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"La intervención ha sido muy violenta, contra niños, ancianos y mujeres"

Antonio Velázquez, cooperante mexicano presente en el campamento de resistencia saharaui, narra cómo fue el desmantelamiento por parte de la policía marroquí

SUSANA HIDALGO

'A las siete de la mañana, cuando aún no había salido el sol y todo el mundo estaba dormido, llegaron los helicópteros, los mensajes por megafonía en árabe, la policía marroquí despertando a la gente de manera muy violenta, a empujones y golpes y tirando las jaimas', explicaba ayer en conversación telefónica con este periódico Antonio Velázquez, cooperante mexicano y testigo del violento desalojo del campamento saharaui (20.000 personas) que ha ocurrido esta mañana por parte del Gobierno marroquí. Con el susto todavía en el cuerpo y sin poder recoger sus cosas, los desplazados empezaron a abandonar la zona con la ayuda del grupo de seguridad de saharauis que se había formado a propósito para el campamento.

Gases lacrimógenos, porras, piedras, jaimas incendiadas... Todo, según narra Velázquez, para controlar a una población formada principalmente por 'niños, ancianos, mujeres y discapacitados'. 'La población del campamento es un reflejo de la población general saharaui: es decir, no hay apenas gente joven porque la mayoría han emigrado. Todos los represaliados han sido los más débiles', recalcó este cooperante. Todo quedó quemado y destrozado. 'No ha quedado ni una jaima en pie', señaló Velázquez, que sí que vio a muchos heridos pero no puede confirmar que haya habido muertos. Tras la violencia efectuada por la policía y el Ejército marroquí los saharauis empezaron a desplazarse hacia El Aaiún, a 15 kilómetros de distancia. 'Hemos salido caminando y en Land Rovers, aún hay gente caminando en medio del desierto', señaló Velázquez.

Mientras caminaban, a lo lejos los desplazados pudieron ver El Aaiún envuelto en humo. 'Mientras íbamos andando, la ciudad tenía fumarolas. Luego nos hemos enterado que los familiares de las personas que estaban en el campamento, han salido a la calle a protestar. Está habiendo una Intifada, la ciudad está sitiada', describió el cooperante mexicano. Éste también denunció que ya el día anterior empezaron a sospechar que algo iba a suceder cuando a las tres de la tarde cortaron las entradas al campamento. 'No dejaron salir a nadie, tampoco a las familias que iban a recoger a los niños a la escuela', concluyó.

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