores, ambos intentan garantizarse un resultado que les dé algún papel en la gobernabilidad de Catalunya o, al menos, que no les provoque una crisis interna de imprevisibles consecuencias.

A pocos días de que la campaña arranque, el PSC busca seducir a un electorado que confía en ellos en las generales, pero al que le cuesta motivarse con las catalanas. Ayer, el president de la Generalitat y candidato del PSC, José Montilla, protagonizó en el popular distrito barcelonés de Nou Barris un mitin de pequeño formato. Le acompañó el nuevo secretario de organización del PSOE Marcelino Iglesias, que dejó claro el compromiso de la dirección federal y de Zapatero con Montilla. 'En las próximas elecciones nos jugamos que Catalunya siga avanzando o la involución. Si no vais a votar, gana la derecha y si vais, gana Montilla', sentenció.

Montilla confía en sacar rédito de la crisis de gobierno de Zapatero

Tras repasar su política de apoyo a la familia, que contrapuso a la de 'la derecha', el president trazó un discurso similar al de Iglesias y recordó que si Obama pierde fuelle es por la desmovilización progresista. La dirección del PSC es consciente del mal momento, pero señala dos factores de 'reconexión' con su electorado que deberían notarse en las próximas encuestas: primero, decretar el final del Tripartito como fórmula (Montilla insistió en que 'su tiempo ha pasado') para ocupar todo el espacio progresista; y, segundo, la crisis de Gobierno de Zapatero, que puede reanimar a sus votantes de 2008, cuando el PSC se encaramó al millón y medio de votos en Catalunya. Ahora se contentaría con 800.000.

Ninguna encuesta ha contemplado nunca que Montilla gane a Mas. Y si no es con ERC e ICV-EUiA de socios, no será president. De ahí que sus hasta ahora aliados le acusen de entregar la cuchara a CiU. Fuentes del PSC admiten que, al margen de la gobernabilidad, la prioridad es no bajar. Un batacazo a seis meses de las municipales de mayo de 2011 obligaría a replantearse la idoneidad de Jordi Hereu como cartel en Barcelona, pondría en riesgo su control de la Diputación de Barcelona y daría alas a dirigentes críticos que han pasado a un segundo plano como Antoni Castells.

En ERC, más de lo mismo. Tras sufrir dos escisiones una importante con Reagrupament y otra menor hacia Solidaritat Catalana per la Independència, Joan Puigcercós ha tejido una endeble alianza con los antes afines a Josep-Lluís Carod-Rovira. Pasar de 21 diputados a menos de 15 reabriría debates. Los republicanos que según el último sondeo del Govern tienen el electorado menos fiel esperan salvarse llevando a votar su masa indecisa y presentándose como 'útil' a todo el independentismo.

Un batacazo del PSC pondría en cuestión a Jordi Hereu como cartel en Barcelona

ICV-EUiA, la formación del Tripartito que afronta el 28-N con menos dramatismo pero que se sabe condenada a quedar extramuros del Gobierno, llamaba ayer a los 'resignados' a apoyarles como freno a la derecha. Su lema es significativo: Soluciones de izquierdas. Verde esperanza.

Los nervios del Tripartito contrastan con las buenas vibraciones en CiU, inmersa en una campaña plácida y conservadora que poco tiene que ver con la de 2006. La cómoda ventaja demoscópica de Mas le permite coquetear con la mayoría absoluta e incluso dosis de magnanimidad. Ayer, después de que Felip Puig hubiera criticado el aeropuerto de Alguaire (Lleida), el primero de titularidad catalana, apostó por él y admitió que el Tripartito 'ha hecho cosas bien' que CiU no revisará porque 'no habrá venganzas'.

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