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La red blanqueó 12 millones en el exterior

El dinero regresaba a España invertido en casas de lujo y yates

PEDRO ÁGUEDA

Ganar dinero con la corrupción, blanquear los fondos en el extranjero y reintegrar el dinero en España. Estos son los tres pasos que repitió la red Gürtel hasta que la policía y los jueces acabaron con la trama de corrupción vinculada al Partido Popular. Un informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (Udef) del pasado septiembre cifra en más de 12 millones de euros las cantidades introducidas en España después de haber sido blanqueadas en distintos paraísos fiscales.

La investigación ha permitido reconstruir con todo detalle la compleja madeja societaria creada por Francisco Correa para hacer perder el rastro de su dinero y recuperarlo después, ya transformado en lujosas fincas o embarcaciones de lujo. Estas pesquisas nacen del registro en febrero de 2009 del bufete de Ramón Blanco Balín, el arquitecto financiero que sustituyó a Luis de Miguel en el diseño de la estructura exterior.

Dos grandes columnas sujetaban la red de blanqueo. La primera, creada por De Miguel entre los años 1997 y 1998, tenía su epicentro en el paraíso fiscal de las Islas Nevis, con la sociedad Pacsa, y su matriz Rustfield en Reino Unido. Esta vertiente de blanqueo de la Gürtel reintegró en España, ya blanqueado, un total de 5.416.405 euros a través de inversiones de capital en la sociedad Kintami; 1.226.030 en Caroki; y 260.000 en Proyedicón.

La otra gran columna de la trama de blanqueo estaba radicada en las Antillas holandesas y sus ramificaciones, en los Países Bajos. El diseño de la misma pasó en 2005 al bufete de Ramón Blanco Balín. El ex presidente de Repsol creó Lubag en Holanda, que operaba con Clandon en el paraíso fiscal y reintegraba los fondos en la española Osiris. La policía concluye que fueron cinco millones de euros los blanqueados por esta rama holandesa también en concepto de inversión de capital.

Los otros dos métodos de introducir el dinero ya blanqueado en España eran los préstamos participativos (120.000 euros a través de la trama británica) y las inversiones directas en proyectos inmobiliarios (240.000 procedentes también de Reino Unido en la Residencial Alminares de Salobreña, en Granada).

En España se creaban sociedades con el único objeto de ser el destino final del dinero blanqueado. En el caso de Inversiones Kintami, por ejemplo, el informe detalla cómo se firmaron contratos de manera fraudulenta comprando inmuebles por un precio inferior al realmente desembolsado. Lujosas viviendas en Cádiz y Málaga permitían además solapar al verdadero beneficiario de los bienes, que quedaba oculto tras la persona jurídica.

La sociedad Osiris compraba casas de lujo en la urbanización de Sotogrande (Cádiz) y en la isla de Ibiza, así como los yates Montecristo y Carmen XI. Proyedicón se destinó únicamente a la adquisción de la finca Monte el Valle en San Lorenzo de El Escorial, en Madrid. Luego, la trama vendió la finca obteniendo importantes beneficios. Lo mismo ocurrió con los yates. De esta forma, la trama no sólo blanqueaba el dinero sino que podía especular con su valor y obtener importantes beneficios.

 

 

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